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Pasaron un par de meses. En ese tiempo kazutora decidió contestarle a los mensajes a Yuzuha, pero nunca volvieron a hablar del tema de la ruptura ni de Baji.

Se había distanciado de sus compañeros de trabajo y su relación con sus nuevos alumnos no era tan buena como con los del año anterior.

Los días que antes pasaban lentamente, ahora parecían no durar nada. Kazutora cumplía con su rutina diaria como un robot.

Ir al trabajo, hablar con los padres, preparar ejercicios, corregir exámenes, hacer la compra, preparar la comida, y dormirse con la televisión encendida.

No podía permitirse un momento en el que su mente se pusiera a pensar por sí sola. Si la dejaba irse volverían los llantos y la angustia.

El dolor de su pecho aun no había desaparecido, pero después de un tiempo logró acostumbrarse a él.

Esta última semana había decidido volver a salir a correr. Con todo lo sucedido se había abandonado un poco. Volvía a tener agujetas y el dolor de sus músculos le hacía olvidar el del corazón.

Antes de eso no salía de su casa si no era estrictamente necesario. Sus colegas de trabajo le insistían en que los acompañara cada fin de semana, pero siempre obtenían la misma respuesta.

Llegó un punto en que desistieron de preguntar y tan solo lo miraban con culpa y lástima.

Yuzuha tampoco insistía, y eso era raro. Pero se dio cuenta de que algo grave había pasado y que necesitaba tiempo de verdad.

Ese fin de semana se encontraba en el parque, corriendo temprano por la mañana, cuando una voz lo llamó desde lejos.

― ¡Ka-kazutora!

El profesor se giró para ver de quién se trataba, esa voz le resultaba familiar.

―Kazu... ah, ah... si que corres rápido... dame un segundo...

Era Rindou, iba en chándal, y parecía que también estaba haciendo deporte.

―Hola Rin, cuánto tiempo.

―Si verdad. Bueno... ¿cómo estás? Hace mucho que no sé nada de ti.

―Estoy bien. ¿Y tú?

―Bueno, ya me ves, entrenando un poco. Ahora que tengo que sustituir a Baji tengo que volver a estar en plena forma.

― ¿Le sustituyes?

―Ah, claro, no lo sabes. Baji se fue hace un mes a Estados Unidos. No sabe cuándo va a volver, así que mientras no encuentran otro profesor adecuado, yo hago de su sustituto en el gimnasio.

― ¿Se... ha ido?

―Eso parece, y bastante lejos.

―Si...

―Pero no te preocupes. Oye, había pensado que quizás podríamos ir a tomar algo más tarde, para ponernos al día y eso...

―Me gustaría pero estoy algo ocupado hoy. Lo siento.

―Ah, bueno... en ese caso mándame un mensaje cuando estés libre.

―Si...

Se despidieron y kazutora se fue corriendo. Corría cada vez más y más rápido, hasta llegar al punto en el que sus pies apenas tocaban el suelo.

Llegó hasta el rincón más alejado del parque y se apoyó contra un árbol.

― ¡Por qué...! ¡Por qué, por qué, por qué! ¡Maldita sea! ¿Por qué sigue doliendo tanto...?

Kazutora golpeó el tronco del árbol hasta hacerse sangre en los nudillos y luego se dejó caer sobre la hierba cubriéndose la cara con las manos, mientras ahogaba un profundo llanto.

teacher's; bajitora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora