🎖Finalista de los Premios Watty 2023🎖
Asheville, un pueblo maldito.
Habitada por un ejército de demonios y otros seres sobrenaturales.
Forman parte de la Legión Ardiente.
Todo gira en torno a Paimon, el señor de la muerte.
Seductor, embustero y p...
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EIRA
"Legión Ardiente".
Mi cabeza no dejaba de dar vueltas.
Pese a la advertencia de tía, mi vida había estado anclada al misterioso chico de Asheville que —cuya apariencia despertó curiosidad en mí— y, quien diría que, de ángel pasó a ser un "ángel caído".
Respiró hondo y se atrevió a contarme. Esto iba a tardar más de lo habitual. Era algo que recordaba de mi infancia y la forma en la que me hacía estremecer. De no estar convencida, habría perdido la cabeza y buscaría darme de baja por varios días en la escuela.
Paimon.
Timothée.
Paimon.
Timothée.
Dos figuras opuestas que viven en un mismo reino. Uno está dispuesto a manipular y el otro a obedecer. Necesitaba su propio sendero de la victoria. Sospecho en que, Paimon podría ser ese chico de sonrisa altiva. Lo tenía justo allí al frente cuando supe que pudo haber tomado cada maldita célula de mí.
Antes de llegar a las escaleras, escuché que la puerta taladraba detrás de mí, la luz era cegadora y pálida. Vi a mi padre dejarse caer sobre el sofá. De inmediato, tía y yo hicimos acto de presencia. Papá puso cara de militar y esta mañana no hubo ni un momento en que fuera a verme.
—¿Puede alguien por favor explicarme que es esto? —Papá arrojó el periódico sobre la mesa. Lo vi muy decepcionado, pero sobre todo, de mí.
—Le pedí que me acompañara —Tía habló, sin mencionar mucho lo que estuvimos haciendo a sus espaldas.
—Te dije que no la metieras en tus asuntos —Los ojos de papá estaban sobre los de ella.
—No fue mi culpa que de la nada se presentara un psicópata que está merodeando toda la ciudad.
—Pudo haber sido cualquiera de las dos —Sabía cuánto le costaría cargar con algo así.
—¡Jamás sucederá! —Tía no pudo contener las lágrimas, ya que fueron tiempos difíciles para todos.
—No quiero ni pensarlo. Una más y Eira no lo podrá soportar.
Hablaban como si yo no estuviera aquí.
Debí haberlo sabido, seguro que nada de esto habría pasado.
—Las pastillas se las toma a diario, así que estará bien —señaló cuando yo simplemente la miré en silencio.
—Solo quiero asegurarme de que mi hija esté bien.
Aunque tenía el poder de la premonición, no sabía en qué momento llegará mi turno, ni por cualquier amenaza que pudiese haber.
—Lo estoy —Intervine en la conversación, aunque no estaba muy segura de ello.
—Hija, es simplemente que no puedo soportar que...
