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—Por estas razones le agradeceríamos si pudiese darnos alguna información. —Abriendo el pergamino completamente, Erk lo muestra al hombre que tiene en frente.

—¿Un niño? Ehh... No, no lo he visto, además con ese cabello gris tan llamativo... no, estoy seguro que no. —Rel lo dice con un rostro sincero que no da lugar a dudas.

—Entiendo, agradezco su tiempo. —Sin desilusionarse ya que no esperaba nada, Erk esta apunto de volver a subir a su caballo cuando Rel lo detiene.

—Pero vi hace unos días unas huellas pequeñas, tal vez de un niño... Si tuviera algo para poder recordar mejor... —Extendiendo la mano y con el sarcasmo de sus palabras deja en claro que es lo que quiere.

Odio a esta clase de bastardo. —Erk vuelve a acercarse y saca dos monedas de plata de su bolsa y las deposita en la mano del hombre al mismo tiempo que lo insultaba en su mente.

—Si puedes demostrar tu información y esta resulta útil, te daré una moneda de oro como recompensa. Pero si en cambio es una mentira...

—Claro, claro. Nunca mentiría a un caballero. —Rel tiene una sonrisa natural en su rostro, si Ezer la viera podría notar su falsedad.

Tengo que mostrar algo de codicia para no parecer sospechoso, esta es la mejor forma de desviarlos. Jejeje y de paso gano algunas monedas. —Rel no nota su contradicción ya que la codicia que deseaba fingir era en parte era real.

—Por cierto, mi nombre es Relen. Saber nuestros nombres es algo básico para la confianza.

—Erk. —Con su respuesta seca demuestra que no desea hablar.

De todas formas Rel sigue presionando e intentando ganar cada segundo que pueda.

—¿Ohh? ¿Sin apellido, un caballero como usted? Pensaba que no era posi-.

—¡Silencio! ¿Posee su propio caballo? No podemos perder más tiempo, guíenos al lugar. —Por un segundo pierde la compostura, pero la recupera y desvía el tema perfectamente.

—Claro, claro. Cuando más rápido tenga esa moneda de oro mejor. —Sabiendo que no puede cruzar más la línea, Rel prepara su caballo y avanza junto con Erk y el soldado.

Los apellidos eran algo que solo los nobles poseían, no era necesario para un campesino que pasaba toda su vida en los campos y moría sin que nadie los recordase. Los caballeros, por otra parte, solían ser los hijos no herederos o personas que obtuvieron ese título en el campo de batalla.

Erk atraviesa el bosque con la guía de Relen llegando a un claro y la base de una colina. El pastizal estaba algo húmedo por las recientes lluvias y esto sumado al calor del sol hacía que traspiración comenzara a escurrir de su frente.

Relen se baja del caballo y se agacha en el suelo observándolo detenidamente, Erk al notar esto sigue si ejemplo.

—Las lluvias borraron casi todo, pero se puede notar que hubo movimiento... Mmm, en la colina también noté huellas, quizás las rocas las protegieron de la lluvia.

—Si, definitivamente una persona estuvo aquí... y una no muy grande. Avancemos hasta la colina. —Erk no pierde tiempo montando su caballo y lidera la marcha siguiendo los vagos rastros y su intuición. No era la primera vez que buscaba a alguien, así que tenía mucha experiencia en el campo.

Un poco más atrás, Relen va al ritmo del soldado y le propone algo extraño.

—Veo que también usas un arco, pero te quedan pocas flechas. Te daré algunas ya que estos sitios son peligrosos. —De su carcaj saca un puñado y se las entrega.

El soldado duda un momento, pero las acepta reconociendo el hecho de que no le quedaban muchas después de meses en el bosque y varios encuentros con animales salvajes y bestias.

Casi en la mitad de la colina se detienen, seguir más adelante con los caballos sería difícil.

—Las rocas están removidas y hay pequeñas huellas... Puede que haya sido él.

Mientras Erk está en cuclillas inspeccionando, Relen repentinamente gira la cabeza y escucha atentamente. Unos segundos pasan, pero solo el viento se puede oír, hasta que algo se mezcla junto con el sonido del viento. Relen tiene una ligera sonrisa en el rostro y apresura a su caballo a girar en la dirección opuesta.

—¡Mierda, la moneda de oro! Pero no hay tiempo... ¡no hay tiempo, pero lo vale! —Luchando consigo mismo mentalmente Relen se decide a actuar.

Mi información fue cierta, así que quiero mi recompensa. —No puede evitar apresurar sus palabras.

—Tienes razón, cumplo con lo prometido. —Saca una moneda del bolso y antes de que pudiera hacer algo más Relen se la arrebata, sube a su caballo corriendo y se van en la misma dirección por la que vinieron.

Estupefacto, Erk sigue teniendo la mano extendida y pensando en lo que acababa de suceder. En ese momento, nota algo extraño en el ambiente y recuerda el comportamiento de su guía y para acentuar sus preocupaciones, pequeñas rocas comienzan a vibrar.

Desvía la mirada hacia arriba y su rostro palidece. Corre con todas sus fuerzas hasta llegar al caballo y tira de las riendas lo más rápido que puede, para ese momento el soldado también notó lo que se acercaba y estando ya en su caballo tarda menos tiempo en retroceder.

Una estampida de casi veinte enormes cabras descendía hacia ellos, el suelo temblaba y los caballos aumentaban su velocidad sin necesidad que sus jinetes lo ordenaran. La pendiente dificultaba a los caballos, pero no a las adaptadas cabras que saltaban de roca en roca cuando era necesario.

Por alguna razón todas se centraban en el soldado en vez de Erk, y al notar esto, él se aleja sabiendo que no puede hacer nada más en la situación en la que se encuentran.

Sudor frio corría por la espalda del soldado al girar la cabeza y ver la cabra más grande casi encima de él, estira las riendas con todas sus fuerzas casi dejando el cuello de su caballo en vertical.

La cabra alfa al reconocer que las flechas que tenía el soldado eran iguales a la que le hirió hace poco tiempo, no duda y lanza al caballo junto con el jinete a dos metros en el aire y cuando caen al suelo la manada sigue su ejemplo.

A la distancia Relen deja escapar un suspiro de alivio al ver la escena.

—Casi no lo logro, pero valió la pena. —Lanza la moneda dorada al aire y luego la guarda en su bolsillo. —¿Eh? ¿Uno logro escapar? Bueno, al menos cumplí mi parte, mas no puedo hacer Ezer.

En ese mismo instante, cuando las últimas palabras dejaron su boca, un destello rojizo explotó en el cielo siendo visible a kilómetros.

Erk quien todavía estaba galopando intentando alejarse de la colina, levanta la vista y sus ojos se agudizan al ver la señal.

—¡Por fin!

Comienza a dirigirse hacia la luz roja en el cielo.Pero esta vez no escapando, sino dando caza.

La Leyenda del NorteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora