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Wonwoo




Como ya he dicho, los Jeon saben cómo celebrar una fiesta. Es nuestro superpoder. Hay un gran horno para ahumar carne en la playa. Los camareros del catering con gorros de papel nos sirven sándwiches de carne asada y muslos de pollo picantes. Hay ponche de ron y cerveza, y música para los doscientos invitados.

La barbacoa anual es mi fiesta Jeon favorita. Era mi favorita. La arruiné este año. He pasado las últimas horas aquí de pie mirando la playa como un idiota, preguntándome si cierto moreno excitante va a bajar del tranvía que mi padre contrató para llevar a la gente desde la estación de tren a nuestra fiesta.

Aunque Mingyu no está ahí. Observo el tranvía alejarse de nuevo, vacío.

Ya son pasadas las ocho.

—Wonwoo —grita Mina—. Detente. Me giro hacia ella con un suspiro.

—Lo siento.

—Come uno de estos. —Me pone un plato delante, lleno de canapés—. Son de pepino y ensalada de cangrejo.

Eso suena bien. Me meto uno en la boca y mastico. Es bueno volver a estar en tierra. Es bueno estar en una playa de agua prístina bajo el sol, rodeado de gente que me quiere y no tiene miedo a decirlo.

¿Por qué me siento tan miserable?

—Ahora prueba esto. —Mina me ofrece una copa de ponche. Está más dulce de lo que me gusta, pero tomo un sorbo de todos modos—. Ahora ven aquí —insiste mi ex novia mandona, apretando su mano con una manicura perfecta en mi muñeca—. Vamos a jugar al bádminton.

Me rio, porque Mina no es una gran fan del deporte.

—No tienes que hacer esto.

—Sí, tengo que hacerlo. Estoy cansada de ver esa mirada abatida en tu rostro. Solo sé amable. —Deja nuestra comida y bebida, y luego me entrega una raqueta.

Me agacho bajo la red para tomar mi posición.

—Oh, no, de eso nada. Tu sitio es este. —Señala el lado contrario de la red, donde no seré capaz de mirar el tranvía.

Sí, me conoce bien.

—Además, si te dejo tomar ese lado, jugarás distraído. Serás golpeado en la cabeza por el volante y los chicos te llamarán Cíclope.

Me rio de nuevo, y no es difícil imaginar por qué pasé tanto tiempo con Mina. Tal vez ya no somos sexualmente compatibles, pero es una gran amiga.

—Cabeza alta, Jeon —dice mientras saca.

Devuelvo el volante con calma, y pronto compartimos unas rápidas voleas. Juego cada golpe intentando no sacarla, sino tratando de mantener el volante en juego. Estoy seguro que puede decir que me lo estoy tomando con calma con ella. Pero de todos modos intenta marcarme un punto.

Y luego tiene éxito, escucho el sonido del tranvía acercándose y me pierdo el siguiente lanzamiento.

Mina se deja caer de rodillas en la arena, como Serena declarándose victoriosa en Wimbledon. Me muevo para girarme y me chilla:

—¡No, Jeon! ¡Quédate conmigo! ¡No vayas hacia la luz! —Se levanta y mira hacia el tranvía. Niega una vez, aniquilando todas mis esperanzas.

Solo soy un chico en una playa con nada más que su bañador favorito de langostas esperando a que el hombre correcto me ame.

—Sacas tú —indica Mina alegremente.

Volvemos a nuestro partido, y me permito ser distraído.

—¡Yo juego el siguiente! —anuncia Henry, el hermano pequeño de Mina.

—Claro, amigo. —Le devuelvo el volante a Mina, disfrutando del sol en mi rostro. Es invierno en Chile, así que las temperaturas veraniegas son un bálsamo para mi alma.

Cuando vuelvo a escuchar el tranvía, no me giro. Golpeo el volante por encima de la red.

Aunque Mina da un pequeño chillido de sorpresa y me lo devuelve de forma descuidada. Me pierdo el siguiente lanzamiento porque ya me estoy girando.

