44. Cavale | El delirio de un paraíso.

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44.
EL DELIRIO
DE UN PARAÍSO.

Cuando llegué al laboratorio, una protesta me esperaba al frente de las instalaciones, pancartas y carteles expulsando a los humanos de Senylia.

Me extrañé al observar el espectáculo, pero aun así avancé hasta llegar a la fuerza de seguridad que ejercía un cordón entre ellos y la entrada del edificio.

Un policía me dijo que cruzar estaba prohibido, tuve que mostrar mi pase a los laboratorios y solo entonces dos oficiales me escoltaron rodeando la multitud.

Una botella me impactó justo en el pómulo izquierdo, muy cerca del ojo, no tardé en comprobar que el corte sangró.

Escuché más gritos y tumultos, luego un oficial me obligó a avanzar hasta el edificio.
Una vez dentro, la mayoría rehuyó de mi mirada como si fuera un paria, así fue hasta cruzar a la zona del laboratorio.

Astarte fue la primera en quien reparé, sus ojos se alarmaron al verme, pero fue el profesor Asier quien se acercó para hablar con el oficial que me había escoltado.

──Estoy bien, no pasa nada.

Pero aun así el oficial intercambió más palabras con el profesor.

Raizel me señaló la enfermería y la seguí sin objeciones.

Ella cerró la puerta detrás de nosotros, la enfermería era un cubículo pequeño más veces ocupado por Azquen y sus accidentes que por cualquier otra persona.

──¿Qué fue lo que ocurrió? ──indagó cuando estuvimos solos──. ¿Te duele?

──Estoy bien.

Ella no pareció convencida.

Astarte limpió la herida con cuidado, disfruté de sus atenciones aunque el golpe no estaba tan mal, admiré la preciosa concentración con la que me atendía.

──Son protestas, por los furia, creen que es peligroso que estemos en la ciudad si vamos a convertirnos en... eso ──expliqué──. Pero sabes que terminarán en nada, como siempre, ¿de qué se alimentarán si nos echan?

Astarte oscureció sus ojos al mirarme.

──Sabes cómo lo hacen en la Vieja Alianza.

En esos lugares las Gex dejaban de ser solo un criadero de animales, personas eran sacrificadas como reses, se obligaba a las mujeres a parir cual ganado y los donantes eran la única opción de vida más o menos decente para alguien.

Astarte se dejó caer contra el escritorio, mi sangre todavía le manchaba los dedos cuando la limpié.

──Rechazaron mi plaza en el programa ──murmuró──, me dieron de baja por «comportamiento inapropiado», eso fue ayer, hoy estuvo circulando el video de nosotros en el club.

Dejé la gasa manchada con sangre a un lado de ambos, sobre la mesa, retrasando tanto la acción como para darme tiempo de pensar.

──¿Y qué? ¿Te van a condenar por serle infiel al imbécil de Cas?

──Creo que Constantino lo hizo por Lessar, debe sospechar algo.

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