XXXV

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Las cosas seguían un mismo transcurso, Jimin se había dedicado a ayudar a la revolución, lo último que había hecho era entregarles el libro que estaba dedicado a la administración del pueblo, en donde claramente se veía como el rey y los suyos habían sabido desplazar del foco de atención al pueblo, solamente aumentando impuestos con el pasar de los años, cualquiera que viese aquel libro enfurecería por el muy mal trato. Era lo que se necesitaba para avivar aún más la llama de revolución y cambio, pero era una herramienta que les serviría más adelante, cuando todo esté consolidado y que solo falte un empujoncito.

En los últimos días se había planeado un ataque a la corte real, donde los pescados gordos se solían reunir para discutir con uvas en la mano sobre el destino del pueblo. Jimin había sido útil en aquel atentado, pues él conocía bastante bien la corte, sabía donde estaban todos los pasadizos, sabía donde colocar las trabas para que las puertas no se abrieran.

También la vasta información de Jimin, les había dado una gran idea para atacar indirectamente al rey Seokjin, la madre reina en unos cuantos días iría a Francia para hacer sus compras del mes, se traería vestidos y joyas. Sería una buena oportunidad para atacar a una de las aristócratas que más despilfarraba y si las cosas se alineaban de forma correcta, hasta podrían matarla. Así dando el aviso de que las vidas de los aristócratas como la reina madre Naeun no se respetarían, ellos no lo habían hecho con los de más bajo nivel.

Con cada día que pasaba, la revolución se avivaba aún más, el pueblo tomaba fuerza del claro apoyo que Jimin les daba, aunque fuese a voces, todos sabían que Jimin estaba a favor de los revolucionarios, todo su pueblo sabía que peleaba desde las sombras en contra de su propia familia política. De ahí conseguían valentía y fuerzas para seguir levantando el fuego de su ira.

Había más marchas, más huelgas, aún indignados por la masacre ocurrida a pasos del castillo. Aun levantaban la voz por los que habían caído, aún trataban de ser escuchados por el rey, pero a este no le importaba abrir diálogo con los suyos, solo mandaba grupos de choques; de aquello se podía obtener un beneficio que era el robo de armas a los policías. Con armas y con más enojo, las banderas de la revolución se izaban a lo alto, era cuestión de tiempo que todo colapsara.

Jimin lo podía ver así, siempre con su pañoleta envuelta sobre su rostro, pasando casi como un pasamontañas, veía el fin de los Kim muy cerca. La rabia de la gente por el mal gobierno, la guerra que iba siendo insulsa por todas las pérdidas que consiguió y cada vez más personas uniéndose a la revolución, era cuestión de tiempo y todo colapsaría.

No podía estar más satisfecho, si bien todos sus ideales se habían alineado con los de la revolución, tomaba la caída de los Kim como una venganza suya, por todo el mal trato que había recibido por ellos y por haber reducido a su persona a solo una marioneta.

Un muñeco.

Pero al fin, la luz chocaba en su rostro, con una corta sonrisa se iba del lugar en donde siempre se reunían. Cabalgando al lado de Jungkook mientras recorrían la misma vía de siempre, al escondite que habían hecho suyo. El antiguo hogar de Jimin pronto se había vuelto el nuevo hogar de él y Jungkook. Era reconfortante llegar siempre al terreno que le dio refugio cuando era más joven y que ahora se lo daba en su nuevo comienzo.

Pasar tiempo en el hogar de Jimin era escapar del castillo, despojarse por un momento de todas las cadenas que lo ataban.

Y algo que era común en cuanto cruzaban la puerta principal, era besarse, sostenerse entre sus brazos mientras sentían como el mundo se detenía por ellos. Moviendo sus labios a un mismo ritmo, acariciando sus rostros y sonriendo después de terminar con el primer beso de muchos. Era eufórico tenerse así de cerca, sostenerse en sus brazos mientras sus labios se acariciaban, Jimin nunca se había sentido de aquella forma, ni con quien se consideraba que era su destinado.

Pero aquello hasta cierto punto era muy confuso, ambos no habían hablado de sus sentimientos, no habían hablado de la posición que adquirían en la vida del otro, era muy confuso. Y claramente aquello no podía seguir así, Jimin sabía bien eso, por eso se separó de los labios de Jungkook.

—Espera. —Susurro en cuanto Jungkook quiso volver a unir sus labios. —Jungkook, quiero preguntarte algo.

—Hazlo.

—Yo...—Suspiro, estaba bastante nervioso, no sabía cómo las cosas saldrían después de su no muy discreta pregunta. —¿Qué soy para ti? ¿Solo el omega con el que te besas a escondidas, o...algo más?

La pregunta obviamente tomó a Jungkook de sorpresa, sonrojándole las mejillas y haciendo que se atorara con su propia saliva, entrando en pánico por la repentina. No sabía qué decir, ¿Qué podría decir? ¿podría confesarle a Jimin que estaba completamente enamorado de él?

El silencio los acompañó mientras Jungkook resolvía una batalla en su interior, realmente no sabia que decir o hacer. Pero aquel incesante silencio, causó que Jimin hiciera sus propias conclusiones.

—Ya veo...—Susurro. —No tienes que decir nada, ya lo entiendo.

—¡No, no! —Se apresuró a hablar, no dejaría que una oportunidad como esta se desperdicie. —Yo...Jimin. —Tosió aclarando su garganta, quién diría que la decisión más difícil de tomar sería confesarle sus sentimientos al omega que condenó hace tiempo atrás. —Yo estoy enamorado de ti, completamente enamorado, Park Jimin.

La sorpresa se pasaba por el lugar muy a menudo, Jimin la expresaba en su rostro.

—¿En serio? —Preguntó, con un brillo hermoso en sus ojos.

—Muy en serio. —Sonrió Jungkook, tomando las manos del omega contra las suyas. —Te amo, Park Jimin.

—Yo...yo también creo que estoy enamorado de ti.

—¿Crees?

—Si, es que...jamás me había sentido de la forma en la que me siento cuando estoy a tu lado. No tengo mucha experiencia en el amor, porque se me asignó a amar a una sola persona, pero créeme cuando te digo que mi camino escrito no me hizo sentir de la forma en la que tú lo haces. Si con mi primer amor me sentía en las nubes, contigo me siento en la luna.

Jungkook sonrió por las palabras tan tiernas, no pudiendo creer que estaban confesándose su amor. Llevó la mano que sostenía entre la suya hasta sus labios, depositando un beso en ella.

—Entonces, Park Jimin, déjame ser tu último y más duradero amor. Déjame amarte y cuidarte, déjame ser tu compañero.

—Jungkook. —Sonrió, acariciando la mejilla del alfa. —Tu ya eres mi último y más duradero amor. Ya eres mi compañero desde hace mucho tiempo.

—Me alegra oír eso. —Sin más, Jungkook tomó de la cintura a Jimin, besándolo una vez más.

Esta vez el beso se sentía distinto, claro, era el primero que se daban después de confesarse su amor y prometerse ser su último y duradero amor.

Se podría decir que oficialmente la historia de amor entre ambos había comenzado, pero no era cierto. Pues la historia de Jimin y Jungkook había comenzado el día del ascenso de Jungkook, cuando sus ojos se conocieron por primera vez, solo era cuestión de tiempo a que encontraran su camino en los brazos del otro.

De alguna forma, estaban destinados a enamorarse. Así lo habían hecho. Destinado a ser el amor de su vida.














🩰

oficialmente el jikook acaba de comenzar :3

Dollie ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora