Capítulo 2

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Wallrose no era un lugar muy seguro, al menos no para ser la torre más importante de toda la ciudad, Jungkook apenas tuvo que mover dos dedos para dejar inconscientes a los dos guardias humanos que fingían vigilar en la entrada trasera. No tenían Cyborgs ni a nadie de seguridad de primer nivel. Tampoco fue muy difícil entrar, una cualidad de los lobos era su fuerza sobrehumana, sobre eso él también era silencioso, no le costó mucho burlar las cámaras de seguridad e ingresar al piso donde estaba el dinero.

Creen que un marginado de los sectores bajos jamás podrá entrar a su fortaleza, ja imbéciles.

Ni siquiera se molestaron en colocar alarmas de seguridad, le fue demasiado fácil sacar cuatro fajos de billetes de una de las cajas fuertes.

La música sonaba en la azotea, Debussy.

Solo la aristocracia tiene derecho a escuchar música clásica.

Jeon Jungkook apretó el cuarto fajo de billetes y varios terminaron estropeados.

Odiaba a los aristócratas del sector uno, los odiaba tanto como odiaba a los electores, a la guardia de Cyborgs y a la gente que se quedaba mirando su cicatriz del ojo derecho. Esa larga línea que iniciaba desde su ceja, atravesaba su parpado y terminaba en su mejilla. No le gustaba que las personas lo miraran demasiado.

Pero había algo que gradecía a su linda cicatriz, y es que la gente en los sectores bajos en Kreals solía ser muy hostil, era una cacería constante: el fuerte aplastaba al débil, el lobo devoraba al corderito. Así que un aspecto intimidante siempre venía bien.

Terminó de guardar el dinero y cerró la caja. Antes de irse, y sabiendo que era una locura, sacó de su mochila las seis bolsas de estiércol que había recogido del tiradero en los barrios bajos y las esparció en todo el lugar.

Escribió algo en una nota y la dejó sobre el elegante sillón donde esos bastardos se sentaban a hablar sobre sus mierdas.

Jungkook sonrió al ver el desastre que había hecho, abrió la ventana y saltó.

(...)

-Eres un loco bastardo.

Jungkook sonrió con autosuficiencia y se acostó en el viejo sillón.

-Lo sé, -respondió mirándolo, el muchacho estaba demasiado ocupado revisando los fajos de billetes- ¿Sabes Namjoon? podrías al menos agradecerme, literalmente no tengo obligación de hacer esto.

El aludido suspiró, Jungkook escuchó perfectamente ese suspiro.

-Entre alfas debemos apoyarnos ¿no?

Jungkook sonrió de forma sarcástica.

-Por su puesto -se puso de pie y comenzó a caminar con los brazos cruzados- Pero entonces, amigo Namjoon, me he colado en el sector uno, he burlado la seguridad con el riesgo de que me encuentren, descubran lo que soy y en el mejor de los escenarios me maten, solo para robar una pasta de dinero... -se puso frente a él, Namjoon era más alto, pero el aspecto de Jungkook siempre fue más intimidante-... únicamente para que mi amigo vaya a quien sabe donde a gastarlo en quien sabe qué, oh y sin decir gracias.

Namjoon no era un tipo agresivo ni sarcástico como él, era alguien sereno e inteligente, que no le gustaba robar ni dañar a nadie, podía bromear con él, pero Jungkook sabía que jamás le robaría, ni siquiera a los ricos. Evidentemente había una razón por la que aceptaba ese dinero sucio, razón que por supuesto periferia reservarse.

-No te hagas el inocente, tu disfrutas de lo que haces, ¿Crees que no te vi meter esas bolsas de excremento en tu mochila? Estoy seguro de que les dejaste un regalo.

Yo mataría monstruos por ti- KOOKMIN OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora