Capítulo 10 |SEGUNDA PARTE|

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SEGUNDA PARTE

Lo que fue del lobo 

Renacieron de las cenizas, como el ave fénix. Pero ya no quisieron volar, por temor a ser derrumbados de nuevo.

Tomas Edison dijo un día que la meta de la evolución era la no-violencia, "Hasta que no cesemos de dañar a otros seres vivos aun seremos salvajes", pero la cosa es que Edison no vivió lo suficiente y los demás sí, nosotros vivimos lo suficiente, quizás demasiado. Darwin habría estado orgulloso y aterrado de ver hasta donde llegó la humanidad en la búsqueda de la supervivencia. Demasiado egoísmo, porque el ser humano siempre se creyó superior, y si Edison viviera seguramente inventaría algún artefacto que regresara el tiempo para poder extinguirlos antes de que lo destruyeran todo. Nadie jamás podrá saber qué sucedería entonces. Si me lo preguntaran a mí, bueno, yo le diría a que dejara las cosas como están.

(...)

Años atrás cuando la tierra aún era un lugar fértil, el mundo era habitado por los lobos. Vivian en los bosques, alejados de las ruinas que alguna vez fueron ciudades humanas. Los metamorfos vivían en manadas que se distribuían por todos los continentes. Solían tener un sistema de gobierno monárquico que les había funcionado durante años. Sin embargo, se diferenciaban de los humanos por una razón: ellos no tenían presidente, ni emperador, ellos tenían un líder. El alfa líder, el encargado de protegerlos, de mantenerlos a salvo.

El bosque era su hogar, y todo ser vivo lo sabía: se alimentaban mutuamente. La energía de los lobos mantenía al mundo funcionando, así que la propia naturaleza les brindaba protección, alimento y alojamiento. Ellos siempre la respetaron, era su casa.

Pero llegó el día del ataque, y ni la propia naturaleza, ni la fuerza de los lobos pudieron contra la maldad humana.

(...)

El bosque estaba en calma, el aire emanaba un olor a humedad y pino fresco, era de cierta forma familiar, como si toda la vida lo hubiese llevado dentro.

Los arboles eran enormes, se alzaban hacia el cielo con gracia, como gigantes que custodiaban su reino, listos para defenderlo ante cualquier amenaza. Eran tan impresionantes que una persona promedio se sentiría insignificante a su lado, una pulga, una cosa de nada. Resultaba muy interesante como esos gigantes eran imperceptibles a la lejanía. Desde la ciudad era imposible notarlos, pues la nube de intensa neblina los cubría como una capa. La gente de Kreals no tenía idea de lo que se ocultaba tras la muralla de troncos secos a las afueras del sector 5.

Había una extraña calma en el bosque, aquellos árboles se balanceaban con suavidad, danzaban al ritmo del viento.

¿No era extraño? Como la calma llega después de la tempestad, pero el sentimiento de perdida siempre permanece.

Un pequeño río atravesaba entre los árboles, junto a él el pasto tembló, solo un poco, en un movimiento apenas perceptible. Un segundo después un venado atravesó el sendero a toda velocidad, tras él el lobo de pelaje oscuro hizo acto de presencia, saltó desde unas rocas con la intención de cazarlo.

Protección, repetía su cabeza, protección y hogar.

Era bien sabido que la mente de un lobo siempre tendía a ser más simple que la de un humano, los lobos eran seres instintivos, menos racionales, menos complicados.

Hogar, pensaba, casa, y luego se volvía a repetir como una grabación en bucle: "compañero".

Aterrizó, el lobo negro finalmente había atrapado a su presa. La cicatriz en su ojo izquierdo y sus colmillos afilados de daban un aspecto peligroso, cualquier criatura se pensaría dos veces antes de acercarse y él lo sabía.

Yo mataría monstruos por ti- KOOKMIN OMEGAVERSEDonde viven las historias. Descúbrelo ahora