Capítulo 18

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Encontraron la mochila una fría mañana. Estaba a tres metros de la puerta de la cabaña y se veía tan rara, como un objeto que no encajaba en un paisaje que no lo recibía.

Jimin fue el primero en verla, porque Jungkook había salido por leña y comida muy temprano y por lo visto la mochila no llevaba ahí el tiempo suficiente para que la notara.

Se quedó observándola por la ventana, se debatía si salir a investigar o no. Jimin era desconfiado, y aunque aparentaba ser valiente, en el fondo siempre tenía miedo. La diferencia era que ahora podía hacer las cosas, aunque las piernas le temblaran. Aún así llevaba días con problemas para moverse, los músculos se le entumecían y ni toda la ropa del mundo podía hacerlo entrar en calor, lo único que lo mantenía lucido y estable era Jungkook, solía abrazarlo la mayor parte del día para darle un poco de calor.

Jimin suspiró arrojando los últimos leños a la chimenea. Tenía las manos congeladas, las frotó y miró la ventana. Quizás hubiera sido diferente, si Jungkook no le hubiera contado todas esas cosas horribles sobre el mundo y la gente que vive en él, tal vez podría armarse de valor y salir a revisar. Las posibilidades dictaban un destino diferente, pero nunca le gustó eso de seguir el camino, y las decisiones que había tomado tuvieron sus consecuencias. ¿Se arrepentía? No, y agradecía al tiempo y a las enseñanzas de cierto alfa por ello.

En casa, en esa cueva en la que vivió desde niño no había muchos problemas con el invierno, porque el frío nunca lo alcanzó, siempre se quedó arriba junto a todo lo demás. Ahora no era solo el frío, ahora era también todo lo demás. Porque, a pesar de que el mundo era muy bello de cierta manera, había muchos peligros en él.

Jungkook le enseñó a lidiar con ellos, y toda esa habilidad física de la que carecía era recompensada con una excelente respuesta cognitiva ante situaciones problemáticas. Así fue como aprendió que antes de actuar primero se debía analizar.

La mochila era negra y hacía un gran contraste con el color blanco de la nieve.

¿Quién la había dejado?

Las opciones era pocas y aterradoras.

La primera y menos probable era que el mismo Jungkook lo hubiera hecho. Tal vez había encontrado provisiones y de alguna manera había consiguido una mochila dónde guardarlas, luego la dejó fuera de la casa porque no quería despertarlo.

Y sí, esa era la más absurda.

Luego, la segunda era peligrosa y alarmante. No quería considerarla, pero las probabilidades existían y de solo imaginarlo le dieron ganas de salir corriendo: Los ciborgs del ejército. Y esa cosa era un anzuelo que lo haría caer como un conejo en una trampilla. Era fácil, dejabas la carnada a plena vista, te ocultabas en la oscuridad y esperabas a que la presa cayera. Luego la cazabas. La idea tenía sentido, pero por más ágiles que fueran esas cosas era imposible que no los escuchara, según lo que Jungkook le había contado eran ruidosos y cualquier lobo, alfa, beta u omega, tenía la capacidad para escucharlos. Además, llevaban semanas sin señales. Jimin descartó la segunda opción con un gran alivio.

Finalmente, la tercera, a la que todavía se debatía si le tenía miedo o no:

Los otros lobos.

Era la posible. Que los hubieran encontrado y tal vez querían ayudarlos.

No le gustó la idea, principalmente porque pensar en otros alfas lo alteraba. No conocía a nadie, solo a Jungkook, y en ese momento él no estaba. Jimin estaba solo.

¿Y siempre vas a hacerte el cobarde?

Una voz le habló, una voz que se parecía mucho a la suya.

Yo mataría monstruos por ti- KOOKMIN OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora