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Con el favor que Irving le había pedido a Iván vino también más constantes los viajes a la casa de su familia política, un sitio que en menos de un mes convirtió en un escape de su vida en Ciudad de México. Resultó que Sebastian estaba seguro de que le gustaban los chicos mucho más que cualquier otro joven que hubiese tratado antes. Conoció a su padres y su contexto y notó que sería relativamente fácil que lo aceptaran.

Cuando llegó el cuarto fin de semana de mayo doña Alondra notó algo que de inmediato reprobó en Iván.

—No —fue lo primero que dijo Alondra al ver a Iván entrar por la puerta de su casa —. No vas a hacerlo —segura de lo que decía, llevándolo dentro lo más pronto posible.

Iván no entendía de que se trataba pero miró aquella mirada, una mezcla extraña entre el enfado y la tristeza. Era la primera vez que la veía de esa forma.

—¿Qué pasa? —preguntó preocupado. No sabía qué había hecho mal.

Ella lo miró y notó entonces que también le dolía tanto que lo había reprimido. Incluso hablar de esto la ponía nostálgica.

—¿Recuerdas como es tu apellido?

—Sí... —respondió extrañado, era la primera vez que hablaban del tema —: Iván de Cavazos...

—Exacto —dijo con un tono cálido y reconfortante —. Significa que ahora somos tu familia y nosotros no... —apretando sus manos viéndolo fijamente —. No vamos a impedirte conocer a otros hombres. Eres como un hijo para nosotros, más que la pareja de nuestro Christian. Así que no —cogiendo su mano —, te vas a quitar esto y vas a volver a pensar en rehacer tu vida. Conoce más chicos, eres guapo y joven. No te quedes en el pasado por las hermoso que haya sido.

—Gracias —aceptando el abrazo de aquella mujer que jamás tuvo una pega de él.

Se sentía querido y las comidas eran mucho más animadas con sus suegros, incluso hubo fines de semana que se alargaron hasta el martes, todo con tal de olvidarse un poco de todo lo que había estado pasando. Después del incidente con Eduardo y el despido de Ágatha la Casa tuvo varios cambios; Bryan tuvo que desaparecer durante los días de sesión de Eduardo, quien con el tiempo fue dejando de buscarlo poco a poco y a pesar de negarse a admitirlo, el ambiente se había aligerado con la partida de aquella chica de la que nadie entendía por qué se habían tardado tanto en echarla.

Cuando dormía en la cama de la habitación que tenía en la hacienda de los Cavazos se sentía como un chiquillo, querido y lleno de alegría, se olvidaba de que estaba solo y que tenía que dirigir como un adulto una empresa en la que se había involucrado sin saber todo lo que implicaba. Sentía incluso el calor de Christian más cerca de él, más incluso que en su propio departamento.

Para finales de junio la Casa estaba llena de vida y de colores por todas partes por los banderines y el papel de seda convertido en adornos por el mes de orgullo. Iván estaba en el centro del patio, coordinando todo antes de la partida al evento. Era temprano por la mañana y algunos chicos llevaban jerséis calentitos para pasar el domingo. Bryan fue el que anunció la llegada de Irving e Iván fue recibirlo, con un jersey de lana blanco, holgado y grande lo suficiente como para remangar tres veces sus mangas y llegarle por arriba de las rodillas.

—¡Irving, que sorpresa! —acercándose para abrazarlo —, Sebastián bienvenido a Casa Atreyu —estirando su mano para que se sintiera cómodo. Resultaba demasiado rígido todavía para aceptar cualquier tipo de acercamiento que delatara su sexualidad.

—Muchas gracias —respondió el hermano menor de Irving, rubio como toda su familia, con el pelo peinado en cresta, mirando a su alrededor con esa curiosidad de alguien que llega por primera vez a un sitio.

La sombra detrás de la sonrisaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora