Cuando desperté la habitación se encontraba completamente iluminada por la luz del sol.
Tenía sed. Demasiada sed. Y hambre.
Aún débil pero con mi cabeza mucho mejor, abrí los ojos hasta acostumbrarme a la luz del día y artificial de la habitación y me quedé quieta unos instantes, recostada boca arriba. Toqué la cama a mí derecha que aún se sentía caliente, y giré mi cabeza para darme cuenta que estaba vacía.
Lisa ya no estaba conmigo.
Arriba de la ventana, el reloj marcaba las diez de la mañana. Sonreí como boba. Era obvio porque ya no estaba conmigo en la cama.
Antes de acomodarme siquiera, la puerta principal se abrió y mi esposa entró por la puerta -Sí, sabía que ya no lo era pero no podía evitar pensar en ella de esa forma-. Más delgada de lo que recordaba, cerró la puerta detrás de ella y caminó hacia mi cama hasta detenerse a mis pies. Llevaba la misma camisa blanca y pantalón negro del carísimo traje Armani que llevaba el día del rescate.
Llevaba un café en las manos. Se veía cansada.
-Hola.
Esta vez fui yo quien saludó primero, le dediqué una ligera sonrisa mientras seguía tumbada en la cama. Hasta entonces notaba que llevaba una intravenosa en la mano izquierda que me picaba un poco.
-Buenos días- sonrió de vuelta- ¿Cómo estás?
-Sedienta- dije rápidamente, sentía la boca seca- Y hambrienta.
Como si hubiera sabido que eso sería justamente lo que diría, sonrió de medio lado y me mostró su celular para guardarlo en su bolsillo.
-Acabo de pedir comida para ti.
Sin poder evitarlo, fruncí la boca al recordar que estaba en un hospital, y seguramente me traerían la horrible comida que servían para la gente enferma. Al parecer Lisa entendió mi puchero y sonriendo con satisfacción, se sentó en la silla a mi izquierda y dio un sorbo de su café.
-Una crema y ensalada con pollo del Voltaire- se encogió de hombros- Supuse que no te gustaría la comida de hospital y querrías algo más fuerte.
Como niña pequeña sonreí abiertamente al escucharla y me acurruqué en mi lugar. El Voltaire era el pequeño restaurante italiano que se encuentraba en la esquina de la avenida de Empresas Manoban, en donde solíamos comer todos los días.
-Además, ahora deberás comer más ¿No?
Dijo haciendo referencia a mí embarazo, y el tono en que dijo aquello me dejó desarmada. Era ese tono de emoción contenida que tan pocas veces le había escuchado, de orgullo inminente que solo le había escuchado cuando me presentaba como su esposa.
-Supongo, gracias- miré como tomaba otro sorbo y pasé saliva, moría de sed- ¿Podrías...
Antes de terminar, Lisa tomó la jarra de agua que se encontraba en la mesita a mí lado y me atribuyó un vaso que no tardé más de diez segundos en terminar. Recargada en su silla, me miró completamente divertida mientras rellenaba el vaso y yo lo volvía a tomar. Una vez que sacié mi sed, le pasé el vaso y la miré sonrojada mientras ella me dedicaba una sonrisa con sus cejas levantadas.
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The Fire Deal | JENLISA G!P
Fanfiction❝Desesperada por sacar de la cárcel a su padre inocente, Jennie acude a la única con el suficiente poder para hacerlo; Su multimillonaria jefa Lalisa Manoban, a quien jamás a tratado. Para cobrar una herencia importante, Lalisa necesita urgentemente...