XXIX

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Aquel roce que tuvieron aún retumbaba en el aire, paseándose por sus cabezas siempre, dejando mariposas en sus estómagos cuando recordaban lo suave de sus labios. Pero desde aquella vez, desde ese primer beso, no se habían visto. Parecía que habían pasado diez inviernos en los que no habían estado cerca del otro. No se habían encontrado ni en el jardín, ni en los establos, mucho menos en su lugar escondido—el rio—.

Jungkook esperaba ver a Jimin en cualquier momento, esperaba mientras miraba a su balcón, pero el omega nunca aparecía. Después del primer día que se sintió como un invierno entero, comenzó a extrañarlo, como las flores extrañan a las abejas en otoño.

Algo que Jungkook pensaba es que Jimin lo despreciaba por todo lo que había pasado, desde su traición hasta aquel beso robado, pero el omega también compartía aquel sentimiento de extrañarlo, sus días no eran iguales cuando no los pasaba al lado del alfa. Se sentían eternos.

Se puso a pensar en el enojo que la mirada de Jimin mostraba aquel día, recuerda que aquel día Jimin estuvo bastante decaído, con marcas en sus mejillas y con lágrimas retenidas en sus lagrimales, y se sintió peor. Jungkook había traicionado a alguien que había sido pisoteado un montón de veces, a alguien muy herido.

Por lo menos, sabía que Jimin no lo había delatado, pues si hubiese sido de aquella forma, estaría colgado en la plaza mayor y exhibido como el mayor logro del rey Seokjin. Jimin aún lo había conservado con vida, se lo agradecía en los más profundo. Aunque haya cortado de golpe cualquier acercamiento entre ambos.

Dando por hecho, que el plan de Jungkook—de llevar a Jimin a su bando—había perecido. Ahora solo quedaba ver en qué terminaba todo.

Por otro lado, Jimin se encontraba demasiado ocupado, ni siquiera podía respirar en paz pues tenía que llevar a cabo una gran conmemoración, él solo. Como Seokjin lo había dejado con toda la responsabilidad, ahora ni podía dormir por todo el estrés que conllevaba. Pero de alguna forma, había tenido tiempo para pensar en todo lo que había pasado los últimos días, en cómo sus sentimientos habían transcurrido desde tristeza, enojo y algo desconocido que provocaba nervios y una especie de mariposas aleteando en su estómago.

De vez en cuando, Jimin se ponía a pensar en aquel sentimiento extraño, aquel había nacido desde que Jungkook había besado sus labios. Desde ese día aquel extraño sentir se posaba en su estómago cada vez que pensaba en el alfa, cada vez que lo extrañaba y cerraba los ojos para sentir el roce de sus labios una vez más. A veces era inconsciente, de repente se encontraba acariciando sus labios con la yema de sus dedos; cerrando los ojos ante su propia caricia, pensando una y otra vez en el beso robado.

Extrañaba a Jungkook, lo extrañaba mucho.

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Los morosos arreglos tuvieron un final cuando la fiesta comenzó, Jimin por fin tuvo un descanso al poder sentarse en su trono, esperando a que sus súbditos llegaran a besar su mano, tener una corta conversación para que después se pierdan en la multitud. Resultaba relajante estar sentado mientras veía como la vida transcurría frente a él. Pero se sentía muy solo, sobre todo cuando miraba a las felices parejas; los veía reír, bailar y comer, los envidiaba de cierta forma, al ver el trono de su lado vacío su corazón y el amor se apagaban.

A lo lejos, Jimin lucía intacto con sus sentimientos, con el rostro serio y neutral, muy profesional. Jungkook no se imaginaba todas las mariposas que se encontraban revoloteando en el estómago del omega y solo por el choque de miradas que tuvieron en un segundo.

Jimin se sentía extraño al sentir todo aquello, se sentía raro por estar buscando a Jungkook entre todos los soldados del castillo, poniéndose contento en cuanto halló sus redondos ojos. Era muy extraño.

Dollie ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora