Mingyu
Claro —contesto con voz ronca. Esta obviamente es una fiesta genial, pero ahora mismo me siento muy en carne viva. Demostrarle a la gente que me importa no me resulta fácil. Siento como si me arrancasen la piel, exponiendo cosas que nunca he visto a la luz del día.
Además, ha pasado mucho tiempo desde que he estado a solas con Wonwoo.
—Entonces por esta dirección —indica, señalando el interior, donde asumo que está la casa.
Lo sigo por el camino desde la playa y descubro que la fiesta es el doble de grande de lo que había asumido. El camino de la playa da paso a un césped bien cuidado y una magnífica zona de piscina.
—¿Hay sillas en la piscina? —pregunto, intentando darle sentido al diseño.
Wonwoo se ríe entre dientes.
—Esa parte de la piscina solo tiene una profundidad de diez centímetros. El agente inmobiliario lo llamó “plataforma soleada”, lo que demonios sea eso. Pero en un día caluroso es el lugar donde estar.
Honestamente, parece el cielo. Invitados descalzos están tumbados sobre las seis tumbonas en el agua. Con bebidas en la mano, están viviendo el sueño.
Pero está abarrotado. Varios asistentes a la fiesta detienen a Wonwoo y le dan palmadas en la espalda.
—¡J3! —exclama un hombre mayor—. ¿Cómo va la universidad?
—Genial, señor Kwon —responde, dándole al hombre uno de los rechazos más amables. Sigue adelante—. Te presentaría a todos aquí — comenta rápidamente—. Pero como que te quiero para mí.
—Anotado —contesto—. No puedo decir que esté de humor para socializar cuando puedo tener una visita privada contigo.
Esto me gana una lenta mirada del chico sexy sin camiseta con bañador de langostas.
Mi impaciencia, junto con la extensión de la casa Jeon, hace que el viaje a la casa parezca más largo. Pasamos junto a una casa de la piscina, un pabellón cubierto con una zona de bar, una carpa que acoge a un DJ y unas cien personas más tomando bebidas tropicales.
—Solíamos tener una pequeña casa en la playa, como la gente rica normal —explica Wonwoo mientras pasamos por el borde de la multitud—. Pero luego papá encontró este lugar cuando yo estaba en el instituto. — Pone en blanco sus hermosos ojos—. Esa locura de piscina. La playa privada. Las pistas de tenis de tierra batida. —Señala las pistas valladas—. ¿Juegas?
—¿Al tenis? ¿Qué crees, Jeon? Me da una sonrisa avergonzada.
—Creo que me gusta cuando me sorprendes, eso es todo. Y el tenis encajaría contigo, porque eres rápido con los pies.
—Ah, caramba —digo con mi usual actitud tranquila. Pero el halago me golpea directo en el pecho—. Tal vez puedas enseñarme.
—¿Sí? —Se alegra—. Eso sería muy divertido. El entrenador de tenis que mamá tiene es atractivo, solo digo.
Estallo en risas.
—¿Hombre o mujer?
—Oh, es hombre. Un tipo con pantalones blancos ajustados.
—¿Tu madre sabe que piensas que es atractivo? —Todavía estoy tratando de entender a la familia de Wonwoo.
—Por supuesto. Hemos tenido largas discusiones sobre su sensualidad, y que no queremos servir la pelota en la red cuando está observando. —Me guía a la entrada principal de la casa.
Y finalmente alcanzamos la casa en sí misma; una estructura moderna baja que parece como algo que verías en la portada de una revista de arquitectura. Hay un vestíbulo que no sé si es exterior o interior, es completamente abierto en un lateral. Pero Wonwoo pasa junto a eso para llevarme alrededor del lateral, donde hay una mampara ordinaria a la cocina.
Mantiene la puerta abierta y entro en una cocina ridículamente enorme que está rebosante de camareros.
—Oh, por el amor de Dios —sisea Wonwoo, sujetándome del codo y guiándome a través de la locura—.
Salimos de la cocina por el otro lado, entrando en un espacio silencioso. Es un gran pasillo con arte en las paredes y una gruesa alfombra bajo nuestros pies.
Somos los únicos aquí. Al fin. Así que hago lo que se tiene que hacer. Tomo a Wonwoo con ambas manos y lo pongo de espaldas contra los modernos azulejos de piedra en la pared. Luego alzo una mano a su perfecta mandíbula con barba incipiente y lo beso. Con fuerza.
—Uf —dice contra mis labios. Le toma unos tres segundos sobreponerse a su sorpresa. Y luego dos manos me acercan a él.
Como dije, no estoy acostumbrado a exponerme. Pero justo en este segundo, no tengo elección. Wonwoo me separa los labios con la lengua y gimo en el momento en que lo saboreo. ¿En qué estaba pensando? Necesito a este hombre. Y aunque formar parte de una pareja no me resulta fácil, tengo que intentarlo. Nadie se me ha metido bajo la piel como él. Nadie me ha necesitado nunca como él.
Ni una persona. Es aterrador.
Aun así. No me aparto todavía, porque las cosas que quiero son más grandes que mi miedo. Quiero su boca contra la mía, y quiero el murmullo de placer que hace cuando le devuelvo el beso. Y quiero el suspiro de felicidad que dejo salir cuando me abraza.
Sí, lo tengo mal.
No me aparto hasta que ambos necesitamos aire. Incluso entonces, apoyo mi frente contra la suya y lo miro a los ojos.
—Te extrañé mucho. —Tres pequeñas palabras. Tan difíciles de pronunciar, pero su rápida sonrisa hace que valga la pena.
—También te extrañé —murmura.
Me echo hacia atrás para enderezarme y mirar alrededor. Este lugar es como un museo. Arte por todas partes.
—Así que esta es la mansión Jeon, ¿eh? Aquí es donde sucede la magia.
—¿No es odioso? —Wonwoo extiende los brazos ampliamente—.Probablemente estés disgustado.
Me giro hacia donde hay otro enorme salón y más ventanas que dan al océano. Incluso aquí puedes escuchar el bajo rugir de las olas.
—No pienso eso en absoluto. Creo que es una casa increíble. Y honestamente, algún día espero poder averiguar cómo poseer una así.
—Uh. Tal vez podríamos tenerla a medias —sugiere Wonwoo—. Oye, ¿trajiste una bolsa?
Bajo la mirada a la alfombra, donde mi bolsa de deporte cayó en algún momento después de saborear el beso de Wonwoo.
—Sí, solo por si acaso tuviese un lugar donde necesitase quedarme. Aunque hay un transporte que vuelve a las once. Y otro justo antes de las dos de la madrugada.
Wonwoo se inclina y toma mi bolsa del suelo.
—Vamos —indica.
—¿A dónde nos dirigimos? —Lo sigo por un pasillo.
—A mi habitación. Obvio. —Me guía hacia una gran puerta de madera. La superficie está toscamente tallada, como la madera de playa. Aun así, se abre fácilmente para revelar una habitación increíble. Las grandes ventanas están abiertas, y la música del DJ traspasa unas exquisitas cortinas blancas y hay una tabla de surf suspendida en la pared.
También hay una cama enorme, a la que intento no mirar.
—¿Surfeas? —pregunto, porque parece divertido.
–Realmente no, no siempre hay grandes olas. Los chicos a los que realmente les interesa pasan mucho tiempo conduciendo por los alrededores buscando acción.
—Como yo en las aplicaciones en los viejos tiempos —bromeo. Wonwoo se gira con una expresión seria en el rostro.
—¿Pero no últimamente?
—No —murmuro—. Conocí a este chico genial y en cierto modo perdí el gusto por los polvos rápidos. —Aparto la mirada, porque los viejos hábitos nunca mueren.
Puede que la habitación de Wonwoo sea elegante, pero está habitada. Hay una pila de papeles colocados sobre una cómoda al lado de un bonito frisbee. (¡Ven, es un labrador canela!). Y también... ¿un sombrero de copa negro?
—Quédate aquí conmigo esta noche —pide—. Realmente quiero que lo hagas.
—Sí, también lo quiero. —Me obligo a mirarlo de nuevo, y sé que puede ver cuánto lo deseo realmente—. Pero solo... —Cruzo la habitación y tomo el sombrero de copa—. Solo si puedes decirme por qué tienes esto en tu habitación. ¿Atracaste a alguien de ochenta años?
Se ríe.
—No, pero me lo puse para una boda.
—¿Hay evidencias fotográficas? —cuestiono.
—Probablemente. Además, ese sombrero es sexy —insiste—. Cuando me lo pongo, las chicas se sienten atraídas por mí como las polillas al fuego.
—Ajá. Veamos. —Lo giro en mi mano y luego me lo pongo en la cabeza. Luego muevo el cuerpo en un movimiento de ola al ritmo de la música, solo para hacer reír a Wonwoo.
Aunque no lo hace.
—Concluyo mi caso. Te ves sexy cuando haces eso.
—¿Sí? —Giro el sombrero en mi cabeza y lo deslizo a la derecha, girándolo de nuevo—. Hmm. Ves, si todavía bailase, intentaría hacer algo con esto. Los accesorios son divertidos. —Me giro, lo lanzo al aire y luego de algún modo me deslizo al lugar correcto para hacer que aterrice en mi cabeza.
—Continúa —comenta Wonwoo, dejándose caer a los pies de la cama para observarme—. ¿Echas de menos bailar?
—No —contesto, y luego lo pienso por un momento—. No realmente. No me gustaba tener que estar “encendido” cuando no lo sentía. Pero tenía sus momentos. Esa barra me mantenía en una forma impresionante. Y a veces... —me azoto el culo y me muevo hacia la cama con una sonrisa sucia—... a veces todas esas miradas sobre mí eran divertidas. Cuando toda la multitud está gritando por ti, ese es un momento genial.
—Así que, ¿cómo harías una nueva rutina? —pregunta, sentándose—.Hazlo para mí.
—Hmmm. De acuerdo. —Sé que Wonwoo siempre ha querido verme, y nunca se lo permití. Esta noche es la noche, entonces. Hice todo el viaje hasta aquí para darle al hombre lo que quiere—. Esta canción funciona bastante bien, honestamente. Tiene un buen ritmo estable.
La canción es “Girls Like You” de Maroon Five. Giro las caderas y dejo que la voz de Adam Levine me llegue al alma. Con un movimiento de muñeca, me quito el gorro y lo mantengo entre mis manos.
Un rápido movimiento en una caída fingida hace que Wonwoo abra los ojos de par en par.
—Oh, demonios, sí —exclama riéndose—. Continúa.
Levantándome de nuevo, giro las caderas al ritmo de la música. Wonwoo tiene su ardiente mirada fija en mí, y amo su atención. Sin bajar el ritmo, me quito los zapatos y los alejo de una patada. Me pongo el sombrero y cruzo la habitación moviendo sinuosamente hombros y torso. Luego comienzo con los botones de mi camisa, abriéndolos uno a uno.
Cuando me paso las manos por mi pecho desnudo, Wonwoo se deja caer de espaldas en la cama con un gemido.
—Estoy muerto —dice—. Tres meses sin ti y ahora esto. Es la mejor clase de tortura.
—Entonces está funcionando —replico, añadiendo algún trabajo de pies mientras me observa con ojos amplios—. Desnudarse se trata de provocar.
—Eres genial provocando —gruñe—. Ven aquí ya.
—Oh, me gustaría. Pero no puedo follarte durante una fiesta en casa de tus padres. —Cualquiera podría mirar por la ventana, o entrar aquí buscando el baño.
Suspira.
—Supongo que no. ¿Quieres ir a nadar? Tal vez eso enfriará el fuego en mi bañador.
—Claro, Hotandsmartguy. Llévame a nadar.
Se sienta y me sonríe, y esa sonrisa me vuelve estúpido.
¿Cómo me tomó tanto tiempo confiar en este hombre?
—¿Wonwoo?
—¿Sí?
—Te amo. Y lamento no haber podido descubrir antes cómo superar mi propia mierda y simplemente ser tu chico.
Traga.
—¿Puedes serlo ahora?
—Quiero. Si me dejas intentarlo. Se levanta de la cama.
—Ven aquí. —Me abraza—. Tenemos que ir a nadar ahora, de lo contrario voy a atacarte.
—De acuerdo —le susurro al oído.
—También te amo. Sé que es más fácil para mí llegar ahí de lo que fue para ti. No te culpo por tus cicatrices.
—Gracias —murmuro. Envuelvo mis brazos alrededor de su amplio cuerpo y suspiro—. ¿De verdad vamos a salir y pretender que no estamos contando los minutos hasta que podamos quitarnos los bañadores el uno al otro?
—Tengo una idea —dice—. Sígueme.
Sale de la habitación y me apresuro tras él por otro pasillo que no noté antes. Agarra dos toallas de rayas de playa de un estante y continúa.
Salimos de la casa de nuevo. Pero no volvemos a la fiesta. Cruzamos un lado oscurecido del césped y luego una entrada pavimentada con piedras blancas.
—¿Todo esto es tu propiedad? —cuestiono.
—Nop. —Me lleva más lejos, hasta que veo otra casa y otra piscina—. Vamos a la casa del vecino.
—¿Por qué? ¿Dónde está el vecino? Señala con el pulgar a su casa.
—Disfrutando de la comida y el alcohol gratis, cortesía de mis padres. La señora Pennyworth no estará en casa durante horas. Cerró la fiesta el año pasado.
Por supuesto, la casa de la vecina está oscura. El cielo es de un profundo azul ahora, dirigiéndose a negro. Las únicas luces aquí son las de la piscina, bajo el agua.
Wonwoo tira las toallas en una silla. ¿Y luego? Se quita su bañador de langostas y lo tira también. Desnudo, camina hacia el borde de la piscina y se zambulle.
Los Jeon realmente saben cómo celebrar una fiesta. No se equivocaba respecto a eso.
Rápidamente me quito mi traje, mirando sobre ambos hombros, esperando que nadie esté observando. Pero nadie lo está. Lo sigo en el agua, la cual está a una temperatura sorprendentemente cómoda.
Esto es jeju. Es climatizada, por supuesto.
—Vaya —digo cuando salgo por aire de nuevo—. Me gusta tu forma de pensar. —Nado hacia Wonwoo, que se sienta sobre lo que resulta ser un banco bajo el agua—. Esta piscina es agradable.
—Pero no tiene una plataforma solar —dice Wonwoo con burla.
—Tienes razón. Un pedazo de mierda, entonces. La renovaré después de comprarle el lugar a la señora Pennyworth.
Sin embargo, Wonwoo no se ríe. Envuelve un brazo alrededor de mis hombros y besa mi cuello.
Dejo escapar un cálido aliento. Y mientras su boca hace un lento viaje por mi piel, cierro los ojos y dejo que la sensación aleje todo pensamiento de mi mente. En solo segundos, mi piel está erizada y mi polla dura. El agua cálida choca contra mi cuerpo y gimo.
—Sí —susurra—. Ven aquí.
Esta noche no parece raro en absoluto dejar que Wonwoo me dé órdenes. Subo a su regazo voluntariamente, montando a horcajadas sus grandes muslos.
—Me encantan los Jeju —digo mientras me inclino y lo beso. Se ríe contra mi boca y luego me pierdo en su beso.
Dos horas después, estamos sentados en la cocina de Wonwoo. Los últimos camareros están empacando a nuestro alrededor y Wonwoo y yo estamos compartiendo una bandeja de comida. Una bandeja de verdad. Somos como vikingos en un banquete.
Si los vikingos comían costillas de res asadas y ensalada de cangrejo.
La primera de lo que promete ser muchas más aventuras sexuales nos ha dejado hambrientos. Así que tengo las manos ocupadas y una boca llena de comida cuando una mujer bien vestida con el bronceado de Wonwoo entra en la cocina.
—¡Ahí están! —dice brillantemente.
Oh, mierda. Busco torpemente una servilleta e intento masticar más rápido. Puedo sentir mi rostro enrojeciendo. Y no es solo el desastre. Es el conocimiento de lo que su hijo y yo estuvimos haciendo hace solo un rato…
—Mamá —dice Wonwoo, sorbiendo de su copa de ponche—. Este es Mingyu.
Se ríe de nosotros.
—No se levanten. ¿Dirían que esto es más como leones alimentándose o…?
—Hienas, tal vez —replica Wonwoo—. Los leones toman turnos.
—Es un placer conocerla, señora Jeon —logro decir después de tragar.
—Igualmente —dice, poniendo una mano en mi hombro mientras pasa junto a mí. A todos los Jeon les gusta tocar, al parecer—. ¡He oído tanto sobre ti!
Mi rostro podría estar permanentemente rojo ahora. Y no me sonrojo.
Nunca. Por otro lado, nunca antes conocí a la madre de mi novio.
—¿Cuántas semanas de verano quedan? —pregunta, volviéndose para contemplarnos—. Ahora que Wonwoo está en casa, espero verlos, chicos, aquí cuando sea que puedan.
—Oh, eh, eso es muy generoso —tartamudeo.
—Seis fines de semana —dice Wonwoo alegremente—. Me aseguraré que Mingyu tenga el horario del transporte cuando se vaya mañana.
—Perfecto. —Bosteza—. Este verano ha sido triste. No hay nadie en la piscina a menos que celebremos una fiesta. Qué desperdicio, ¿verdad? Simplemente incrementaré nuestro pedido de comestibles. —Le da a nuestra desastrosa bandeja una mirada irónica—. Hay mezcla de panqueques en el armario, Wonwoo, y tocino en el refrigerador. Buenas noches, chicos. Necesito quitarme estos zapatos.
Sus pasos se alejan por el pasillo. Y soy dejado preguntándome qué acaba de pasar. ¿No lo sabe? Nadie es tan genial sobre el compañero masculino de su hijo.
—Deberías ver tu rostro en este momento. —Wonwoo mete un gran montón de guacamole en su boca y me sonríe.
—Pero… —Ni siquiera sé por dónde empezar.
—Cuatro cosas la hacen feliz —dice, contándolas con sus dedos—. Mi padre, yo, gastar dinero en sitios de moda y alimentar a la gente. Puntos extra si papá y yo no estamos peleando y si ponemos nuestros platos en el lavavajillas.
Miro la bandeja, esperando que encaje en el lavavajillas. Lo haré funcionar.
—Así que, ya sabes, tienes que montarte en ese tren cada viernes y venir a quedarte aquí.
—Eh… —Trago—. De acuerdo. Si estás seguro.
—Oh, estoy seguro. —Deja caer su voz—. Mis padres van a fiestas una o dos noches cada fin de semana. Por todos los Hamptons. Durante horas.
—¿Es eso cierto? Sonríe.
—Vamos a divertirnos tanto.
Después de limpiar nuestro festín (y que la bandeja esté asegurada en el lavavajillas), nos preparamos para la cama en el baño privado de Wonwoo. Sus padres tienen su propia ala, gracias a Dios.
—Estoy saliendo con el hijo del jefe —bromeo mientras subimos a su enorme cama—. ¿Crees que será malo para mi carrera en la industria farmacéutica?
Wonwoo hace un sonido irritado y me acerca más.
—Estoy saliendo con el presidente de la fraternidad. ¿Crees que eso me conseguirá un mejor número en la repartición de habitaciones?
—Oye, ahora. No puedo actuar con favoritismo.
—Lo sé, puntilloso. —Se ríe—. Hay algo que tengo que decirte sobre la repartición de habitaciones, de todos modos. Tenemos un residente menos.
—¿Qué? ¿Quién? Carraspea.
—Recibí un mensaje de Changkyun ayer. Me preguntó por qué no lo había invitado a la barbacoa de la playa este año.
Ruedo y miro a Wonwoo. Está oscuro, pero todavía puedo ver el contorno de su sonrisa.
—¿Qué le dijiste?
—Le dije que era porque te había invitado, y que no pensé que querría venir. Pero también le dije: “Siéntete libre de convencerme que estoy equivocado. Podríamos ir a algunos bares gay después de la barbacoa”.
Un resoplido de risa escapa de mi garganta.
—No lo hiciste.
—Lo hice. No es que siquiera sepa dónde encontrar los bares gay. Pero no va a avasallarme. Solo quería dejar eso claro.
—¿Qué respondió?
—No contestó a mi mensaje en absoluto. Y entonces, media hora después, le envió un correo a Eunwoo.
—Nuestro nuevo secretario.
—Síp. Y fui añadido. Changkyun dijo que lo omitiera del alojamiento ya que iba a alquilar un apartamento fuera del campus. Agregó que ya no le gustaba la vibra de la casa.
Hago un sonido gruñón.
—Y se aseguró que vieras esto, solo para ser un imbécil y hacerte sentir mal.
—¡Síp!
—¿Funcionó? —pregunto. Despacio, Wonwoo niega.
—Adiós y hasta nunca. Y ya que es el peor del grupo, estoy un poco aliviado. No tengo que escuchar su mierda sarcástica en otoño cuando volvamos juntos a la escuela y no nos molestemos en esconder nuestra relación.
Espero a que la pequeña llamarada de pánico me golpee, pero no llega.
—Bueno, de acuerdo entonces. —Pongo mi cabeza sobre la almohada. Puedes oír el océano desde la cama de Wonwoo. ¿Cuán genial es eso?—. Aun así no puedes tener un buen número en la repartición de habitaciones. —Sonrío en la oscuridad.
—No quiero uno. Estaba pensando en tomar tu vieja habitación.
—¿Por qué? —exclamo—. Nadie quiere esa habitación.
—Bueno, si tomaras la mía, podríamos compartir una planta de nuevo.
—Oh —digo despacio. Esa es una buena idea. Excepto por una cosa—. Quédate la más grande. No me importa. Ya sé dónde están todas mis cosas allí. Dormiré en tu habitación de todos modos.
Wonwoo se mueve, cubriéndome con su cuerpo.
—Sabes que no me importa el tamaño de la habitación, ¿cierto?
—Sí. Entendí eso.
—Este año va a ser genial de cualquier manera.
—Claro que sí —susurro.
Otra ola choca contra la playa mientras lo acerco más por un beso.
ESTÁS LEYENDO
TPS- MEANIE - MINWON
FanfictionAdaptación Todos los créditos de esta historia a su autora original.