—¡A festejar, Angie! —gritó Harry—. Hay una fiesta aquí a unas cuadras. Hay que vivirlo a lo grande.
Después de haber quedado en La Voz España, nos dirigimos a esa fiesta. Había una locura de jóvenes, bebiendo, bailando, riendo. Pensaba pasármela bien a lo alto.
Pasamos entre la multitud, empujando y dando codazos. Llegué a la barra a pedir tragos para mis amigos y mi madre. Sonaba una música muy ruidosa, pero era la que necesitaba para bailar y mover mi cuerpo. Las luces de colores me hacían flashes en mis ojos y no podía distinguir a los chicos. Divisé a James bailando. Me dirigí a su encuentro, pero en el camino vi cómo a su lado,una figura movía sus caderas pegándose a él. Una joven bailoteaba junto a James y él solo sonreía gozando el momento. Otra vez me lo encontraba liando con una chica delante de mis narices. ¡Quería que se diese cuenta de lo mucho que me lastimaba! Apoyé la bandeja con los tragos y, sin pensármelo, tomé los seis shots, uno por uno. Mi garganta quemaba, pero no me importaba. Esa noche cumpliría otra cosa de mi lista: emborracharme.
—¡Eh, tranquila! —escuché a un hombre hablándome. Su voz me era familiar. Me giré hacia él y me sorprendí.
—¡Chico con nombre misterioso!
—Ese soy yo —carcajeaba contagiosamente—. ¿Cómo has estado?
—De maravilla. ¿Y tú? —Tragué otro shot, haciendo fondo blanco.
—Bien. Me llevé una sorpresa al verte en la televisión. No me habías dicho que cantabas así, María guardiana de los Ángeles.
Ese apodo ja, ja.
—¡Me escuchaste! ¡Qué vergüenza! —tapé mi rostro con mis manos.
—No tienes por qué avergonzarte. Si tuviese un don así, madre mía, lo explotaría y querría que todo el mundo me oyera.
—Gracias, Alex.
—Cuéntame, ¿qué te tiene tomando así?
—Mmm, nada de lo que quiera hablar. —No quería recordarlo, solo quería beber para borrar esa imagen perturbadora de mis recuerdos.
—Bien, no platiquemos de eso entonces.
—¿Quieres bailar? —seguí mi impulso. El alcohol que había consumido comenzaba a hacerme efecto.
—Vamos.
No pensé que iba a ser tan fácil. Cogió mi mano con delicadeza y entrelazó nuestros dedos, guiándome a la pista de baile.
Mis caderas se movían al compás de la música, me dejé llevar, con los ojos cerrados y sin pensar. Sentí cómo las manos fuertes de Alex tomaban mi cintura y se movía siguiéndome. Su respiración pesada en mi cuello hacía que se me erizase la piel. Todo a mi alrededor se agitaba, escuchaba las canciones que pasaba el DJ... solo eso hacía mientras sentía a Alex bailando apretado a mí.
Así fue como logré quitar a James de mi cabeza. No sé cuánto más bebí, no vi más a mis amigos ni a mi mamá en toda la velada, pero estaba celebrando a mi manera. Solo estábamos Alex y yo.
—Además de cantar bien, te mueves como los dioses —susurró en mi oído, dejándome sin habla.
Entonces me lancé al vacío sin saber qué pasaría luego: me di la vuelta para quedar de frente a él y lo besé en sus suaves y carnosos labios. Creo que era el alcohol, apagando la parte racional de mi cerebro.
Alex me devolvió el beso. Era un beso necesitado, con deseo. Su agarre en mi cintura se acentúo y una de sus manos me tomó de la mejilla, pidiendo más de mí. Despegamos nuestras bocas, aún con ganas de volver a juntarlas. Nuestras respiraciones eran un desastre y solo nos mirábamos con nuestros cuerpos unidos.
—Además de graciosa y dulce, eres atrevida. No tenía esta faceta de ti. Me gusta.
Sonreí y lo volví a besar.
—Supongo que es el vodka en mi sistema.
Bailamos hasta las tres de la mañana. Me dolían los pies, pero había valido la pena.
Sentí que alguien me tocaba la espalda. Era Kate, con una expresión tímida en su rostro.
—Hola a los dos... Debemos irnos al hotel, Angie.
—Ahorita voy, dame cinco minutos. Nos encontramos a la salida del bar.
Kate asintió y nos dejó solos.
—Ya debes irte —dijo Alex.
—Sí...
—¿Quieres que nos volvamos a ver? —dijimos al unísono. Comenzamos a reírnos a carcajadas—. Sí. Quiero.
—¿Te parece mañana, alrededor de las once? Quiero mostrarte algo. —sus ojos brillaban bajo las luces violetas y verdes.
—Claro. ¿Dónde?
—Pasaré por tu hotel. No debes preocuparte por eso.
Qué atento.
Le pasé la ubicación de mi residencia y nos despedimos con otro beso. ¡Quería seguir besándolo, joder!
Corrí hacia la puerta y allí los encontré a todos, a quienes no había visto en todo este tiempo.
—Nos contarás cada detalle, Ángeles —dijo Lee mirando a Kate, buscando a su cómplice.
Las rodeé por los hombros a ambas sonriendo. Había sido una gran noche a pesar de haber visto a James con esa chica.
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El sonido de un sueño (¡Disponible en físico!)
Teen Fiction(¡¡DISPONIBLE EN FÍSICO!!) Luces resplandecientes en la Ciudad del Amor, confesiones inesperadas, pintura entre manos, corazones rotos, canciones que mueven el alma y aprender a valorar la vida. Eso es lo que este alocado cambio me hizo vivir. Y no...