Capitulo 36

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Esa mañana llegué al trabajo más temprano de lo habitual

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Esa mañana llegué al trabajo más temprano de lo habitual.

Había pasado ya casi una semana desde que papá había salido de la cárcel, y casi dos desde que había dejado el hermoso pent house de Park Lane donde vivía cierta millonaria que trabajaba muchos pisos arriba.

A quien no había visto en ningún momento.

Sabía que todos intuían algo. A mí alrededor, podía escuchar los murmullos en las oficinas mientras caminaba a la mía, cuchicheos y miradas curiosas mientras la aún Jennie Manoban vivía de nuevo con su padre y ni siquiera hablaba con su esposa.

Nadie me preguntaba nada, y tampoco es como que fuera a contestar.

La única con la que hablaba era con Rosé. Y lo hacía cuando ella bajaba a mi piso, incluso solo cuando entraba a mi oficina. Intentaba por todos los medios no dejarme ver mucho por los pasillos, y como algo que se había vuelto rutina, llegaba media hora antes que todos los demás, estacionaba mi auto bastante lejos del edificio y entraba corriendo al elevador hasta llegar a mi piso.

Todo por no encontrarme con ella.

Rosé lo sabía. Sabía que mi padre estaba libre, que me había ido del departamento de Lisa, que había terminado mi trato con ella y que había reclamado el divorcio.

Esos papeles que Jackson me había dicho llegarían hoy a mis manos. Traté de no pensar en ello e ignorar el nudo en mi garganta, segura de que no quería llorar otra vez.

Papá tampoco lo hacía fácil. Tan inocente como siempre, me miraba caminar con la cabeza gacha por la casa, cocinar sin ganas, mirar la tele con él sin prestarle atención realmente y mirar por la ventana hacia el jardín la mayor parte del tiempo.

Me había preguntado poco o casi nada sobre el asunto. Sabía lo extraño que podía parecer para él, una mujer recién casada y aparentemente en un feliz matrimonio que de pronto se separaba de su esposa para volver a vivir con su padre. Sin decir nada, sin explicar nada, y curiosamente después de que él saliera de la cárcel.

Estaba segura que me había escuchado llorar, pero había sido lo suficientemente prudente para no decirme nada al respecto. Se limitaba a hacerme compañía y eso lo agradecía como nada.

Al final de todo, si había conocido a Lisa, me había casado con ella, me había acostado con ella y había disfrutado de tres meses a su lado era gracias a mi padre. A una desafortunada situación que había llevado a que conociera el amor.

Y el desamor por igual.

Lalisa Manoban no me amaba ni me amaría nunca, pero amarla era algo de lo que no me arrepentiría nunca.

Antes de poder concentrarme en la computadora frente a mí, los golpes en mi puerta me sacaron de mi ensueño y solté el aire.

-Adelante-

The Fire Deal | JENLISA G!PDonde viven las historias. Descúbrelo ahora