O15

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Kazutora se despertó al día siguiente, se levantó como un zombie y con los ojos aun cerrados se preparó un café mientras miraba su teléfono, tenía mensajes.

Hola Kazutora, soy Rindou.

Este es mi número jaja.

Sé que soy pesado, pero te pido perdón otra vez por lo de ayer.

El maestro suspiró con cansancio, no se acordaba de que le había dado su número. Le respondió amablemente, restándole importancia al asunto para que lo dejara estar de una vez por todas y continuó con su rutina mañanera.

Esa tarde, cuando el profesor ya estaba en su casa tendiendo la ropa, recibió una llamada.

Rindou.

― ¿Si?

―Ho-hola Kazutora, verás... me gustaría que... que aceptaras que te invitara a una cena mañana. ¿Estás ocupado?

―No, no estoy ocupado, pero no hace falta, ya te he perdonado.

―Insisto. No solo quiero invitarte por eso, es que anoche me lo pasé muy bien y tú me caíste muy bien.

―No sé...

―Será en plan amigos, cenaremos algo sencillo y luego cada uno a su casa, sin salir después, te lo prometo.

―Bueno...

―Será divertido ya lo verás. Paso yo a buscarte.

―Está bien...

― ¿Mañana a las ocho te va bien?

―Si, claro.

―Perfecto, nos vemos mañana Kazutora.

―Hasta mañana.

El rubio dejó el teléfono y suspiró, esta vez con resignación. Se arrepentía de no saber decirle que no a nadie.

Llega el viernes, es casi la hora, Kazutora se viste de forma casual con lo primero que encuentra, no le hace demasiada ilusión salir con Rindou, es verdad que se lo había pasado bien hace dos noches, pero Kazutora era más de quedarse en casa, si no fuera por la insistencia de sus compañeros de trabajo o por Yuzuha, él nunca saldría de casa por su cuenta.

Se puso una chaqueta y bajó a esperarlo en el portal. Para su sorpresa Rindou ya estaba en la calle esperando por él, sabía donde vivía porque lo había traído en taxi el otro día.

―Buenas tardes Kazutora.

―Dirás buenas noches.

―Oh si, ya es de noche.

Caminaron por las calles de la ciudad unos quince minutos hasta que llegaron a un sushi bar.

―Es aquí, dime que te gusta el sushi.

―Me gusta.

Entraron y se sentaron a comer. Al principio se notaba que ambos se sentían un poco incómodos, pero Rindou empezó a hacerle preguntas a Kazutora sobre su época en el instituto y en la universidad, y fue completando sus respuestas con anécdotas propias.

Cuando llegó el postre los dos ya se lo estaban pasando muy bien, parecía que el de cabello lila tenía que tomarse dos cervezas para soltarse un poco, o eso llegó a notar Kazutora.

Cuando acabaron con la comida Rindou insistió en pedir unas cañas y el maestro estaba demasiado animado como para negarse. Al final el otro se había salido con la suya.

Eran casi las once de la noche cuando Kazutora se levantó a pesar de las insistencias del contrario, no podía seguir dejándose llevar. Rindou recordó que le había dicho que se irían pronto y muy a su pesar pagó la cuenta y salió del local con su nuevo amigo, dispuesto a acompañarlo a casa.

―No lo has pasado tan mal ¿no? ―dijo Haitani con una sonrisa.

―Lo he pasado fatal, eres muy soso ―respondió el profesor con sarcasmo.

―Dentro de poco tendré los exámenes finales y no podremos quedar, pero este verano tenemos que organizar algo.

― ¿Organizar qué? ―Kazutora se rio.

―Yo qué sé. Deberíamos ir a la playa. Baji me enseñó a hacer surff el verano pasado, ¿tú sabes surfear?

―Nunca lo he intentado.

―Pues este verano yo te voy a enseñar a ti ―a Rindou el alcohol lo motivaba demasiado.

―Eres fatal Rindou.

―Supongo —dijo riendo— Dime Rin, Rindou suena muy formal.

Minutos después llegaron al portal del edificio del maestro.

―Aquí nos despedimos, Rin.

―Si... me lo he pasado realmente bien contigo. Espero que podamos repetirlo pronto ―Rindou dijo esto apoyando su mano en el hombro del rubio.

―Seguro que si ―Kazutora sonrió y se dieron un abrazo de despedida. El profesor se dio cuenta de que el abrazo duraba más de lo que debía, pero el alcohol que llevaba en las venas hizo que se dejara llevar.

Se separaron despacio, sin romper el abrazo y sin que a Kazutora le diera tiempo a reaccionar, la boca de Rindou se topó con la del rubio. Kazutora no se movió ni un milímetro y los labios del otro se movieron lentamente durante unos segundos. Después de eso el de cabello lila se separó rápidamente y se tapó la boca con la mano.

―Tengo que subir ―alcanzó a decir Kazutora.

―Si... yo también tengo que irme ―parecía no sentirse muy bien y el maestro lo notó.

―Lo he pasado bien, buenas noches.

―Buenas noches.

Kazutora subió a su apartamento y cerró la puerta tras de sí.

¿Por qué lo ha hecho? Sabía que no tenía que haber quedado con él. Quizás solo fue el efecto del alcohol, o quizás yo le gusto un poco. No puede ser, mañana tengo que dejarle claro que no va a pasar nada. Aunque por otra parte, es un hombre bueno y guapo, sería perfecto para olvidarme de mi estúpida obsesión. ¡No! No puede pasar nada. ¿Pero qué digo? Me siento como si le hubiera sido infiel a baji. Estoy loco, definitivamente loco. Entre el sensei y yo no ha pasado nada, todo ha estado en mi mente todo este tiempo. Tengo que olvidarlo cuanto antes y Rindou sería perfecto para eso, podría acabar gustándome y todo.

teacher's; bajitora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora