24. Raizel | Vanidad & Prestigio.

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24.
VANIDAD & PRESTIGIO.


La gala se llevaría a cabo en el Gran Hotel Soberano, donde me habían amenazado solo por un par de horas atrás.

No tenía ganas de asistir después del desafortunado encuentro con Constantino y la desaprobación de mi tésis, pero debía jugar el papel de buena novia y apegarme a la guerra de no escándalos.

Eso no difería demasiado de lo usual.

Al llegar, la gala ya había dado comienzo, me comporté como la correcta y perfecta novia que siempre era, me coloqué a la derecha de Cas y sonreí mientras los disparos llegaban desde todas partes.

Debía cuidar mi apariencia, cultivarla, no demasiado seria o tranquila o podría resultar aburrida, tampoco muy frontal o extrovertida, o podrías incomodar a alguien.

Lo mejor es conseguir una imagen misteriosa y enigmática, todos aman a las mujeres misteriosas, porque pueden imaginar la personalidad que más les guste para ellas, sin tener que lidiar realmente con enfrentarlas.

Las palabras de Mirna siempre encontraban su camino para desquiciarme.

Por suerte las fotos no se alargaron demasiado.

El salón era enorme y sobrio, una elegancia de pisos pulidos de mármol blanco y columnas pétreas del mismo inmaculado, candelabros como arañas plateadas colgaban desde el techo y había dos escenarios armados, uno junto a la escalera con la banda sinfónica tocando alguna pieza clásica que debía ser del gusto del candidato a ministro, otra con un podio vacío y sin ningún público particularmente expectante.

Lo que sí me llamó la atención, fue distinguir a tantos miembros del Cenagal asistiendo, muchos de ellos todavía portando el uniforme negro reglamentario, con botas altas y pecheras de botones blancos.

Según había entendido se buscaría recaudar fondos tanto para los Centinelas como para la Casa de Donantes de Alta Relisia.

Donantes era una palabra muy linda para lo que hacían, así sonaba como una labor altruista, miembros que benefician y enorgullecen su comunidad.

Los abnegados que mantienen la nación en pie.

En realidad, se trataba de la gente que donaba sangre para mantener algo de comida sobre su mesa.

Los vampiros no comen, les resulta igual de necesario que para nosotros tomar una copa de vino.

A cambio de permitir la cosecha y utilización de recursos para alimentación, debíamos pagarlo con sangre, de forma literal.

En las Gex los donantes no existían, sino que cada familia estaba obligada a dar una ración por mes.
Por esto, la mayoría de las familias tenía varios hijos, para repartir las donaciones entre más miembros, pero mientras más aumentaba la población en las Gex, subía también la cantidad que sujetaba a cada familia.

Lo que lo volvía un círculo infinito.

Mi familia tenía la ración disminuida a solo una tercera parte (entre los ocho que somos), eso es lo que gané con mi estancia en Senylia, si conseguía el pase, ya no estarían atados a ninguna racionalización.

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