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—Mierda, ¿Cómo estas Erk?

—No fue grave, la greba hizo su trabajo, solo sangra un poco. No esperaba que pueda usar trucos como ese, por eso es que son tan peligrosas las bestias inteligentes.

La loba cumplió su objetivo, crear una debilidad para explotarla y conseguir ventaja. Sangre se podía ver en sus dientes cuando gruñó antes de volver a atacar.

El combate se prolonga con constantes ataque y retiradas, resultando en pequeñas heridas tanto para los caballeros como para la loba. Los hombres comenzaban a respirar con fuerza demostrando su cansancio.

Ella aprovecha esto realizando un ataque letal y decisivo, pero a la vez peligroso. Erk se encuentra entre un árbol que no perdió sus hojas en el otoño, por lo tanto acumuló nieve. Su compañero utiliza esto golpeándolo fuertemente en el tronco con su espada.

—¡Nosotros también podemos usar trucos!

La nieve cae sobre la loba disminuyendo su velocidad y movimiento. Erk lanza una estocada mortal directo al cuello, el cual ella logra esquivarlo por centímetros, de todas maneras, su pata delantera recibe un profundo corte del cual emana sangre que tiñe su pelaje.

Erk no desaprovecha la oportunidad y continúa presionando, lanzando ataque tras ataque arrinconando a la loba, que sumados los ataque del otro caballero la dejan sin sitio para escapar.

Ezer, todavía en el suelo, mira estupefacto la lucha. Al verla arrinconada su sangre comienza a hervir y un extraño instinto le decía la ayude. Levanta la daga del suelo y corre en línea recta empuñándola.

Erk no necesitaba darle órdenes a su compañero, años de lucha juntos les permitió crear una confianza inquebrantable y coordinación tácita. Arrinconaron al lobo, solo faltaba el golpe final, aunque con mucho cuidado ya que cuando presionas a un animal, más peligroso se vuelve. Estaba a punto de dar un paso adelante a la vez que levantaba su espada para asestar el golpe, cuando siente una terrible punzada de dolor en la espalda.

Una daga negra como la muerte penetra hasta su riñón, ignorando la armadura, haciendo que caiga de rodillas soportando su peso en la espada a modo de bastón.

Ezer retira la daga rápidamente del cuerpo haciendo que un torrente de sangre se escurra por la herida infringida. Se queda inmóvil, con la mente en blanco, sin saber que hacer a continuación.

—¡Erk! —Su compañero responde de inmediato al ver su estado y sus ojos se llenan de furia sin razón al ver la daga ensangrentada que Ezer sujetaba con firmeza.

Combates honrados y sangre derramada por causas justas, ese era su ideal, su convicción. Pero cuando ve a su compañero quien fue apuñalado por la espalda sin misericordia u honor por un niño, hace que lo enfurezca desde lo más profundo de su alma. Pero la furia sin razón es uno de las mayores debilidades en el campo de batalla, y la loba no lo deja pasar. Mordió fuertemente el brazo que sujetaba la espada hasta que se escucharon los huesos crujir y la sangre emanar como si estuviese el brazo cercenado.

La fuerza del ataque hizo que el caballero perdiera el equilibrio y cayera al suelo, intentó levantarse al mismo tiempo que buscaba el cuchillo de su cintura con su otra mano, pero unos dientes oscurecieron su vista y desgarraron su cuello.

El grito se escuchó por todo el bosque y Ezer distinguió claramente como la piel y carne se desprendían de los hombros y cuello del hombre en el suelo.

Erk intento blandir su espada, aunque lo único que consiguió fue perder su punto de apoyo y caer al suelo sin fuerzas, estaba a apunto de desmayarse por la pérdida de sangre.

El blanco de la nieve y rojo de la sangre que la teñía lentamente creaban un espectáculo macabro y sin piedad.

Cuando Ezer volvió en sí, la loba lo miraba fijamente y en sus ojos pudo distinguir, casi como si hablara, sus intenciones.

—Sígueme. —Eso parecían decir.

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—Mi señor, la señal fue lanzada detrás de esta colina. —El grupo que se había separado volvió a reunirse con el Vizconde y se encontraban en estos momentos en la base opuesta de la colina donde se había lanzado la esfera de fuego al aire.

—Apresurémonos, no es propio de Erk tardar tanto. Ya deberían haberse reunido con nosotros si atraparon el niño. —Podrían parecer pocos los caballeros que escoltaron al Vizconde en su viaje, pero son la elite de su familia. Además, trabajaron hombro a hombro en luchas creando un perfecto trabajo en equipo que, sumados a la magia del propio Vizconde, crea una fuerza más que suficiente para un simple viaje a las fronteras del Norte.

No tardaron en llegar a la cima y comenzar a descender de ella, los árboles y terreno impidieron ver el estado de sus compañeros hasta que estuvieron en frente de ellos.

El Vizconde vio impresionado como dos de sus mejores hombres yacían en el suelo alrededor de enormes círculos de sangre en la nieve. Los caballeros a su lado se apresuraron a comprobar el estado de los que a simple vista parecían cuerpos sin vida, mientras que el soldado no-muero estaba inmóvil con su hacha protegiendo a su amo.

—¡Mi señor! El comandante Erk sufrió una puñalada en la espalda directo sobre un riñón, su vida corre peligro, ahora mismo estamos tratándolo. Aunque no podrá moverse por sí mismo y necesitamos llevarlo a un doctor rápidamente... —Recupera el aliento y vuelve a hablar, pero esta vez con un tono más sombrío y deprimente. —En cuanto a Terer... su cuello y hombro están desgarrados, probablemente por una bestia y las huellas apuntan que es un lobo. Señor, está al borde de la muerte... estoy seguro que sería un honor para él que usted encomendara su alma a Niva.

—El borde de la muerte es mi especialidad. —Boron se acerca al hombre cuyo cuello sigue emanando la poca sangre que le quedaba, coloca sus rodillas en la nieve y sus manos en las mejillas blancas, casi sin sangre, de Terer. —Puedo salvarte si lo deseas, aunque en parte dejarías de ser tú mismo. Puedes buscar justicia y vengarte con el tiempo que te otorgue. Sin embargo, hay un precio... ¿Estás dispuesto a abandonar tu humanidad?

Terer movió sus ojos de arriba abajo ya que era lo único que podía hacer. Comenzaba a temblar de frio a medida que la sangre dejaba su cuerpo.

El Vizconde nunca tuvo consideración con sus sujetos de prueba. Si necesitaba niños, los secuestraba y silenciaba a su familia con dinero u otras formas más radicales. Pero debió conseguir la aprobación de su subordinado debido a la moral de sus otros caballeros, más que por respeto.

Perfecto, por primera vez tengo un cuerpo ideal... un caballero de su nivel ¿Que poder conseguirá? Tengo que tener cuidado, es una magia muy compleja y puedo fallar. La diferencia entra la muerte y la vida es muy grande, pero él está en la frontera de ambos... es perfecto. —El Vizconde tuvo que esforzarse para que no aparezca una sonrisa en su rostro.

A través del bosque retumbo un grito humano que fue transformándose en algo distinto, algo más oscuro, tanto que helo la sangre de cualquiera que lo escuchase.

La Leyenda del NorteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora