21

3 1 0
                                    


—¡Niño despierta! ¡Ya casi llegan! —Rel lo sacude con firmeza.

Ezer tarda unos momentos en procesar la información estando medio despierto.

—¿¡No dijiste que tenía unos días más!? —El sueño se desvaneció por completo, se apresura a colocarse sus ropas.

—Me equivoque, ahora solo tenemos unos minutos. —El aura relajada de Rel se desvaneció por completo y traspiración se veía en su frente.

—Prepara tu equipo y empaca mucha comida, la vas a necesitar. —

Por suerte ya habían planeado previamente, así que todo lo que necesitaba fue reunido en pocos minutos. Armas, ropas, comida y todo lo necesario para cruzar las montañas. Ezer desvía la vista rápidamente hacia la ventana y ve el sol comenzando a mostrarse en el horizonte.

—Niño, no hay tiempo tienes que irte ahora. —Ezer termina de atar sus botas y sale fuera de la cabaña.

Ambos se toman un momento y se enfrentan con una mirada solemne entre ellos.

—Gracias, por todo lo que hiciste por mi hasta ahora. —Ezer produce un saludo de la nobleza mostrando su genuina gratitud.

—Agradéceme cuando nos volvamos a encontrar y pagues tu deuda. —En ese momento saca una daga negra y se la entrega a Ezer.

Ezer duda un momento, pero la acepta y no puede evitar decir las palabras que estuvieron en su mente desde el momento en el que conoció a Rel.

—¿Por qué me ayudaste en ese momento? ¿Por qué me sigues ayudando? —Siempre le quiso preguntar, pero algo lo refrenaba e impedía hacerlo hasta este momento.

—Lo hice por una amiga. Una amiga a la cual le debo mucho. —Emociones profundas se reflejaron en sus palabras involuntariamente.

Ezer comprendía que no podía profundizar más en el tema, así que restringe su propia curiosidad y deshace las preguntas que generó su respuesta.

—Llegaras en un día a las montañas si vas a buen paso. Intentaré distraerlos todo lo que pueda, pero no prometo nada. —Rel extiende su mano para despedirse.

Ezer no la estrecha, en cambio se lanza y abraza con todas sus fuerzas a Rel quien abre sus ojos sorprendidos por un momento, pero luego una sonrisa se muestra en su rostro.

—Por cierto, mi nombre completo es Relen. —Lo dice a la vez que devuelve el abrazo.

El gesto solo dura unos breves segundos hasta que se separan y Ezer le da la espalda con la frente hacia las montañas.

—Adiós Relen.

—Adiós Ezer.

---------------------------

—No creo que sea buena idea. Solo nosotros dos, es muy peligroso. —Acomoda su cabello largo y grasoso mientras sujeta un cuchillo de carnicero en una mano.

—Pff... Conozco estos bosques como la palma de mi mano. Si no quiero encontrarme con una bestia no lo encuentro, y si quiero la encuentro, así de sencillo. Solo tienes que buscar al niño —Or llevaba un hacha en su espalda y caminaba con dificultad por su obesidad.

—De todas formas, tenemos que evitar a los soldados. —Estaba un tanto nervioso y eso se notaba en su voz

—En eso tienes razón, no quiero que me quiten el crédito. Deberían estar en la casa de ese cazador por ahora así que busquemos por otras zonas.

El sol escalaba el cielo gradualmente calentando el ambiente, el bosque y los animales comenzaron a moverse.

—¿No crees que estamos demasiado cerca de las montañas? Oí que cuanto más cerca te encuentras de ellas más feroces son las bestias.

—Exacto, si yo fuera el niño me escondería donde nadie se atrevería a llegar. Pero nosotros somos diferentes, más inteligentes que los demás ¿verdad? ——Traspiración escurría por todo su cuerpo y su respiración estaba agitada.

—Si, si... pero creo que es muy peligroso.

—Son 50 monedas de oro, no te olvides de eso.

—Si, si pero... ¿qué es eso? —Quitando su pelo de sus ojos, intenta ver en la distancia.

—¿Qué cosa? —Or sigue la mirada de su compañero intentando descubrir a lo que se refiere.

Delante, el terreno bajaba y luego volvía a subir. Con pasos firmes y rápidos alguien cruzaba el bosque delante de sus ojos.

—¿Ese no es...?

—Si, ese cabello... tal cual como lo describe el cartel.

Con una sonrisa, saca el hacha que tenía en su espalda. En ese momento todo rastro de cansancio parece desvanecerse de su rostro y solo la obsesión con el dinero permanece.

La Leyenda del NorteDonde viven las historias. Descúbrelo ahora