Un chico ha bajado del tranvía. Su cabello oscuro brilla bajo el sol. Llevando unas gafas de sol de espejo, un polo y unos pantalones caqui, observa la multitud con cierta incertidumbre.

—¡Mingyu! —grita Mina.

Gira su hermoso rostro en nuestra dirección.

Ahí es cuando No, un tipo de la división de finanzas, se acerca a él, dándole una palmada en la espalda, luego estrechándole la mano.

Veo a Mingyu dirigir la mirada hacia mí, luego de nuevo a Bo. Mingyu no puede ser maleducado. Probablemente reporta a Bo en el trabajo. Es arrastrado a una conversación.

—Oh, mierda —maldice Mina—. Deberíamos ir a rescatarlo.

—No, está bien —contesto, lanzándole la raqueta a Henry—. Soy paciente. Y no quiero hacer una escena.

Mingyu tampoco necesita eso. Ahora está rodeado por hombres de Jeon Pharma. Y aunque estoy impaciente, es genial ver a cuánta gente conoce. Alguien le entrega una cerveza. Bo, el director financiero, se adelanta y le presenta a más gente.

Espero.

—Esto es tan romántico —susurra Mina detrás de mí—. Casi es libre. Excepto... ¡maldición!

Ahora Mingyu es atrapado por Irene, la secretaria de Bo. Está claramente entusiasmada. Le palmea el brazo y le pellizca la mejilla. Cuando lo abraza, Mingyu me mira directamente sobre su hombro. Oh, Dios mío, vocaliza.

Estallo en risas, y Mina se tapa la boca y se ríe entre dientes.

—¿Quién es ese tipo? —pregunta el hermano de Mina, girando la raqueta en las manos.

—Es mi... —Trago con fuerza—. Novio —digo con cautela, esperando que sea cierto.

—De verdaaaaad —contesta Henry, alargando la palabra, sonando asombrado.

Espero que sea cierto, de todos modos. ¿Vendría a esta fiesta después del ultimátum que le di y me rechazaría?

De cualquier modo, estoy a punto de averiguarlo. Se aparta de Irene y comienza a cruzar la arena. Me tenso mientras saluda a un par más de tipos, pero logra no ser atraído.

Dios mío, es guapo. Estoy atontado en la arena, simplemente aturdido de nuevo por su paso decidido y arrogante con los hombros cuadrados. No me muevo hasta que me alcanza y se quita las gafas de sol, revelando una expresión vulnerable.

—Hola, Nerd —murmura—. Alguien me dijo que perderme esta fiesta sería un enorme error.

—Es cierto —aseguro, cerrándoseme la garganta—. Sería una maldita vergüenza.

Y ni siquiera sé quién se mueve primero. Pero está en mis brazos un instante después. Nuestro abrazo pasa tan rápido que se le derrama la cerveza. La sostiene a un lado y se ríe, mientras que con la mano libre me abraza por la espalda baja.

Pongo los labios en su cuello e inhalo.

—Dios, te extrañé.

—Lo mismo digo —afirma en voz baja—. Siento haber sido tan imbécil.

—No estás tan mal —tartamudeo mientras se me cierra la garganta de nuevo—. Mejor tarde que nunca. —Inhalo profundamente una vez más su olor, luz de sol y loción de después del afeitado aromática. Luego me obligo a dar un paso atrás.

Mingyu le da un vistazo descarado a mi cuerpo.

—Tienes razón. Es una playa hermosa.

—¿No lo es? —Mina suelta una risita, recordándome que no estamos solos.

Aunque solos suena realmente bien ahora.

—¿Por qué no le muestras esto a Mingyu? —sugiere ella. La chica es un genio.

—¿Puedo mostrarte los alrededores?

—Soy todo tuyo —contesta. Y luego hace algo que nunca he visto hacer a Kim Mingyu. Se sonroja. Es adorable.

—Váyanse los dos. Tengo un partido de bádminton que ganar.

—Como si fuese posible —se burla su hermano. Me aclaro la garganta.

—¿Quieres el recorrido?

TPS- MEANIE - MINWONDonde viven las historias. Descúbrelo ahora