🔯 I. Miércoles de Ceniza 🔯

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EIRA

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EIRA


Asheville, Carolina del Norte.

02 de Marzo (2015)

Hora: 7:45 a.m.


Durante el sacramento, el sacerdote Francis de la iglesia pronunciaba:

—Polvo eres y en polvo te has de convertir.

La ceniza simbolizaba la muerte y la vanagloria de las vicisitudes donde se conservaba el ayuno y la abstinencia de comer carne que Dios nos concedía como un regalo para purificarnos de nuestros pecados. Luego venía el rito de la reconciliación.

Mi tía Bernadette y yo éramos muy creyentes. Era como una segunda madre para mí, a la que quería demasiado.

Siempre que íbamos a la congregación nos cubríamos con una capa negra para que nadie pudiera vernos. Al terminar, caminamos hacia la marquesina que estaba cubierta frente a una puerta revestida de metal, y noté que una sonrisa se expandió por toda su cara ovalada cuando entramos en el auto.

Faltaban dos días para volver a Howard Gates después de aquel terrible suceso.

Recordaba mis ataques de sueño.

En mi habitación, bañada de sangre.

Y la sombra de un chico mirándome.

En el fondo, temía más por lo que estaba a punto de suceder. Al menos no quería pasar por lo mismo. Mi recuerdo estaba lleno de acontecimientos espantosos que ni yo era capaz de entender.

Estaba siendo medicada para que finalmente pudiera conciliar el sueño. Papá creía que se trataba de lo mismo, dejando aquellas secuelas en mí. Está bien que quiera ayudarme, sin embargo, no era precisamente eso lo que brotaba de mi pecho dolorido. Siempre había estado en desventaja y no era capaz siquiera de escucharme un poco.

La única verdad es que, durante los ocho años, ha habido premoniciones mucho más profundas que recibir la ayuda de un especialista en psiquiatría.

Tía me sugería que llevara aquel crucifijo en el cuello. Sabía que era la única forma de mantenerme a salvo.

—Querida, ¿todo está bien? —Tía Bernadette me preguntó, justo después de sentir la calidez de su arrebujada mano sobre la mía.

—Lo está.

—¿Sabes? He pensado en que podría llevarte con Savannah la semana que viene. Hace mucho que no se ven.

—No es necesario —negué.

No quería hablar más del tema porque al solo hacerlo no podía coexistir con ello. Con lo mal que se sentía. Por lo demás, no era el momento apropiado para resolver este asunto.

Cenizas Del EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora