Toda la semana fue una locura de emociones. James me había llevado a una inmensa variedad de lugares luego de mis tratamientos. Me había acompañado en cada uno de ellos, hablábamos de lo que haríamos, trataba de leer mis libros preferidos, aunque sabía que no le agrada leer. Yo había tratado de interesarme más en el baloncesto para poder platicar con él sobre lo que le gusta hacer. Cada noche, James se quedaba a dormir. A mi madre no parecía molestarle en absoluto, cuando lo veía en casa su estado era más alegre, supongo que era porque sabía que estar con James me hacía bien a mí.
Ya había pasado una semana desde que Kate se había ido a Francia, no dejaba de enviarme fotos increíbles del paisaje. Las que más adoré fueron aquellas en las que salía ella con una sonrisa plasmada en su rostro. Se veía tan contenta y feliz. Gracias, Lukas, por llevarla allí.
Hoy me ha contactado por videollamada. Kate se encontraba en el hotel, recién había despertado, y Lukas se había ido a comprar un desayuno para ambos. Entonces decidió que sería buen momento para charlar y contarnos los chismes.
Se veía tan hermosa con su sonrisa, mostraba todos sus dientes hablando de lo que harían ese día.
—¡¿Casi te besa?! ¡Da detalles! —le había contado lo que había sucedido entre James y yo esa tarde. No era para tanto, pero sentí que debía decírselo. Kate amaba el cotilleo.
—Sí, Kate, casi me besa— sonreí al verla tan sorprendida, con sus ojos de color miel gigantes—. Los detalles que puedo darte son que estábamos en el parque tomando helado y, no lo sé, se aproximó con intenciones de besarme. Pero un niño pasó con su patineta y el momento se dispersó.
—¡Maldito crío! —reímos al unísono.
—Creo que más bien me ha salvado, sabes... no quiero que las cosas cambien entre nosotros. Necesito a mi mejor amigo.
—¡Deja de decir tonterías! Es evidente que ambos mueren por estar juntos... pero es tu decisión dejar que pase o no —hizo una pausa al sentir el ruido de la puerta de la habitación abrirse.
—¡Hola, Angie! —saludó desde lo lejos Lukas, que recién llegaba. Se veía cómo preparaba la mesa con lo que había comprado. Devolví el gesto.
—Lo siento, amiga, debo irme. ¡Te llamo luego! ¡Hoy iremos a ver la Torre Eiffel! Te mandaré cientos de fotos.
—Las espero con ansias— sonreí a la cámara—. Adiós.
—¡Adiós! —dijo Kate, y colgó la llamada.
Giré a mi derecha y me sorprendí al verlo allí, entrando con bolsas entre sus manos.
Lo vi, y observé sus hermosos ojos. Kate podrá tener a su Lukas, pero yo tengo a mi James, que me trae el desayuno.
—¡Buenos días, my lady! Hoy le he traído un plato apetitoso de Manolo's. Este consiste en churros con dulce de leche y un submarino. —Era mi favorito desde que había conocido ese lugar.
—Hola, James. Muchas gracias. Eres el mejor. —Me dejó un beso suave en la mejilla y se dirigió a la cocina para buscar los cubiertos. Lo admiraba: su carita con el ceño fruncido concentrado preparándolos. Aunque estuviese con las emociones un tanto revueltas pensando en que James solo era mi mejor amigo y no quería que eso cambiara, en esos momentos pensaba todo lo contrario, pero debía controlarme.
—Aquí está su platillo, señorita, espero que lo disfrute —tomó asiento frente a mí con sus waffles y su batido de fresa.
—¿Qué quieres hacer hoy? —habló con toda su pequeña boca repleta, lo cual me sacó una sonrisa espontánea.
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El sonido de un sueño (¡Disponible en físico!)
Teen Fiction(¡¡DISPONIBLE EN FÍSICO!!) Luces resplandecientes en la Ciudad del Amor, confesiones inesperadas, pintura entre manos, corazones rotos, canciones que mueven el alma y aprender a valorar la vida. Eso es lo que este alocado cambio me hizo vivir. Y no...