TIMOTHÉE
A partir de entonces, Paimon había estado presente todo el maldito tiempo. Llegué a conocer los detalles de lo que él quería. En cuanto a Eira, se detuvo y presenció todas esas imágenes. Sabía que la iba a enloquecer, pues pude leer su mente, y pensé que me haría más preguntas de las que ya me había hecho.
¿Cómo era posible que hubiera llegado hasta allí?
Hubo una noche en la que una secta de brujas hizo un pacto con la Legión Ardiente. Intentaron cerrar el círculo de "el manantial de sangre", con la única condición de obtener un alma pura del templo sagrado. Sin embargo, la figura que simbolizaba no era suficiente y la profecía indicaba otra cosa. Paimon se enojó tanto que desterró a todas las brujas de su reino y no paró hasta encontrar nuevos súbditos.
El círculo se concentraba en la perfección del poder, que describía un punto elemental, el resplandor que incumbía a la madre naturaleza y el límite exterior. Lo fijo e inmutable de donde tomaba el portante del movimiento.
Paimon buscaba apropiarse de todo lo que le rodeaba. Era un demonio perverso que lograría sus objetivos con la ayuda de la gran Madame Chandelle, una bruja legendaria que usaba su grimorio para complacer los anhelos del demonio, príncipe de la Legión Ardiente (L.A). Un ser maligno que podía describir la complejidad de la mente humana y normalmente era muy calculador al respecto. Tenía el control de la oscuridad, la facultad de manipular el tiempo y el espacio, mezclar el inframundo con la tierra y moverse libremente por las ondas sísmicas que él mismo producía. Finalmente, nos concedió la inmortalidad a los caídos, demonios, brujas y vampiros de la legión. En caso de alguna manifestación, los desterraba dejándolos atrapados en la oscuridad o los dejaba morir.
¿Y quién era yo en realidad?
Hace mil años, Paimon me designó como uno de sus más fieles siervos y decidió llamarme Timothée Chevalier. Él me encontró fuera de su mansión, con apenas una prenda de vestir que envolvía la parte baja de mi cuerpo. Tenía gotas de sangre en los poros, lodo en las manos y ceniza en el torso.
Antes de ser un caído, primero fui un ángel que bajó del cielo, cuyo pecado era imperdonable. Era uno de esos que se veía como cupido, con alas y una túnica. Sólido e indestructible, disparando ráfagas de luz. Me encargaba de servir al reino celestial, Dios me había asignado la advocación y protección del edén. Pero mi vanidad me llevó a tal punto de perderlo todo, estuve en medio de la miseria y no tenía lugar a donde ir.
«Y aquí estoy, cumpliendo una estupenda misión».
La chica: Eira Bradley.
Paimon tenía mucho que ver con ella.
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Cenizas Del Edén
Paranormal🎖Finalista de los Premios Watty 2023🎖 Asheville, un pueblo maldito. Habitada por un ejército de demonios y otros seres sobrenaturales. Forman parte de la Legión Ardiente. Todo gira en torno a Paimon, el señor de la muerte. Seductor, embustero y p...