Porque de eso se trata la vida, ¿no?

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Mi estadía en el hospital me dio tiempo para hacer mi lista. No podía creer que a mis diecisiete años estuviera enumerando lo que me gustaría hacer antes de morir, no podía creer que moriría a los diecisiete años, o dieciocho, mejor dicho, ya que en un par de meses sería mi cumpleaños.

Mi lista:

Número 1: subir mis canciones a las redes sociales, para que me conozcan y que disfruten de mi música.

Número 2: viajar a España y participar de La Voz. (Comenzaba en un mes, estaba a tiempo de hacerlo si los médicos y mi madre me lo permitían).

Número 3: poder ir al partido de James en tres días. (Veía imposible que aceptaran que lo hiciera, pero lo haría, como fuera. Ese vestido está esperando ser estrenado).

Número 4: pasar el mayor tiempo posible con James, Harry, mi madre y Kate... (supongo que esa era la más importante).

Número 5: ver a James patinar sobre hielo, ja, ja. (Debía ver eso antes de morir).

Número 6: perder mi virginidad... (Aunque les suene raro, nunca lo he hecho y tengo diecisiete, solo he esperado a la persona correcta para hacerlo. No sé si sería capaz de encontrarla en solo seis meses, lo intentaría. No quería morir virgen).

Número 7: la más imposible: tener hijos y verlos crecer, ser madre. (Aunque quisiese tenerlos en este momento, tampoco podría, no tengo el tiempo suficiente, lamentablemente).

Después vería si le faltaba algo más a mi lista. Esas cosas eran las que más deseaba cumplir, después estaban las tonterías como emborracharme, ir a toda velocidad en un carro, andar a caballo, escribir mi propio libro... pequeñeces.

Todavía no planeaba darle la noticia a Kate, esperaría a que llegue aquí. No quería arruinarle el final de su maravilloso viaje.

En ese momento me estaban trasladando en una silla de ruedas a la sala de tratamientos. Yo le dije a mi madre que podía ir caminando, pero si no aceptaba la silla de ruedas, juraba que me ataría a ella.

James se había marchado a la práctica con sus compañeros. Le costó irse, pero la realidad es que no podía atarse a mí, debía vivir su vida él también. Debía asimilar que algún día ya no me tendría a su lado, y yo tampoco a él.

Will me recibió y me alzó para colocarme en el sillón. Todo esto era totalmente innecesario, no me gustaba ese trato, como si estuviera muy débil.

Durante la sesión, platiqué por llamada con Kate; Lukas descansaba, así que mi amiga había decidido llamarme. Agradezco que lo haya hecho, no tenía nada para hacer ese día en rayos y amaba escucharla con su tono de voz tan alegre.

—Kate, ¿cómo van tus tratamientos allí? —pregunté.

—Oh, de maravilla. Sabes, acaba de ocurrir un milagro. Esta mañana voy a hacerme estudios y ¡mi cáncer se ha reducido! Supongo que me dará más tiempo de vida—. Mis mejillas se empaparon al instante de alegría por ella. Aunque yo tuviese menos tiempo para vivir, parecía como si le hubiera donado el mío.

—¡Wow, eso es genial, Kate!

—¡Sí! Todavía no lo decidimos, pero quizás alarguemos nuestra estancia unos días más debido a estas noticias— sonrió abiertamente.

—Estupendo —fingí entusiasmo—. Pero te he echado mucho de menos, ¿no crees que ya puedes volver? —necesitaba estar con ella.

—Oh, cariño, yo también te he extrañado mucho. No lo sé, quería quedarme un poco más. Aunque también quiero estar contigo.

El sonido de un sueño (¡Disponible en físico!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora