XXXVI

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Jimin había vuelto a florecer.

La felicidad y tranquilidad de Jimin todos la podían sentir, cuando pasaba por los pasillos se sentía su felicidad y su buena vibra, en los almuerzos se le veía con una sonrisilla, sus mejillas habían retomado el sonrojo natural y sus ojos el brillo de las estrellas.

Estrellas que alguien más había puesto sobre los ojos cafés de Jimin.

Era inevitable no hablar del repentino salto de sentimientos en Jimin, era imposible no ver que ya no era tan miserable. Aún atado a su trono e incrustado en su corona, él era muy feliz.

Lo más extraño, es que la sonrisa de felicidad y dicha de Jimin, jamás la habían visto, ni en sus primeras veces de novio de su esposo, ni cuando se casaron. Era una felicidad distinta a la que todos habían visto en el omega. Seokjin lo noto, fue el primero, tomando apuntes en su cabeza de cómo las mejillas de Jimin casi siempre están sonrojadas y el cómo de a poco dejo de sentir el aroma de su omega.

Seokjin aún sentía el aroma de Jimin, claro, tenían un vínculo que los uniría por la eternidad, solo que el aroma no era tan intenso como antes, ahora era una mezcla de aromas, una que no conocía. Y era claro, Jimin cada vez se alejaba más de él.

Se le iba de las manos.

Y no lo permitiría.

—Hyungwoon, necesito que no te despegues de Jimin, quiero saber a detalle qué es lo que le hizo cambiar tan repentinamente. —Dijo, dándole la espalda, observando por su ventana. Jimin estaba en el jardín, comiendo una manzana, sin percatarse que estaba siendo observado por su esposo.

Que estaba siendo condenado.

—Claro, su majestad. No me despegaré del rey Jimin. —Dijo haciendo una reverencia, emprendido a irse de la oficina del rey, deteniéndose al escuchar.

—No te desprendas de él, necesito tener una razón.

Luego se fue, inmiscuyéndose alrededor de Jimin, sin que el omega lo notara. Algo que había hecho Seokjin antes de designar a uno de sus guardias era investigarlo, necesitaba tener a un verdadero espía acechando a su bello Jimin, necesitaba tener las cosas claras y precisas.

Porque necesitaba una razón. Un motivo. Algo.

La felicidad de Jimin se mantenía intacta, se sentía demasiado enamorado y muy alegre, nunca imaginó sentirse así una segunda vez; pero más intensa. Cada vez que se veía con Jungkook, su estómago era atacado por miles de mariposas, aleteando cada vez que Jungkook lo sostenía en sus brazos para besarlo o abrazarlo.

Vivía intensamente su amor, plenamente en su felicidad y satisfactoriamente en su tranquilidad. Nada podría perturbar aquello.

Ni los ojos que se postraban a sus espaldas, siguiendo todos los pasos dados.

Jungkook tenía una reunión con el ejército real, por lo que solo podrían verse una vez en el castillo, se citaron en los corrales, al llegar la hora de verse se sonrieron. Jimin prácticamente corrió a los brazos del alfa, Jungkook lo sostuvo de la cintura pegándolo a su cuerpo, acariciando con su mano libre el rostro tan suave de su amado, mirándolo con tanta adoración y admiración, con tanto amor.

—Hola, mi amor. —Susurro Jungkook. Como si de un secreto se tratara.

Pues eso era, su amor era el secreto que se guardaba en las paredes del castillo.

—Hola, Jungkookie. —Sonríe, acariciando los cabellos negros de su alfa. —Te extrañé.

Las palabras de Jimin fueron felicidad para los oídos de Jungkook, quien sonrió y sin importarle nada, acercó a Jimin para darle un beso en los labios.

Pues eran solo ellos dos, Jungkook sosteniendo de la cintura a Jimin mientras le besa los labios con adoración, mientras sienten como sus corazones son abrazados por la gran ola de sentimientos que se acumulan en sus pechos. No importaba nada, ni que se hundieran más como el gran secreto en el castillo, ni que alguien los hubiera visto a lo lejos.

Para ser específicos, el guardia destinado a seguir cada paso de Jimin, al fin había visto algo comprometedor. Pero antes de salir para ir a informarle al rey, pensó. Sería mejor darle un informe completo sobre la situación del rey, no quería ir como cuenta gota, llevando poco a poco la información, prefería seguir a Jimin durante muchos días para así saber qué tan avanzada era la relación con su escolta.

Aquel beso fue el sello para su futuro, fue el sello que se escribió en cuanto sus ojos se toparon por primera vez. Nadie escaparía del beso que fue sellado.

—¿Y no puedes faltarte? Solo di que estabas conmigo y ya. —Dijo Jimin, sosteniendo las manos de Jungkook.

—No puedo, es una reunión importante. —Hizo una mueca. —Según lo que oí, es para hablar de la protección del castillo, ya sabes, las cosas con las protestas han ido escalando y necesitan protección.

—¿Tú me protegerás? —Bromeo con una sonrisilla.

—Hasta con mi vida. —Dijo sin rechistar, llevando las manos de Jimin hacia sus labios, plantando un casto beso en ellas.

El sonrojo en las mejillas de Jimin lo dijo todo, se encontraba contento y muy enamorado.

—Después de la reunión ve a la casona.

—¿Estarás esperándome ahí?

—Como siempre, recuerda que es nuestro escondite. —Sonrió.

—Con el paso del tiempo no necesitaremos del escondite.

—Eso lo sé. Y espero que sea pronto. No me gusta mantenerte como un secreto.

—Llegará la hora, Jiminie. —Sonrió.

Sus caminos se tenían que separar, Jungkook debía asistir a la reunión de su pelotón y Jimin debía esperarlo en el gran escondite que tenían. Sin esperar más, Jimin tomó a su caballo y salió de las tierras reales. Una vez más, sin darse cuenta que tenía compañía a sus espaldas, muy lejos de él pero casi pisándole los talones. Fue la primera vez que Hyungwoon pudo ver con exactitud a dónde se dirigía el rey omega, anotando cuidadosamente el camino hacia la gran mansión, le sería útil en su informe.

El guardia se quedó, esperaría la hora de salida del omega, para así documentarlo como se debe. Pasadas unas horas, otro jinete se acercó hacia la mansión, era la escolta del rey, Jungkook. Había descubierto el escondite de los amantes, todo eso le sería muy útil, cuando todo comience a caer.

Dentro de aquella mansión vigilada, los dos amantes se reunieron a conversar, como si no pasara nada, como si no fueran un gran secreto y abominación para la corona.

Se amaban ahí adentro, mientras afuera todo comenzaba a colapsar.















🩰

hola hola volvimossss 

Dollie ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora