O22

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―Creo que deberíamos ducharnos ―sugirió Baji.

Ducharnos. ¿Juntos?

―Si... El baño está por ahí, yo... Tomaré unas toallas.

Baji se metió en el baño y al rato se escuchó el grifo de la ducha. Kazutora tomó las toallas y entró también. La cortinilla estaba puesta y no podía verle.

Él está al otro lado... Esto es irreal, ¿cómo pudo haber pasado?

― ¿Vas a quedarte ahí parado todo el rato o vas a acompañarme? ―la cabeza del sensei se asomó y lo miraba seriamente.

―No, ya voy.

Se unió a la ducha, pero se quedó fuera del radio del agua, detrás de Baji, que continuaba con su ducha. Los nervios volvieron a hacer efecto en el maestro, después de todo lo que habían hecho...

Tomó el jabón y comenzó a enjabonarse sin estar mojado. Baji se giró y lo miró extrañado.

―Ups, perdona, no te estoy dejando agua ―lo dijo mientras pasaba su brazo alrededor de Kazutora y lo acercaba a él para después ponerlo a justo debajo del chorro.

Nunca había sentido esa vergüenza con sus antiguas parejas. Tampoco había sentido nunca lo que sentía por ese hombre. No llegaba a entender cómo pensaba y eso lo hacía volverse inseguro de todos sus actos.

Kazutora dejó que el agua le cubriera y unas manos llenas de jabón comenzaron a rodearlo al mismo tiempo que cubrían su cuerpo de espuma. Era muy agradable. Baji se le frotaba la espalda, los pectorales, el abdomen.

Se paseó también por su trasero, sus muslos y luego masajeó su entrepierna desde detrás. Dejó el jabón y se pegó a su espalda, abrazándolo. Kazutora abrazó sus brazos.

Ahora ambos se encontraban bajo el chorro, disipando el jabón de sus cuerpos durante el abrazo.

Sus miembros volvían a estar muy duros. Kazutora notó el de Baji en su trasero. Parecía no tener suficiente de él. Llevaba tanto tiempo deseándolo que ahora no lo iba a dejar estar solo con lo que habían hecho.

Antes de que Kazutora pudiera dar el paso y actuar,  le agarró por la nuca y puso su cara contra la pared de la ducha. Una bomba de calor explotó en el estómago del rubio, eso lo había puesto muy cachondo, sobre todo porque no se lo esperaba.

Baji había sido muy dulce y tierno antes y ahora lo agarraba con fuerza. kazutora tenía las manos apoyadas en la pared y la espalda arqueada, dejando su trasero en pompa a disposición del sensei.

Con una mano aún aferrándose a su cuello utilizó la que le quedaba libre para introducirle de golpe dos de sus dedos y empezar a meterlos y sacarlos con rapidez.

El calor de kazutora aumentó, se mordía los labios para aguantarse los gemidos. Baji sacó los dedos e introdujo su pene de una estocada. Más calor. Ahora las dos manos bajaron para colocarse en las caderas y poder sujetar al moreno mientras lo embestía con fuerza.

Las embestían mantenían un ritmo salvaje, seguramente Baji podría seguir así el día entero. A kazutora le había dolido al principio, pero el placer que sentía era con diferencia muy superior a cualquier daño que pudiera tener.

El rubio gemía y gritaba, no podía contenerse más, ya no le importaba nada, no le importaba lo que pudieran pensar los vecinos o lo que pensase Baji, tenía que disfrutar eso al máximo.

Cuanto más gritaba más fuerza ejercía el pelinegro.

―Kazutora... no sabes cómo me estás poniendo... ―el maestro quería responderle, pero no podía, sus embestidas ahogaban sus palabras y solo le dejaban gemir.

Cada vez eran más intensas, el maestro no entendía cómo aquello podía ir a más, pero lo agradecía. El nivel subió hasta el punto de no retorno y ambos se corrieron al mismo tiempo. Kazutora dejó su huella en la pared y Baji en su interior mientras se desplomaba sobre su espalda.

―Lo siento... me he pasado un poco. ¿Te he hecho daño?

―No... ha sido... impresionante.... ―los dos jadeaban, rendidos.

― ¿Te ha gustado más que el de antes? ―preguntó Baji.

―Esta noche, toda, está siendo la mejor de mi vida.

Los dos salieron y se secaron con las toallas. Fueron al cuarto y se tumbaron en la cama.

―Me gustaría ser tu novio  ―soltó Baji de repente.

―Ya lo habías dicho antes.

―No con esas palabras, y quería que quedase claro.

―Me encantaría que fuésemos novios.

Baji lo abrazó y kazutora le siguió el abrazo. Todo estaba siendo perfecto, ese hombre era perfecto para él. Se taparon con la sábana para poder dormir, desnudos.

Antes de poder cerrar los ojos, el maestro notó cómo un iceberg se aparcaba bajo sus piernas.

― ¡Ah! ¡Estás congelado!

―Caliéntame.

― ¿Cómo puedes tener los pies tan fríos después de lo que hemos hecho?

―Siempre los tengo fríos.

― ¡Ah! ¡Pero deja de arrimármelos!

―No seas así... Tú estás muy calentito, comparte.

―No puedo dormir así, ¡quita de ahí!

Se pelearon un rato, kazutora le apartaba los pies y Baji se los ponía cada vez en peores sitios. Hasta que el sensei se puso encima y le agarró por las muñecas.

―Ahora no puedes hacer nada ―dicho esto, empezó a besarle el cuello y de el cuello pasó a la boca. Baji podía ser muy persuasivo cuando se lo proponía.

Cuando Kazutora se estaba empezando a calentar, el sensei paró y volvió a tumbarse y a abrazarlo. Se había salido con la suya y ahora el maestro le calentaba los pies con los suyos.

Novios. Baji keisuke es mi novio. Y estoy durmiendo con él ahora mismo. Esta noche ha sido indescriptible, él es indescriptible. Nunca había sentido tanta pasión por una persona.

teacher's; bajitora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora