Luego de aquella motivacional charla, el ruso volvió al set para terminar de grabar aquella escena que contenía una frase que definitivamente se haría icónica entre los fans de la serie y que, posiblemente, le iba a imposibilitar la acción de entrar al mundo de los sueños, el cuál era conocido vulgarmente como "dormir". Unas cuantas tomas fueron necesarias para lograr grabar la escena sin ninguna risa o interrupción de por medio (normalmente cortesía de Gustabo) por la mediocre frase con la que se confesaba el personaje de Horacio que luego sería rechazado con un interminable testamento por parte del comisario de hielo.
Para la suerte de Viktor, el resto del día se pasó casi en un pestañeo, evitando así cualquier tipo de interacción penosa con Horacio e impidiendo que se pusiera en ridículo él solo, ya suficiente tenía que la frase de "me gustas, ¿te gusto?" dicha por el moreno le estuvo dando vueltas a su cabeza todo el condenado día y claro que las indirectas burlas de Greco y Jack tampoco faltaron. Volkov creía firmemente que aquel día se había sonrojado más veces que a lo largo de toda su vida.Pero fue el día siguiente, antes de comenzar a grabar, el que le causó real pánico al peligris, pues digamos que alguien que no debía, le escuchó hablando con ambos de sus amigos sobre el "pequeño crush" (aunque de pequeño no tenía nada) que tenía por el pelirrojo.
—¡¿Te gusta Horacio?! — El rostro de los tres mayores palideció al oír la voz de cierto rubio detrás de ellos.
Con gran velocidad, el pelinegro le tapó la boca con una mano y segundos después los tres mayores se encontraban llevando al más bajo lejos del set hasta encerrarse los cuatro en el camerino de Greco, ya que era el más cercano. Gustabo forcejeaba para que lo soltaran de una vez, viéndose obligado a chuparle la palma de la mano a Conway y que de esa forma se la quite de la boca, cosa que logró enseguida.
—¡Que puto asco! — Exclamó el mayor, limpiándosela con rapidez contra el pantalón.
—¡Te pasa por secuestrarme! ¡Sois unos lunáticos! ¡¿Qué coño os pasa?!
—Shhh... — Dijo Rodríguez, lo último que necesitaban era que más gente se enterara del enamoramiento del ruso.
—Sh y dos cojones, yo me voy de aquí. — García amagó con tomar el pestillo de la puerta, pero el soviético tomó su muñeca con fuerza para detenerlo.
—Tú de aquí no te vas hasta que los cuatro hablemos. — Dijo con seriedad.
—¿Sobre qué? ¿Sobre cómo mi hermano te tiene tonto? — De un tirón se soltó del agarre y se cruzó de brazos, sonriendo de lado al ver el rostro de Viktor teñirse de carmín. —Tranquilo, ruso, no diré nada...
—¿Pero? — Preguntó el trío al mismo tiempo.
—No hay peros. — Dijo con simpleza levantando los hombros.
—Vamos, tiene que haber algo, Gustabo García no hace actos de caridad. — Habló Jack.
—Es cierto, no los hago. — Respondió con sinceridad. —Pero me ando sintiendo generoso, ¿sabes? — Sonrió con cierta fanfarronería. —Tan generoso que te ayudaré para que te acerques a él.
—¿Qué? — Volvieron a hablar al unísono, casi y parecía que lo habían ensayado. Esto ya debía ser un sueño que los tres estaban teniendo en común o aquel chico era un farsante y no era el verdadero Gustabo García.
—¿No quieres? Vale, entonces me voy. — Volvió a acercarse a la puerta pero otra vez fue detenido, esta vez por la voz de Volkov.
—¡No, no! ¡Sí quiero! — Se apuró a decir.
—Bien, lo único que tendrás que hacer es pagarme el almuerzo hasta que Horacio te dé una respuesta positiva o negativa. — Condicionó.
—Pensé que no tenías precio y que te estabas sintiendo generoso. — Le recordó Greco.
—Si, pero cambié de opinión. — Sonrió. Si, definitivamente era el verdadero Gustabo.
Viktor suspiró derrotado y aceptó aquella oferta, de todas formas el precio puesto por el rubio era relativamente bajo comparado con lo que ofrecía. Aquel muchacho era quien mejor conocía a Horacio entre todos los que trabajaban en la serie, por lo que sus "servicios" (que consistían en información a cambio de comida) podían llegar a resultarle realmente útiles, sólo esperaba no comenzar a arrepentirse de aquella decisión, pues le parecía un poco sucio de su parte llegar a un punto donde estaba recibiendo ayuda de parte del hermano del muchacho que no salía de su cabeza.
