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Tan pronto como el cuerpo posa su mirada sobre las bestias, el ambiente parece enfriarse aún más. Pero este era un frio extraño, parecía tocar mas el alma que la piel.

En ese momento Ezer se da cuenta del futuro que lo espera.

—Nigromante... es un nigromante. En el momento que no les sirva yo... —Recordó las palabras del Vizconde, sentía como la oscuridad junto con la desesperación lo envolvían. Se quedo inmóvil, con la mente en blanco y sin saber que hacer.

Pero en ese momento, como si fuera un reflejo, su mano toca la empuñadura de la daga que tenía en su cintura. La desenvaina y observa las iniciales grabadas en ella, L y E.

—Madre... —Recordó sus palabras que estaban en su mente como si fueran grabadas con fuego.

—Sin importar la obscuridad que te encuentres avanza y atraviésala, no busques la luz... sé la luz. —Repitió esas palabras una y otra vez hasta que una llama de vida comenzó a manifestarse en sus ojos.

Por primera vez estaba completamente solo, y a la merced de otras personas quienes podrían decidir su vida o muerte.

—No quiero esto, no quiero que mi futuro sea controlado por alguien. Yo quiero elegir en donde morir y la forma, yo... quiero controlar mi propio destino.

Ezer abre la puerta opuesta de donde se encontraban los caballeros y el Vizconde luchando junto al cuerpo reanimado. Respira profundo y lentamente, luego observa el penetrante y oscuro bosque y se adentra en el con una determinación inquebrantable.

Lo siento padre, no voy a poder cumplir con tus expectativas otra vez. —Ezer se lamenta, pero esta emoción se esfuma rápidamente a medida que la adrenalina del escape recorre su cuerpo y lo ayuda a atravesar la gruesa nieve que llegaba hasta sus rodillas.

Ezer se adentra hacia lo desconocido.

Los rayos de sol golpeaban su espalda mientras corría por los bosques sin hojas y repletos de nieve. El terreno se elevaba gradualmente hasta terminar en una pequeña colina que daba una buena visión panorámica del área, pero esta pendiente sumada la nieve, dificultaba el avance.

Después de casi media hora logró llegar hasta la cima. Ante sus ojos se extendía un extenso bosque, más allá, las enormes montañas de una cordillera que marcaba el límite de la humanidad. No había señales de que lo estuvieran persiguiendo, a menos que continuasen luchando contra las bestias, ya debieran haber notado su desaparición.

Mi hogar está cerca de las montañas, si voy en línea recta... No, me perdería y tardaría días en llegar. Tengo que encontrar un camino y seguirlo hasta un poblado, estoy seguro que después podré llegar a casa fácilmente en carruaje. —Ezer estaba a punto de avanzar, pero se detiene abruptamente.

Si vuelvo, el Vizconde me encontrará de inmediato y si por algún milagro mi familia me escondiera... No, eso tampoco va a ocurrir. —Deseaba ver a su madre y hermana pero el anhelo de independencia era mayor.

—Quiero controlar mi propio destino, en mi hogar solo hay cadenas y con el Vizconde algo mucho peor... Lo único que puedo hacer ahora es seguir por mi cuenta e iluminar mi propio camino.

Incluso si se quedaba en un pueblo y escondía su identidad, existía la posibilidad de que el Vizconde lo encontrase. Hasta su familia podría capturarlo y entregarlo a los Rolennar de nuevo. Si renunciaron a su descendiente una vez, podrían hacerlo una segunda.

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