El e-mail

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Aguardaba en la sala de espera que me atendiese el Dr. Broadit. El corazón me latía a una velocidad que, estoy segura, era más rápido que lo que corre Flash. Trataba de escribir algo de mi libro para calmarme, pero no podía. Las ideas no fluían, mis manos temblaban y no podía teclear ni una sola palabra. Al oír que Ronald pronunció mi nombre, me incorporé de inmediato y caminé hacia el consultorio.

—Hola, Ángeles, me sorprende tu visita. ¿Te encuentras bien?

—Hola, Ronald. Sí, me encuentro perfectamente, en lo que puedo estarlo. Venía por otro motivo.

—Entonces, venga, cuéntamelo. –se sentó detrás de su escritorio, invitándome a hacer lo mismo.

Le hablé todo lo que había planeado, mi sueño, que me iría en seis días...

—¿Podría ir? —la pregunta... en ese momento Ronald tenía el poder sobre la pistola, él decidiría si había que apretar o no el gatillo matando mis sueños.

—Tu condición no es tan grave como para no viajar y considerando que... no tienes tiempo que perder... deberías ir, pero debes seguir haciendo los tratamientos, en donde quieras que estés. Si tengo noticias sobre tus pulmones nuevos te mandaré un mensaje. Y este es mi número, por cualquier inconveniente —me tendió un papel que contenía numeritos dibujados con tinta negra.

—Gracias, gracias, gracias. ¡No lo puedo creer! ¡Gracias, Ronald! —lo abracé hasta dejarlo sin aire. El Dr. Broadit sonreía ampliamente.

—Pásatelo de maravilla y canta como tú sabes hacerlo, querida. Quiero un video luego y un reconocimiento cuando seas famosa.

Reí fuerte con él y luego salí de allí con una sonrisa plasmada en mi rostro. Las secretarias festejaron conmigo.

Envié un mensaje de texto a cada uno de los chicos y a mi madre haciéndoles saber que ¡podría hacer el viaje! Luego subí para hacer mi último tratamiento con Will, antes de partir en busca de mis sueños.

Esa misma tarde estábamos cinco de los viajeros en mi casa, esperando a que llegara el e-mail de La Voz. No dejaba de mirar la pantalla de mi ordenador. Kate ya había llegado de Francia y me había dicho que a eso de las cinco se nos uniría.

Nos desparramamos todos sobre la hierba verde. Era un día hermoso. No hacía frío, el sol nos envolvía con su calor acogedor. El viento soplaba, pero era una brisa reconfortante. Las hojas de los árboles y las flores comenzaban a renacer, con sus vívidos colores. 

Mi madre había cocinado sus famosas galletas de vainilla, y torta de chocolate casera.

—¿Nada aún? —preguntó Lee, que estaba igual de intensa que yo.

—Nada.

—Ahg, ¡manden el maldito e-mail! ¡Moriremos de vejez por esperar!

Los cinco nos tentamos por su expresión.

Escuché el sonido del timbre. Me paré con rapidez: ¡debía ser Kate!

Al verla viva y respirando, las lágrimas salieron solas sin esfuerzo. Corrí hacia ella y la apretujé como si fuera un peluche. La llené de besos en sus cachetes rellenos.

—¡Cómo te he extrañado! —grité.

—Y yo a ti, cariño.

Nos dirigimos al patio trasero. Todos se incorporaron y saludaron a Kate, dándole una cálida bienvenida.

Nos contó todo lo que había visto y hecho en París y en todos esos otros lugares que había visitado. Yo la oía y prestaba mucha atención a cada palabra que sus labios pronunciaban. A veces me perdía en su historia, por ver el correo. Pero nada llegaba aún.

Eran las siete de la tarde, pero la bandeja de entrada de mi e-mail seguía vacía. Comencé a desilusionarme. ¿Y si no lo habían recibido? ¿Y si no les había gustado y esta era su respuesta? ¿Y si tenía que enviar antes el video? Los "y si" me comían la cabeza.

Harry y Lee tuvieron que irse, tenían compromisos. Insistieron en cancelarlos para acompañarme, pero me negué rotundamente. Eso sí que no.

James y Kate seguían a mi lado esperando a que el maldito correo llegara. Mientras tanto comimos un pastel de papa que compramos en Manolo's, platicamos tonterías y hasta vimos una película... ¡Todavía nada, nada!

Yo no se los pedí, pero Kate y James se quedaron a dormir. James dormiría en el sillón como siempre lo hacía cuando se quedaba por las noches y Kate en mi habitación, en mi cama. Era doble plaza así que entrábamos perfectamente, ella era de contextura pequeña.

—No te preocupes, Angie. Ese mensaje llegará. Estoy seguro. —me consolaba James, al darme las buenas noches.

Lo abracé e intenté no desilusionarme.

A las cinco de la mañana sentí que el celular vibraba en mi mesita de noche. Abrí mis párpados, todavía estaba todo oscuro, el sol no había asomado aún por el horizonte. Agarré mi teléfono y en la barra de notificaciones vi que me había llegado un correo. Mis ojos se abrieron excesivamente de golpe ¡La Voz España me había enviado una respuesta! Antes de abrir el e-mail sacudí a Kate para que se despertase y bajamos corriendo a despabilar a James y a mi madre.

Cuando ya todos nos encontrábamos en la sala, con mis manos sacudiéndose sin control debido a los nervios, abrí el mensaje.

—¿Y? ¡Angie, háblanos! —gritó Kate arrebatándome el móvil de las manos —. ¡Quedaste, idiota! ¡Nos vamos a España!

Todos comenzaron a gritar y a abrazarme. Todavía no había logrado asimilarlo. ¡Había quedado! ¡Participaré en La Voz! Cumpliría el sueño que le había prometido a mi padre alcanzar costara lo que costara.

Cogí una manta, salí al patio y me recosté en ella. Los tres me siguieron, sin saber qué estaba haciendo.

—Lo conseguí, papá. Cumpliré mi sueño, nuestro sueño —murmuré muy bajo, casi ni lograron oírme. Tomaba entre mis manos el collar que James me había regalado hacía unos meses en una noche parecida.

James se acostó a mi lado y pasó su brazo por debajo de mi cabeza. Nos miramos el uno al otro sonriendo.

—Iremos a hacer realidad tu más grande deseo, Angelita —mis ojos estallaron al escuchar ese apodo. Así me llamaba mi padre cuando todavía estaba con vida. Me llamaba así porque decía que yo era su ángel guardián, su Angelita.












































¡Hola! ¡¿Cómo están mis lectores?! Espero que súper bien. ¡Discúlpenme que ayer no les pude subir el capítulo! Por cuestiones del colegio y demás no tuve tiempo... pero, ¡Acá está! Espero que les vaya gustando mi libro💫Pronto van a poder acompañar a Angie en su más grande aventura, donde aprenderá sobre el amor, el valor de la vida y mucho más🤩Me encanta que sean parte de esto conmigo♥️

Con mucho amor, Martu🥰

El sonido de un sueño (¡Disponible en físico!)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora