FINAL

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La vida normal se le atragantaba Cada día prácticamente lo mismo.

Había vuelto a salir los fines de semana con sus compañeros o con Yuzuha. Vio a Draken unas cuantas veces, aun seguía siendo amigo con Yuzuha, pero nunca ninguno de los dos mencionó a Baji.

No era necesario mencionarle. El dolor en su pecho se lo recordaba cada día. No había pasado una sola noche sin pensar en él.

Desde lo del juicio había vuelto a reír. Había recuperado su sonrisa, ahora la tristeza la llevaba por dentro. En algunos momentos volvía a decaerse, pero lograba ocultarlo distrayéndose.

No se planteaba volver a salir con nadie, ni se le pasaba por la mente. Rindou se lo había propuesto hace poco, pero no podía imaginarse estar en los brazos de otro hombre que no fueran los del sensei.

No se imaginaba con otra persona, de ninguna manera. De esta forma le sería difícil avanzar en su vida, pero si no era posible estar con la persona que amaba, ¿qué sentido tenía reconfortarse con otra? Sería como estar engañándose a sí mismo y a la vez haría sufrir a otro.

Ya había pasado medio año desde la última vez que lo vio. Medio año... y su imagen no se había disipado, lo recordaba como si todo hubiese sucedido ayer.

Por esta época fue más o menos cuando se conocieron.

La primera vez que lo vio en aquel bar, ¿él se dio cuenta de su presencia también? Probablemente no. Kazutora siempre fue consciente de la diferencia que había entre ellos.

Él era alto, guapo, seguro de sí mismo, rico, y kazutora era una persona del montón, sin ninguna habilidad a destacar. El cómo pudo tener la suerte de que alguien como Baji se fijase en un mero profesor de escuela como él, era todo un misterio.

Quizás no estaban hecho el uno para el otro, quizás a Baji le vaya mejor sin él.

Kazutora pensaba esto casi cada día, en esta ocasión se encontraba en su casa, en el sofá, con la tele encendida y un té en las manos. Poca atención le prestaba al nuevo programa de preguntas y respuestas que se estrenaba ese mismo día.

Fuera llovía mucho. También llovió los días antes de que él saliera a correr y se hiciera el esguince, esa lluvia creó un pequeño hoyo que provocó su desliz y lo llevó al hospital.

Aquel hospital en el que conoció el nombre de ese hombre, recordaba la primera vez que se tocaron, cómo él le ayudó a levantarse del suelo en esa sala de espera.

Tan amable..

Gracias a eso pudo ir a su primera clase. Donde lo vio por primera vez con su traje de artes marciales. Tan recto y tan serio.

Con ese traje del que tantas veces tiró, que tantas veces desaflojó para dejar ese torso al descubierto.

El traje negro igual al que le regaló, con su primer cinturón. Le regaló algo verdaderamente importante para él. Y nunca lo llamó para pedírselo de vuelta.

Kazutora se sentía mal por estar en posesión de algo tan preciado. Pero ahora no podía devolvérselo, ya no sería capaz de aguantar la compostura frente a él.

Sería... una buena excusa para volver a verle... tan solo... unos minutos, ver si está bien y listo. Cuando regrese, yo... ¿Por qué pienso en esto ahora? De todas formas... seguro que no quiere verme...

Ya no caían lágrimas de sus ojos, hace tiempo que aprendió a llorar hacia dentro.

Bebió un sorbo del té, pero aun estaba algo caliente y al apartarse se derramaron unas gotas sobre la manta que tenía encima.

teacher's; bajitora Donde viven las historias. Descúbrelo ahora