—¿Los tienes cerrados? —preguntó Christian guiando a Iván de la mano mientras este tenía los ojos cerrados, daba pequeños tropiezos al ir hacia atrás guiándolo.
Aquellos detalles le daban la vida, a pesar de que no se trataba de un sorpresa porque habían ido en coche hasta ahí, pero sabía lo importante que era para Christian y siempre se dejaba hacer.
—Que sí... Ya sé a dónde vamos... —respondió Iván dando pasos seguros.
—Pero quiero que sea una sorpresa —dijo buscando las llaves en su pantalón —. Puedes abrirlos —le dijo poniéndolo delante de la enorme puesta de madera —. Mira —dijo orgulloso con las manos en jarra, viendo la casona que había comprado —, está de la chingada pero con una buena remodelación va quedar chingona —viendo a Iván —, el lunes comienzan a trabajar.
Iván se sintió emocionado como su esposo. Creía que aquello podría ayudarlo a entretener su cabeza, así que sólo lo miró fascinado la mirada llena de ilusión de Christian.
—Ven, te muestro lo que tengo pensado —cogiéndolo de la mano y guiándolo dentro de la casona, llevando hasta la primera planta, haciéndolo correr por los pasillos de aquella enorme casona que antes había sido un orfanato. Se detuvo abrupto y respiró satisfecho —, es una realidad. Todo se está volviendo real —dijo apretando la barandilla.
Iván vio a Christian temblar, casi pudo ver cómo toda la oscuridad se apoltronaba en su cabeza y hombros y poco a poco de apoderaban de sus ideas y lo hacían sentir inseguro. Sabía que iba a ser difícil, cualquier proyecto importante siempre tenía más dificultades al comienzo y él lo sabía muy bien.
—Todo va ir muy bien, yo voy a estar a tu lado —le dijo cogiendo su mano y levantando solo un poco los talones para besar a su esposo.
—Mira —dijo Christian poniéndose de frente de nuevo al vacío, a ese patio lleno de cosas viejas y material para construir, buscando por dónde comenzar a mostrarle: —, en esa esquina estará tu oficina —tirándolo hacia la izquierda —, tendrá la mejor vista de todo el edificio y al otro lado... —llevándolo a la derecha —, aquí estará la mía, no tan lejos de la tuya para escaparme a verte, aquí resolveré todo... —tirándolo de nuevo para seguir rodeando la planta —y de este lado van a ir los consultorios, todos con un diván como los que vimos la semana pasada, también un par de espacios comunes, para reuniones o espacios para trabajar tranquilo, porque pensaba tener un par de sicólogos de planta, para los chicos, que sirvan de guía y arriba...
—¿Iván, está bien? —preguntó Bryan viendo que se había quedado callado a mitad del recorrido que le estaba dando tan pronto Ágatha se había marchado al lado contrario, enfadada con el orgullo herido.
—Sí, perdona —viendo que los recuerdos lo habían llevado a un momento mejor, sonrió —, ven te muestro tu lugar de trabajo —echando una ultima vista al patio central, la vista preferida de Christian —, y no me hables de usted, que mucha diferencia de edad no tenemos.
Bryan accedió agitando su cabeza.
—De acuerdo —anunció Iván recobrando la compostura —, esta es una cede de nuestra fundación y también es una casa hogar en la que albergamos a veinticinco chicos y chicas que por alguna razón tuvieron problemas por sus preferencias sexuales o su género, algunos fueron víctimas de abuso y están aquí buscando un refugio, algunos están de fijo y han iniciado una vida, otros más están por irse. Nuestro objetivo claro es que las personas que llegan crezcan y se desarrollen en sociedad y se sientan cómodos consigo mismos...
Le mostró las habitaciones y le presentó a algunos integrantes del cuerpo, se topó con algunos de los chicos y se los presentó. Bryan miró detenidamente a Iván, la forma en que sonreía y trataba a los chicos, como intenta hacerlos reír y los hacía de algún modo dejar la timidez de lado. Alguno que otro puso en duda las habilidades de Bryan basados en su juventud, Iván a cambio soltó una risa y les explicó que aquello no era razón para desconfiar en las habilidades de las personas. Luego de media hora de darle el recorrido finalmente terminó en su oficina de nuevo.
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La sombra detrás de la sonrisa
Teen FictionFue curioso verlo asomarse al abismo en el que estaba, pero me salvó. No como un príncipe en un caballo, sino como una luz que brillaba como si nunca hubiese sido apagada, alguien como yo. Todo comenzó con una chispa: su sonrisa contagiosa y las ma...