Trono de Cuervos

09. Raizel.

09.
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Era increíble cómo podías acostumbrarte tan rápido a situaciones de mierda.

No era la primera discusión que tenía con Cas, por lo que ya sabía el patrón que seguiría, él no me hablaría hasta haberse distraído de su enojo, pero igual tiraría de mi mano para que lo siguiera como una marioneta.

Tras salir del apartamento de Constantino, el mutismo continuó otra vez, me escoltó a mi habitación como si fuera un guardia de prisión.

No tenía ganas de ir, lidiar con la de por sí complicada familia de Cas, el desprecio de Constantino, sumado al desdén usual de Cavale y, aun así, todo eso podría esfumarse, si no fuera por la sonrisa siniestra de Caín.

Su rostro afilado y cazador, el sadismo que mostraba al saberte a merced de su trampa.

Puse mi mente en alejar esos pensamientos.

Elegí una falda de tiro alto y una blusa cruzada al cuerpo, no haría ningún esfuerzo de más por esa noche.

Aunque sí alisé mi cabello para que cayera en un azul más uniforme.

Cas me recorrió por completo antes de abrirme la puerta del auto, pero no dió mención de nada.

──Cariño, no vas a pasar así la noche, ¿o sí?

Ahí estaba, el momento de torcer el brazo, él había sido lo suficientemente decente como para hacer el primer movimiento, y yo tomaría mi oportunidad para ceder, cedería, porque siempre era así, todos cedían con Cassio Karravarath.

──Bonita ──insistió.

Tiró de las mangas de mi abrigo para acercarme, abriendo el enorme tapado hasta deslizar una de sus manos. Mi cuerpo no tardó en tensarse.

──¿Ya no crees que esté haciendo un drama?

Me dedicó una sonrisa de labios cerrados, sus ojos de un oliva brillante cuando se acercó a rozar mi mejilla, un beso leve mientras acariciaba la piel desnuda de mi vientre.
Alguna vez fueron del tipo de cosas por las que caía.

──No quise decirte eso, lo sabes ──Acarició el botón de mi falda, con suavidad, su voz tan baja como un susurro──. La idea de verte con ese tipo me volvió loco, es todo.

──Podrías haber hecho que lo expulsen ──resentí.

Cavale podría ser un imbécil, todo lo cretino arrogante que cabría en una persona, pero se había esforzado por conseguir esa plaza, puso todo su empeño en mantener un promedio intachable y el tonto sabía como siete idiomas por sus clases extra.

A Cassio claro que no le importaba nada de eso.

──Bueno, como sea, no debería haberse acercado a ti, solo quería llamar tu atención.

──Tienes una forma rara de pedir disculpas.

Su expresión seguía en esa arrogancia condescendiente.

──Lo siento, olvidemos todo.

Para él era fácil, porque yo no le había gritado delante de todos sus compañeros, para después obligarlo a tragarse toda la bronca y subir al auto con la cabeza baja.

Sabía que susurrarían sobre mí, sobre Cavale, incluso sobre sus amigos que habían intentado interceder.

«Son humanos, volátiles, no están bien educados, eso se gana Karravarath por tratar de mezclarse con ellos».

Intenté rebuscar toda esa ira impotente, pero se había evaporado para dar paso al desdén y la indiferencia, una irritación lista para tomar el control.