«¿De qué te preocupas? si fue él quien se ofreció a ayudarte» le dijo su subconsciente, y cuánta razón que tenía. No es como si Viktor hubiera ido a pedirle que lo ayudara. Definitivamente debía dejar de carcomerse la cabeza por las cosas más pequeñas.
—Bien, lección número uno. — El ojiazul casi se lanzó sobre el sofá color café que se encontraba en aquel enorme camerino (tamaño que, para Gustabo, era realmente innecesario o estaba hecho para compensar otras cosas...) —Tienes que hablar. — Dijo sencillo y al punto. —O al menos ser alguien que puede escuchar horas y horas de puros monólogos sobre anécdotas o cosas que le gustan y que se desvían por las ramas unas cuantas veces. — Continuó moviendo un poco la mano. —A Horacio le encanta hablar, pero ojo, que tampoco le gusta hablar con una puta pared, debes ser parte de la conversación o al menos hacerle entender que le estás prestando atención.
—Créeme que eso el ruso ya lo tiene cubierto. — Habló Jack, tomando una silla y sentándose frente al sillón que Gustabo adoptó como suyo al recostarse y subiendo los pies sobre éste a pesar de las insistencias del castaño de que no lo hiciera. —Puede ser callado pero te aseguro que escucha como si se tratara de un jodido psicólogo. Siguiente lección.
—Vale... — Se sentó, estirando ambos brazos sobre el respaldo y cruzando una pierna sobre la otra. —Más vale que recuerdes esto porque no soy un profesor que repite las lecciones, ruso. — Le señaló con la mano izquierda.
—No se preocupe, profesor, puedo recordar esto sin problemas. — Dijo cruzado de brazos y siguiéndole un poco el juego. Necesitaba distraerse de la cantidad inhumana de paciencia que necesitaría para lidiar con el egocentrismo de aquel chico. —Continúe, por favor.
García sonrió divertido. Viktor le caía bien, pero también le encantaba molestarlo. —Lección número dos: Horacio es alguien que le gusta bastante el contacto físico. — Primera cosa en lo que Volkov sabía que debía trabajar aunque sea un poco. No repelía aquel tipo de contacto, pero estaba claro que no se los daba a cualquiera o en cualquier situación. —Abrazos, tomarse de la mano, besos, ese tipo de cosas. — Enumeró con los dedos de la mano. —Aunque también tiene paciencia y entiende si es algo a lo que la otra persona no está acostumbrada. — Aclaró. —Pero toda paciencia tiene un límite, así que no abuses de ella. Tú también debes poner de tu parte, después de todo, una relación es de dos. — Se paró de su asiento y miró al peligris. —Esto no es un "recibo y no devuelvo". — Volvió a cruzarse de brazos. —Porque te recuerdo que Horacio sigue siendo mi hermano y si le llegas a hacer algún tipo de mal, te haré la puta vida imposible.
—No es que no me tome tu amenaza en serio... aunque realmente no lo hago, — Respondió Volkov con simpleza y con un tono sereno. —Pero yo te recuerdo que te saco dos cabezas de altura, levanto el puto pie y ya te pisé, Gustabo... además que tengo más dinero que tú y tranquilamente puedo usar a mis abogados y ponerte una denuncia ahora mismo por amenaza. — Sonrió tranquilo. —Pero no te preocupes, que lo último que quiero es lastimar a Horacio.
—Más te vale. — Se encaminó a la puerta para retirarse.
—¿A dónde coño vas? — Preguntó Greco. —Sólo nos has contado dos cosas, joputa.
—Si, les dí información de más y aún no tengo mi comida pagada. — Abrió la puerta y salió a medias de la habitación. —Dos lecciones por cada almuerzo pagado, queridos comisarios y superintendente. — Les guiñó un ojo y salió de allí.
Los tres hombres suspiraron, esto se iba a hacer eterno, pero al menos tenían algo con qué empezar y ahora Viktor vería como su salario se iba yendo al pagar dos almuerzos por día.
Esperaba que todo esto valiera la pena y no fuera una irrecuperable pérdida de tiempo.
ESTÁS LEYENDO
𝟹, 𝟸, 𝟷... ¡𝙲𝚘𝚛𝚝𝚎!
FanfictionTodos conocen a sus personajes, pero ¿qué pasa cuando las luces y las cámaras se apagan? Portada hecha por @AbsolutVolkacio en Twitter