🎖Finalista de los Premios Watty 2023🎖
Asheville, un pueblo maldito.
Habitada por un ejército de demonios y otros seres sobrenaturales.
Forman parte de la Legión Ardiente.
Todo gira en torno a Paimon, el señor de la muerte.
Seductor, embustero y p...
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EIRA
Sin saber muy bien por qué, me quedé sin habla. Había pasado por muchas dificultades y me centré en aquel maldito recorrido con el corazón en la garganta. Tuve que apañármelas para soportar el dolor inmiscuido en mi pecho e intentar cruzar la línea. Me aferré a lo que ya estaba sujetada y con el rostro crispado inhalé profundamente.
—¿Has tenido más visiones?
—Algo.
Éramos amigas.
No sabía si aún podía llamarla de ese modo. Casi me sentía un pobre corderito asustado y malhumorado.
—Lamento no haberte llamado y decirte lo mucho que lo sentía. Cuando apenas supe, me asusté mucho y tuve miedo por ti —dijo después de culparla por delatora.
—¿Cómo lo supiste?
—Lo he visto a través de las historias que contaban los ancestros —anunció—. Entonces, pude entenderlo mucho mejor cuando la iglesia cristiana me informó lo que te estaba pasando.
—¿Y se podría saber si... si mi tía tuvo que ver en esto?
Mi cabeza era un caos, pero las palabras surgieron de repente, y su silencio me dio a entender. Sabía que debía afrontarlo en lugar de evitarlo.
—Lo sabía.
—Quise hacerlo mucho antes, no lo hubiera hecho si no me importaras. Fue allí donde me contó todo y tu amistad con ese chico.
—Tal vez hay algo malo en mí —solté con desagrado hacia mí misma.
—Debes dejar de creer en él.
—¿Y si lo que dice es cierto? —Mi voz era palpable como aquella vez—. Parece que conocía a mamá, sobre todo a mí.
—¿Cómo así?
—No lo sé.
También soy parte de esto, todo porque tía insistió y se lo contó a Savannah. Sé que no debía hacerlo, nadaba contra la corriente y terminaba ahogándome en lo más profundo como el de mi pesadilla. Un fragor de derrota al saltar desde un tajo cariacontecida y cada vez perdía la noción del tiempo.
—Todavía recuerdo cuando me hablabas de tus visiones y las pesadillas que tenías —fijó un movimiento de cabello.
—En ese entonces había una fuente roja —respondí no muy segura después de oírla.
Aprovechamos esas dos horas para hablar de lo mal que me había sentido en todo este tiempo y de lo apenada que estaba ella. El recuerdo taladraba y desechaba una masa de repulsión que se incorporaba en una posición incómoda. Ahora solo constaba mantenerme serena y ver de la mejor forma posible.
