🔯 X. En plena agonía la sangre te atrapa 🔯

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EIRA

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EIRA


En cuanto lo vi quise deshacer el nudo que había en mi garganta, pero, fue algo inevitable y pude sentir la necesidad de matarlo. La persona en la que había confiado me mostró de donde venía, a su gente y el color negro que deponía. Me sentí mal por ello. Todo sucedió demasiado rápido; sin embargo, moría por salir de allí, y el de la mirada oscura aprovechó ese momento para alimentarse de mi miedo.

¿Cómo dejaron ingresar a ese cuarteto de estudiantes a Howard Gates?

«Eira, no seas tonta. Ellos tienen ese encanto sobre los demás y capaz de haber falseado todos sus documentos».

Eran unas bolas de desconocidos, guiados por las malas artes y, me refería a que eran distintos, tanto así que podían llevar años viviendo, atacando, incitando y corrompiendo almas. Para que seguir hablando, si estaba condenada a vivir con ello. Iban por mí, deseando con todas sus fuerzas poseerme.

Lo vi esa noche en mis sueños cuando me entraron ganas de llorar, el rubio sostenía una hoja junto a mi cuello, y en la otra mano, traía una herramienta cortante mientras me apretaba con demasiada fuerza.

Estaba atenta a cualquier movimiento.

Mi expresión era de agonía.

El ambiente era mucho más siniestro que antes, con áreas verdes y estaba entre llamas hasta que desperté, desperté de mi pesadilla, era del tipo atroz y parecía ser tan abierta a la realidad.

—¿Eira?

—Oh, dime —masajeé mi cabeza, arrastrando la mirada desde Savannah hacia la de tía Bernadette que sostenía la sagrada biblia entre sus manos. Aún no me había atrevido a hablar y tampoco estaba muy segura de hacerlo.

—Recuerden que esta noche tenemos un compromiso importante al que asistir.

Esas palabras asaltaron mi mente y el aire se sintió denso mientras observaba hacia todos lados con el corazón en un puño.

¡Oh, cielos! Quería mantenerme invisible por un instante, no voy a negar que me sentí incómoda cuando tuve esa sensación de ser cuestionada y sabía que no era factible para mi salud mental. No obstante, no podía faltar a mis creencias y emprender el viaje más largo de mi vida ahondando la fe en mi interior.

—Eira —murmuró, tocándome el hombro.

—Sí te escuché tía.

Cuando pensé que iba a entrar en trance, me mordí el labio inferior; así que dilaté mis pupilas para no levantar más sospechas y actué como la gente normal que encajaba del todo en una funesta conversación.

—La comunidad cristiana nos consagrarán algunas acotaciones en la denominada ceremonia. De igual forma me hablaron maravillas de ti y esperan verte en primera fila con las otras muchachas —dijo agregándole un tono exigente.

Cenizas Del EdénDonde viven las historias. Descúbrelo ahora