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Frente a las puertas cerradas del gran salón se encuentran con Leiner quien los esperaba a un a un lado de esta, soportando su peso con el bastón con una clara expresión de dolor e incomodidad.
—Quiero hablar con él un momento.
—Con tu hijo... — Laira responde con una voz filosa y ojos que reflejaban rencor.
—Ahh... — Un suave suspiro escapa de los labios de Leiner. —Si, con mi hijo. — Inclina la cabeza, y cuando la vuelve a levantar, pareciera que todo su cansancio se hubiera esfumado avanzando con paso firme sin que se escuche el golpeteo del bastón por el suelo.
—Hijo. — Leiner coloca firmemente su mano sobre el hombro de Ezer. — Los Inmerlan están orgullosos de tu compromiso, recuerda representarnos con el mismo nivel de vanidad y honor. —Ezer agacha la cabeza decepcionado, él quería un cumplido directo de su padre, al menos una vez en su vida. —Recuerda, habrá docenas de personas que querrán herirte y lo expresarán abiertamente. Otras, en cambio, serán amigables esperando el momento adecuado para clavarte un puñal por la espalda, ten especial cuidado con esas víboras. — Pareciera escupir las ultimas palabras mientras se perdía en sus memorias por un segundo.
—S-si... padre...
—¡Responde con confianza! Ellos no te harán nada... al menos al principio. Intercambiaremos cartas constantemente ¿Recuerdas el código de la familia?
—Si, de memoria.
Todo miembro de sangre directa Inmerlan aprendía de pequeño una técnica de criptografía única de la familia la cual tenia una docena de combinaciones posibles que cambiaban con unos símbolos clave. Se podría decir que era un lenguaje propio que hasta los mas inteligentes les tomaba un año de intenso aprendizaje.
—Van a usarte para algún fin. No te creas la excusa de que te llevan para ser tus tutores y profundizar las relaciones entre las familias.
En algún momento, durante la conversación, Leiner vuelve a apoyarse sobre su bastón exhausto de pretender tener mas fuerzas y mostrar un frente fuerte a su hijo.
—Esta también es una oportunidad para nosotros. Aprende de ellos cuanto puedas, cualquier cosa sirve, rumores o incluso que comidas prefieren. No omitas nada, yo juzgaré que datos son importante y cuáles no.
—No voy a decepcionarte padre.
Ezer pronuncia esas palabras también para sí mismo, esta era su oportunidad de serle útil a la familia y no solo encerrarse en la biblioteca a leer antiguos libros recubiertos de polvo.
—No lo harás, tienes mi sangre, ya eres fuerte solo por eso. —Con arrogantes palabras Leiner empuja ligeramente a Ezer hacia las puertas del salón. —Ahora ve, adelántate y muestrales que puedes caminar erguido sin necesidad de tener alguien delante.
Ezer asiente y, luego de mirar inconscientemente a su madre en busca de seguridad, respira profundamente para abrir las puertas cruzar el umbral.
—¿Cómo llegamos a esto...? ¿Dónde nos equivocamos tanto para no tener fuerzas siquiera para defender a nuestro hijo? —Laira se acerca a su esposo tomándolo del brazo y lo ayuda a distribuir su peso.
—Empezó hace muchos años, pero fue esto. —Leiner agarra fuertemente y con rabia unas de sus piernas — Lo que termino de condenarnos. No fui o soy capaz de sobreponerme a esto.
—Vamos, sigámoslo. Solo orgullo puede mostrarse en nuestros rostros.
Laira y Leiner caminan juntos en perfecta armonía cruzando el umbral al igual que su hijo, era imperceptible que uno se apoyaba en el otro, solo se podía ver al señor y la señora del castillo caminando con perfecta dignidad.
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Los pocos caballeros de la familia estaban alineados en dos filas, con espadas al pecho sujetas por ambas manos, creando un pasillo en el salón por el cual Ezer y sus padres avanzaban. El ambiente era tan pesado que casi era palpable. Su hermano mayor estaba en una esquina inmóvil, viéndolos pasar.
—¡Niño! ¡A pasado el tiempo y veo que estas creciendo magníficamente! Tu cabello delata a la familia que perteneces. — Ezer tembló ligeramente, pero se recompuso y saludo al Vizconde con su mano en el pecho e inclinándose ligeramente. A partir de ahora, sus órdenes determinarían el destino de su vida.
—Es un honor volver a verlo mi señor, estaré a su disposición. — La mirada gélida del Vizconde estaba penetrando hasta sus huesos.
—Bien, veo que al menos le enseñaste a tu hijo algo de modales
—Por supuesto, es mi orgullo después de todo —Leiner responde.
—Oh... ¿Orgullo? ¿Entonces por qué me estas cediendo tu orgullo? —El rostro de Leiner se distorsiona ante la humillación y la furia en respuesta a esas palabras del Vizconde.
—Es... un honor que mi hijo este bajo la tutela del Vizconde Boron, estoy seguro de que aprenderá mucho. —Podía sentir la sangre en su boca luego de pronunciar esas palabras.
—No tengo mucho tiempo así que nos vamos niño, sígueme y entra al carruaje. —Boron se da media vuelta y se dirige a las puertas de salida sin responder a la cortés despedida del dueño de la fortaleza.
—Adiós hijo. —Su madre coloca sobre Ezer una pesada capa hecha de pieles de animales para protegerlo del viento y frio.
Ella tenia miles de cosas para decirle a su hijo, pero sabia que no tenia tiempo, todo lo importante ya se lo había dicho.
—Adiós... Madre. —Ezer cruza las puertas y es azotado por el gélido viento y nieve. Nunca le gustó mucho salir del castillo, debido a sus ataques nadie le exigían mucho y simplemente lo ignoraban. Ocupaba su tiempo leyendo libros en la enorme biblioteca que sus antepasados dejaron. Pero él no sabía que en el futuro la nieve seria su cama y el viento su canción de cuna.
Y así Ezer dio su primer paso a su destino oscuro, el cual él iluminaria por su cuenta con ayudas y traiciones, amores y muerte.
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La Leyenda del Norte
FantasiTraicionado por su familia, Ezer no tiene más opción que dirigirse hacia las frías tierras del Norte donde reinan las bestias. Perseguido por hombres a su espalda y por bestias delante, debe valerse de sus instintos para sobrevivir aceptando ayudas...