Capítulo 37

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Luego de aquel movido día (tanto a la vista de todos como en la privacidad de la casa de los recién casados), la serie tuvo que ser pausada un corto tiempo, pues sus dos actores protagonistas se encontraban festejando su bien planificada y costosa luna de miel por, seguramente, alguna de las tantas islas paradisíacas que había en el Caribe.

Pocos eran los espectadores que se sentían enojados y cansados de la espera por los nuevos capítulos, ya que todos los demás se encontraban demasiado felices por el propio contento de aquellos dos actores que habían logrado convertirse en sus favoritos. Y no solo la audiencia de la serie se sentía de esa forma, sino también aquellos que eran más cercanos a la pareja (amigos, familiares, ¡o hasta los propios miembros del staff donde trabajaban!), enviándoles mensajes casi diarios; sobre todo el pequeño grupo del que formaban parte Horacio y Viktor, quienes buscaban conocer algún tipo de chisme sobre los esposos, pero no obteniendo más que la confusa respuesta de "hoy cenamos pelmeni" la gran mayoría de noches hasta el día de su retorno.

—Tengo sueño —susurró el moreno una vez entraron al coche que habían pedido para que vaya a recogerlos al aeropuerto. Horacio se reacomodó en el asiento, acurrucándose contra el cuerpo de su marido y apoyando su cabeza en su hombro para cerrar los ojos y descansar un poco—. 'Tas calentito y cómodo —agregó bostezando.

Viktor dejó salir una suave risa que evolucionó en un sonoro bostezo que le había contagiado el moreno. —Descansa un rato, солнце —habló por lo bajo, posando uno de sus brazos alrededor del cuerpo de Pérez en un semi abrazo que lograba atraerlo más cerca, queriendo transmitirle el poco calor que su cuerpo desprendía.

Horacio logró dormirse con facilidad, mientras que Viktor había decidido utilizar las pocas energías que le quedaban para mantenerse despierto durante el corto viaje hasta su departamento, ya dormiría luego en la comodidad de su cama junto con su esposo.

El primer día de vuelta en Los Santos había sido bastante agotador para los recién casados, debiendo desempacar y ordenar todo el desastre que Gustabo había hecho con su departamento en los pocos días que se habían ausentado. No había sido una buena idea pedirle que cuide de su hogar mientras ellos no estaban, pero, lamentablemente, el rubio era el único de su grupo cercano que se encontraba disponible para hacer tal tarea y, de paso, cuidar a ambas mascotas que habían sido adoptadas recientemente. Para suerte de Viktor y Horacio, ninguno de los dos había sido víctima del jet lag, logrando que los días siguientes sean más llevaderos de lo esperado, retomando su trabajo en la serie y pudiendo adaptarse a su vida normal sin problema alguno.

O bueno, casi.

—¿Se acuerda de este despacho? —le preguntó Horacio en uno de los tantos días de grabación, apuntando a la pequeña oficina que solía ser propiedad del ex-comisario.

—Aquí... han pasado muchas cosas la verdad —murmuró, siguiendo al director del FBI dentro de ésta, dándole un rápido vistazo a todo el set que había sido reconstruido para aquella escena y que definitivamente les traía más de un recuerdo—. Muchas cosas... —repitió por lo bajo.

—Pero muchísimas —recalcó Horacio con una sonrisa disimulada.

—Creo que... si no recuerdo mal fue aquí donde... —Volkov hablaba mientras miraba su antiguo escritorio, no siendo consciente de que el moreno había comenzado a quitarse tanto la gorra como la bandana y anteojos que cubrían su rostro— os dí una recompensa por un trabajo realizado —el ruso giró a ver a Pérez, sabiendo la línea que seguía y que intentaba que no afectara su profesionalismo para mantenerse serio y la escena.

—Me... gustas, ¿te gusto? —se confesó, con aquel mismo tono que había hecho hace más de cuatro años y el cuál aún causaba las mismas reacciones en Volkov: latidos acelerados, una tonta sonrisa, el fuerte sonrojo en sus mejillas y las crecientes ganas de besarle.

—La verdad es que no, Horacio... no me gustas —respondió con una seriedad que parecía bastante legítima.

—Hostias... ¿más doloroso no, no? ruso de-

—Me encantas —le interrumpió, sonriendo ampliamente y logrando teñir el moreno rostro de cincuenta sombras diferentes de color rojo. Aunque Pérez ya se esperaba una respuesta así, eran cosas a las que aún no lograba acostumbrarse (y a las que seguramente nunca se acostumbraría).

—Eres un- —Horacio empujó levemente a su marido, haciéndole reír— ¡Qué perro! -—rió, nervioso y contagiando al ruso y al resto del staff que se encontraba presente en aquel momento.

Y aunque uno podría pensar que aquel tipo de actitud solo duraría un par de días o tal vez hasta semanas, estaban bastante equivocados. La cantidad de escenas arruinadas por el constante coqueteo de ambos hombres hacia el otro, era algo que ya no se podía contar con los dedos de las dos manos.

Afortunadamente para los directores y cualquier trabajador que tuviera participación en aquella serie, Horacio y Volkov se fueron calmando con el tiempo y volvieron a su conocido profesionalismo... pero bueno, aún había una que otra escena en la que no podían resistirse a arruinar.

—Aquí hay muchos sitios buenos para besarse —comentó Horacio, recitando la línea que se había aprendido y que mostraba de una forma para nada sutil, las intenciones de su personaje para con el de Viktor. Intenciones que no se alejaban mucho de la realidad de ambos actores.

Volkov no respondió. No porque no quisiera, pero así era la escena. Ambos continuaron bajando por las escaleras del edificio al que habían subido, con sus carabinas en mano y queriendo confirmar que la alerta recién ingresada no había sido más que una falsa alarma.

—Pues la verdad que esos apartamentos delante de la playa son muy bonitos eh... para- para disfrutar en pareja —aclaró rápidamente— y... para besarse también —agregó por lo bajo, sintiendo unos cuantos toquecitos en su hombro a los pocos segundos de decir aquello.

Confundido, se giró, sabiendo que la escena no iba así (aunque tampoco era parte de la escena lo último que dijo, pero ese ya era un tema completamente diferente). Apenas quedó frente a frente con su esposo, éste le besó, siendo correspondido en cuestión de segundos con una imborrable sonrisa dibujada en el rostro de Volkov.

Christian rió levemente a la vez que cortaba la grabación. —Horacio, apégate al libreto...

Horacio y Volkov se separaron, el primero con una enorme sonrisa de victoria mientras que el segundo con el sonrojo presente en sus pálidas mejillas y con la timidez comenzando a apoderarse de él.

—Lo siento, pero es que con un esposo tan guapo como el ruso, es un poco difícil, ¿sabes? —contestó, obteniendo un bajo y avergonzado "Horacio, por Dios" de parte de su marido y que fue seguido por el "¡¿Qué?! ¡Si es verdad, no me jodas!" del propio moreno.

Un pequeño regaño fue dado a ambos, pidiéndoles que por favor se concentren, pues iban atrasados con la grabación del nuevo capítulo. Ambos actores asintieron, decidiendo adoptar una actitud un más seria, que... bueno, fue tirada abajo poco después, pero la buena noticia es que habían logrado terminar de grabar varias escenas.

Horacio y Viktor pudieron haberse acostumbrado a retomar su vida normal luego de su luna de miel, ¿pero adaptarse a que ahora estaban casados? eso era un tema totalmente diferente que lograba crear momentos tan tontos como aquellos.

𝟹, 𝟸, 𝟷... ¡𝙲𝚘𝚛𝚝𝚎!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora