Capítulo 30: Rojos carmín

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HIJOS DE LA NOCHE

HIJO DE LA LUNA

CAPÍTULO 30: ROJOS CARMÍN

YoungSoo y Hikaru eran un par muy distinto al de Scorpius y James.

El primero era un joven de rasgos coreanos, ojos oscuros, tez morena, cabello teñido de rojo cereza y un atuendo conformado por marcas más caras de lo que pude imaginar; mientras que el otro era un japonés que parecía medir casi lo mismo que Víctor, de piel aperlada, ojos finos como los de una serpiente y una sonrisa amable.

Sus estilos los hacían parecer como un ricachón presumido junto a alguien más sencillo con buen gusto para la ropa. De hecho, con lo poco que oí de ellos aquella última noche del año me pareció suficiente para haberme hecho una idea muy parecida a la que veía.

Un relámpago recorrió el cielo nocturno apenas cerramos la puerta. No hubo un trueno, tampoco se avecinaba lluvia; era Aylan, quien mandó una señal al resto de la familia para avisar que los Sallow llegaron sanos y salvos.

La escena me recordó a nuestro primer beso y me pregunté si todo el asunto de la electricidad fue causado por él o si yo fui quien lo alteró lo suficiente para que ese detalle sucediera.

Obtuvimos un aullido como respuesta.

—Otro humano —YoungSoo dijo y miró a mi hermano con detenimiento.

Fueron sus primeras palabras y me parecieron un poco hostiles, como las de un príncipe cruel viendo a un simple pueblerino o una víbora inyectando su veneno mortal a su víctima; sin embargo, apenas me encaminé hacia el lugar en donde estuve sentado antes, lo descubrí con un intento de semblante serio y tranquilo.

—Hablaré con los muchachos mientras tú haces lo tuyo, lucecita —nadie se inmutó al apodo.

—¿Qué me harán? —Donovan preguntó, desconfiado.

Su corazón pegó un brinco apenas el japonés dio un paso hacia él.

Yo no cuestioné nada porque confiaba en mi líder, en Iris.

—Sé pelear —amenazó, aunque, hasta cierto punto, también mintió.

Hikaru sonrió (lo que formó pequeñas arrugas alrededor de sus ojos) y se sentó en un lugar cercano a mi hermano para tomarle de las manos.

Le pidió que tuviera confianza en él y le explicó con mucha calma que cada criatura tenía un poder especial y que el suyo era la curación (algo un tanto inútil, ya que tanto vampiros como demonios cicatrizaban rápido).

Don me miró unos segundos y al percatarse de mi calma, accedió.

—Todos estamos listos —murmuró Young una vez Aylan y yo lo acompañamos al recibidor. El frío se colaba por las pequeñitas rendijas de la puerta de madera vieja—. O, por lo menos, lo intentamos...

Pareció decirlo más por sí mismo que por el resto.

En su voz se notó un indicio de pena y dolor, por lo que creí que él fue muy cercano a cualquiera de los implicados esa noche (Iris, Crystal o Ethan).

—Apenas cruzamos el portal se sintió un aura tan... Pesada —confesó—. La zona parece una muy distinta a la que nos describió Iris cuando recién se mudaron.

—Tétrica y sin luz —le dio la razón mi novio. Sujetó mi mano con fuerza, pese a que sudaran, porque comenzó a temblar—. Apenas salimos a buscar a Don, pareció como si el espíritu del bosque se hubiera apagado... Ya sabes, los colores no eran los mismos de siempre... Tío YoungSoo, yo...

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