XLV

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No había podido dormir en toda la noche, siempre encontraba una forma de revolver sus sabanas mientras acomodaba una y otra vez sus almohadas, le había sido demasiado fastidioso el no haber dormido correctamente, pues a todos les trae mal humor el no haber tenido un buen descanso reparador.

Jimin creía que la razón de su molesto insomnio fue el haber pasado la noche lejos de su casa y lejos de los brazos de su hogar, al parecer a su omega no le habia gustado para nada volver a dormir en su lujosa jaula.

Pero sería el último día, como Jungkook se lo había prometido, hoy escaparían muy lejos, serían libres. Jimin podría romper la cadena que lo jalaba desde el cuello y lo sostenía desde la muñeca.

El día de ayer en cuanto llego a su alcoba en el castillo se encerró, tuvo mucho cuidado, así nadie escucharía que estaba moviendo y buscando todas las joyas y prendas de gran valor, ellas le serían de mucha ayuda en cuanto tengan que huir y esconderse en alguna finca, con el dinero de las joyas y prendas podría empezar su nuevo capítulo. Ya tenía todo lo que necesitaba envuelto en uno de sus corsets, se lo pondría y encima de este se pondría las blusas que pudiese para huir por la noche.

Todo estaba listo, solo tenía que reunirse con su amado para que le explique como es que serían las cosas, estaba muy seguro de que Jungkook había sido muy meticuloso con el plan de escape.

Por eso, después de que el sol salió y se colo por su ventana, salió de su alcoba y fue lo más rápido que pudo hasta los corrales, tomo a su caballo y comenzó su camino hacía su casa. Jungkook le debería de estar esperando ahí, sentado en el jardín mientras pule los últimos detalles de su plan de escape.

Para así, comenzar a ser plenamente felices, muy lejos.

Aun con todo el sentimiento euforico y de felicidad, había algo que molestaba en el pecho de Jimin, como una espina de pescado que se había tragado, molestando siempre que pase saliva. Pero no quiso pensar en ello, seguro eran los nervios que le comían la cabeza con cada galope que daba.

Pero cuando estuvo a punto de llegar a su casa, es que se dio cuenta, que no era una espina que se clavaba en su garganta, sino, fuego quemando sus nervios.

Con el corazón sobre su mano y el alma saliendo por sus poros, miró a la distancia, observando como las puertas del infierno se habían abierto y se habían tragado sus sueños y esperanzas. El lugar que alguna vez resguardo su gran amor, que resguardaría a su familia, ardía en las llamas del infierno, juntos a todos los sueños y fantasías que alguna vez tuvo.

Aun sobre su caballo, no podía creer lo que miraba frente a él. Soldados quemando la mansion que alguna vez perteneció a sus padres, quemando la mansion que había resguardado a Jimin y Jungkook, quemando el futuro hogar de los amantes.

Miro horrorizado como las llamas consumían la madera de la casa, galopando aún más rápido para llegar hacia los soldados y así poder siquiera tener alguna ceniza del roble que adornaba la entrada principal.

—¡Deténgase! ¡Paren con el fuego, ahora!—Grito con todas sus fuerzas, ocultando el hecho de que su alma se rompía en miles de pedazos mientras las llamas aridan más y más.—¡Que se detengan!—Nadie hacia caso a sus órdenes, era como si nadie estuviese ahí, como si Jimin no fuese el rey.—¡Que paren! ¡Es una orden!

Uno de los soldados se compadeció el orgullo y voz rota de Jimin, se acercó a él, aún con una antorcha en la mano y le dijo:—Lo siento alteza, pero son ordenes del rey.

—¡Si yo soy el rey y les digo que se detengan¡—Grito en desesperación, viendo como los lirios que Jungkook y él plantaron se iban consumiendo por las llamas.

Dollie ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora