XV

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Jungkook se levantó a la hora de siempre, antes de que el sol saliera ya estaba de pie acomodando sus insignias en su traje—algo que le parecía bastante moroso e innecesario, pero eran las reglas del castillo, mientras tanto tenía que cumplirlas al pie de la letra—tomando un vaso de agua antes de ir a desayunar escucho el sonido de un carruaje, asomándose por la ventana se dio cuenta que era el rey quien llegaba con su escolta, lucía cansado; Jungkook supuso que había pasado la noche en las bases militares o en la corte real. Perdió de vista a Seokjin cuando salió de su habitación para ir al comedor de los soldados, su desayuno lo esperaría en la amplia mesa de madera. En su camino, Jungkook no se topó ni un momento con Seokjin, solamente con el mayor general, entre alfas se saludaron y comenzaron una corta charla.

—¿Noche pesada? —Dijo Jungkook.

—Bastante. —Asintió frotando su cuello, denotando el cansancio de la reunión de anoche. —Las cosas se pusieron bastante difíciles.

—¿En qué sentido?

—Mhm, te enteraras de eso en la reunión.

Jungkook asintió, aun así, dejó que su lengua punzara. —¿Si habrá guerra?

El otro alfa no respondió, solamente soltó un suspiro y se volteó, dejando poco a la imaginación con aquella respuesta.

Jungkook veía venir otra guerra, la anterior había dejado en pésimas condiciones la relación de la nación con las vecinas, era muy obvio que en algún momento las naciones de tierras hurtadas querrían una revancha; después de todo la guerra del territorio solo nació por la necesidad del difunto rey de demostrar algo. Mostrar que era autoritario y que por eso cometía muchos errores, al igual que su hijo. Jungkook mentiría si no hubiese puesto un pedazo de esperanza en el presente rey, la cual fue pulverizada el momento en que Seokjin se cerró a la propuesta de tener ministros, cerrando las puertas a un gobierno demócrata en el que podría escuchar mediante representantes la necesidad de su pueblo. Era igual que su padre, necio.

La necedad se cobraba la lealtad de su gente.

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Jungkook terminó su desayuno y fue de forma inmediata a la base militar dentro del castillo, ahí comenzaban a llegar todos los efectivos que trabajaban dentro del castillo; eran bastantes, el rey no se tomaba a la ligera la protección de su familia, de su rey omega.

Lo primero que se hizo fue informar lo que se habló durante la reunión en la base del norte, no era nada nuevo; la posible guerra y los rebeldes. Los primeros puntos a tratar tuvieron el nombre de 'el futuro de los rebeldes' aún harían emboscadas a los líderes principales de aquel naciente movimiento y tratarían de meter a algún infiltrado entre esas bases; el segundo punto se le hizo algo cómico a Jungkook, un poco de la propia medicina ¿no? Y respecto a la guerra: los soldados del norte comenzaban a ingresar al territorio, la guerra ya había sido declarada por la nación vecina, todo apuntaba que en unos días se declararía la guerra desde el trono de Seokjin. Era algo devastador, perder tantas vidas para volver a entrar a una guerra innecesaria, nadie tomaría bien esa noticia.

Eran puntos a favor para Jungkook y los suyos.

La reunión fue finalizada con una última frase "es posible que una guerra se desate", luego todos volvieron a sus puestos. Jungkook salió de la base con dirección a su oficina, pasando por el enorme jardín hasta llegar a la entrada, topándose en el pasillo principal a los dos reyes; como la primera vez que los vio. Tomados del brazo, bajando por las escaleras mientras conversaban, luciendo enamorados. Era como la primera vez que vio a la pareja en el castillo, solo que ahora los ojos de Jimin no brillaban por la compañía de su alfa; sino que se notaban hinchados por el llanto de la noche anterior, cansado.

Dollie ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora