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—ahh... ahh... El que ríe último, ríe mejor. —Esas palabras simplemente aparecieron en su mente, a pesar de nunca haberlas escuchado.
Pero el zorro no se inmuta y en sus ojos casi se puede ver su risa como si dijera.
—Tienes toda la razón.
Antes de que siquiera pudiese sacar una flecha, un fuerte resoplido lo distrae. Una cabra de montaña está a pocos metros de él, si fuera una común y corriente Ezer simplemente la ignoraría, pero esta tiene el tamaño suficiente para que su cabeza llegue a sus hombros.
Además, está acompañada de por lo menos veinte más de casi el mismo tamaño. Todas mirando fijamente a Ezer y bajando la cabeza ligeramente, mostrando sus cuernos curvados hacia atrás.
Ezer vuelve la mirada al zorro y juraría ver una sonrisa. Estaba seguro, tanto el escurridizo animal como las cabras eran bestias, de hecho, casi todos los animales con los que se encontró cerca de la frontera fueron bestias mágicas a excepción de algunos como el conejo que ahora tiene el zorro.
Baja su arco lentamente intentando expresar su deseo de no hacer daño, sabía que eran seres inteligentes, pero no cuanto lo eran. Dando pasos hacia atrás, intentando evadir las rocas peligrosas, Ezer se aleja lentamente.
En el momento en el que todo parecía bien, dos pequeños cabritos que antes no se encontraban en el lugar se acercaron rápidamente hacia él con pasos curiosos. Es demasiado tarde para detenerlos y la manada toma el curso de acción que consideraban más apropiado, eliminar cualquier posible amenaza hacia sus crías.
Cuando la primera cabra empieza a descender hacia él, Ezer no duda un segundo y se tira por la pendiente deslizándose y colocando las manos sobre su cabeza. Rocas impactan sobre su cuerpo y su ropa se rasga a cada metro que baja generando pequeños cortes y raspones.
Cuando se detiene, observa rápidamente hacia arriba notando que no lo siguen. Sin esperar un segundo, comienza a correr alejándose de la colina utilizando hasta lo último de oxígeno que sus pulmones podían ofrecerle.
Detrás de él y sin que lo note, una sola y única flecha vuela a través del aire hasta impactar en el trasero del líder del rebaño que ni siquiera logró atravesar la capa de piel de la bestia. Esta desvía la mirada furiosamente hasta encontrar al mismo niño y el arco en su espalda.
Segundos después, Ezer nota a las veinte cabras descendiendo de la colina y persiguiéndolo haciendo que el suelo tiemble. La adrenalina le da un ligero empujón de fuerza y corre más rápidamente, no puede dejar de pensar en su mala suerte con bestias y su encuentro con el oso.
A doscientos metros de él, un hombre guarda su arco en la espalda y se sienta a disfrutar del espectáculo.
—Muéstrame tu limite. —Luego de esas palabras, sonríe para sí mismo.
Ezer continuaba corriendo a través del bosque eligiendo atajos y caminos que no lo retrasarían. Su experiencia lo ayudaba a diferencia de la primera vez que puso pie en el bosque, ahora podía tomar decisiones rápidas juzgando las señales que le daba la naturaleza.
Si la vegetación, pendiente e incluso la humedad estaban presentes, esto indicaba que muy probablemente había un río cercano. Que es exactamente lo que Ezer buscaba ya que no importa cuán rápido corriese, no puede equipararse a sus perseguidores.
—Si me detengo a dispararles con mi arco me alcanzarían en un segundo. Además, no creo que una flecha sirva contra veinte de esas cosas. —A pesar de que la adrenalina estaba en su punto límite, Ezer mantenía la calma.
—Pero a este paso me van a alcanzar... —Casi al límite de su visión Ezer nota un risco que se extiende por todo el horizonte.
—No puedo rodearlo y tampoco se su profundidad máxima, aunque las copas de los árboles del fondo me dan una idea estimada... ¿Arboles? —En ese instante se le ocurre una idea, pero todo su ser desea rechazarla a pesar de que no puede hacerlo.
—¿¡Por qué cada vez que tengo que escapar tiene que ser con acciones suicidas!? —Gritó con todas sus fuerzas al cielo, descargando su tensión y nerviosismo por lo que iba a hacer.
Comenzaba a sentir el temblor del suelo debido a las pesuñas de las bestias cuando corre directamente al precipicio y con un árbol como objetivo, salta intentando no pensar en las consecuencias.
Fueron menos de tres metros los que cayó hasta llegar a la primera rama de la copa del árbol, pero esta se rompió por su peso y fuerza acumulada, así también la segunda tanto como la tercera que resistió su peso por unos segundos solo para romperse lentamente al final con un sonido característico.
Ezer cayó al suelo sin aire y sintiendo que todos sus huesos y músculos le dolían, luego de comprobar que nada estaba roto, observa la cima del risco de treinta metros y ve al macho resoplar y darse vuelta unos segundos después.
Aún en el suelo, y con las piernas y brazos extendidos, Ezer comienza a reír fuertemente, alguien lo viera pensaría que estaba loco.
—¡Jajajajajaja! Eso SI que dio miedo... ¿No Lia..? —Por costumbre pronuncia su nombre y la busca con la mirada, pero nadie está a su lado, esto lo deprimió a pesar de que hace un momento se estaba riendo a todo pulmón.
—Ya pasó más de un mes... ¿Cuándo te volveré a ver?
Levantándose del suelo, comienza a buscar uncamino para llegar a la cabaña de Rel claramente rodeando e intentando noencontrarse con las cabras de nuevo.
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La Leyenda del Norte
FantasiTraicionado por su familia, Ezer no tiene más opción que dirigirse hacia las frías tierras del Norte donde reinan las bestias. Perseguido por hombres a su espalda y por bestias delante, debe valerse de sus instintos para sobrevivir aceptando ayudas...