Capítulo 22

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Luego de aquel día, las semanas pasaron con la mayor normalidad posible. Y con normalidad me refiero a escenas fallidas por las risas, retos y dinero perdidos, almuerzos compartidos y relaciones escondidas. Vamos, lo típico.

—¿Qué prefieres hoy? ¿Calavera u hojas? — Preguntó Horacio, mostrándole a Viktor ambos pasamontañas que tenía en mano. 

El peligris se tardó en contestar, analizando ambas opciones antes de dar su respuesta. —El de las hojas combina con tu pantalón. — Señaló. —Además, creo que la de calavera la usaste en el último episodio.

—Graciasss. — El moreno se colocó aquella máscara y miró a su novio. —¿Cómo me veo? — Dió una pequeña vuelta sobre su eje, mostrando su vestimenta del episodio de hoy y que lograba “ocultar” por completo la identidad de su personaje dentro del show y darle un toque único al mismo tiempo.

Viktor se paró del sillón que había en su camerino y se acercó al menor, levantando levemente su pasamontañas para dejar ver sus labios y plantar un corto beso allí, que fue alargado y correspondido sin ningún tipo de resistencia.

—Hermoso. — La comisura de los labios de Pérez se elevaron, logrando que sus ojos se achinaran un poco por la creciente sonrisa que se estaba formando en su rostro. —Suerte hoy. 

—Llevas más años en esto que yo… ¿acaso no sabes que desear buena suerte da mala suerte? — Un fugaz beso fue robado por "Dan", bajándose la máscara aún sonriente y caminando hacia la puerta. —Nos vemos luego de la escena, guapo. — Su ojo fue guiñado antes de salir, logrando robarle un embobado suspiro al mayor, quién tranquilamente esperaría a que su novio volviera luego de ver la sorpresa que le tenía preparado para ese día.

El escenario de la nueva iglesia de Los Santos estaba lista, los tres actores estaban en sus posiciones y las cámaras preparadas para grabar. Christian se sentó en su silla y al recibir el visto bueno por parte de los tres actores en escena, anunció el inicio de ésta al decir un claro "acción".

—Es que sois unos pillolillos… — Sonrió el Padre, obligando a Horacio a tragarse las risitas que quería dejar salir por la palabra “pillolillos”.

Aunque a Gustabo también le estaba costando mantener su seriedad, continuó con la escena. —Luego hubo una vez… que creo que mi compañero le dijo- — La risa comenzaba a ganarle a ambos jóvenes. —Le dijo que se iba a… comer un culo o algo así. 

Y fue la risa ahogada del propio director de turno la que les hizo perder todo profesionalismo y estallar en carcajadas al trío de actores en escena, debiendo cortar la grabación y comenzar nuevamente desde el inicio de la última línea dicha.

—Ya- ya estoy calmado. 

—Bien… vamos de nuevo. — Anunció Moore, dando la señal para que todo vuelva a empezar.

—Luego hubo una vez… que creo que mi compañero le dijo que se iba a comer un culo o algo así. — Repitió el rubio y él y su hermano tuvieron que usar demasiada fuerza de voluntad para no volver a reír.

—Si, si… pero que en aquel momento no ibais con ese… calcetín en la cabeza… y uno de vosotros era Gustabo y el otro era Horacio, ¿por qué me decís que os llamáis Fred y Dan? — Inquirió con una ceja levantada y cruzándose de brazos.

Ambos hermanos se miraron con “pánico” por haber dejado que sus identidades fueran descubiertas de la forma más tonta posible por aquel cura, comenzando a intentar justificarse entre tartamudeos y el pánico creciente de la posible -y nada agradable- charla que tendrían luego sus personajes con el Superintendente de la ciudad y la cuál estaría compuesta por, en su mayoría, insultos y gritos. ¿La buena noticia? Conway seguramente luego les llevaría a tomar algo. Todo podía ser actuado pero el pelinegro no podía evitar sentirse mal cada vez que aquellos insultos degradantes, machistas y hasta homófobos salían de su boca.

𝟹, 𝟸, 𝟷... ¡𝙲𝚘𝚛𝚝𝚎!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora