XXXII

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[el capitulo contiene violencia domestica, estará marcado con una un emoji de advertencia para que así pasen si es que no gustaran de leer]



Los cambios se podían sentir, ahora añoraba a aquel omega que no se separaba de él; aquel al que rechazó muchas veces por estar demasiado estresado por lo que vaya a pasar en su nación. Ahora, que vivía en sequía del amor de Jimin, lo necesitaba más que nunca. Porque, aunque durmieran en una misma cama y lado a lado, no era lo mismo, no sentía el calor que su omega siempre le transmitía, era devastador ver como Jimin se iba alejando cada vez más. El viento se lo llevaba.

Pero no lo permitiría, claro que no. Su amor era enorme y algunos cuantos deslices no lo afectaría, su Jimin cariñoso y lleno de amor volvería.

Por eso es que mandó a que compraran un ramo de flores, las más bellas para su precioso omega. Y con ellas en mano entró a la habitación que compartían, viendo como Jimin se arreglaba, se notaba que saldría.

—Buen día, amor. —Saludo Seokjin, plantando un beso en la mejilla del omega. —¿Podemos hablar?

—Ahora no. —Dijo Jimin, abrochando el último botón de su camisola. Sin mirar a Seokjin a los ojos.

—¿Por qué? —Pregunto dejando las flores a un lado de Jimin, flores que el omega ni siquiera observó.

—Tengo cosas que hacer. —Al fin, miro a Seokjin, dándole una corta sonrisa para que lo dejara en paz.

Sin decir algo más, se retiró de su habitación, dejando el lugar inundado en silencio, dejando a Seokjin solo; como el alfa solía dejarlo.

Lo que Jimin tenía que hacer era nada más que verse con Jungkook, era lo único que, hacía los últimos días, de aquello estaba muy al tanto Seokjin; su guardia espía le informaba sobre aquello cada vez que le exigía un informe, esa cercanía entre Jimin y su escolta le incomodaba bastante.

Pero, nadie podría quitarle a su Jimin, era suyo, tenía su marca en el cuello, su anillo en el dedo y pronto a uno de sus bebés en su vientre. Ni el mismo Dios podría separarlos, eran un juramento que habían hecho frente a la iglesia.

Juntos, hasta que la muerte los separe.

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Ciertamente, salir con Jungkook siempre despejaba sus mañanas, había una increíble tranquilidad cuando estaba a su lado, era tanto, que siempre anhelaba por que sus paseos durarán más tiempo, quería estar muchos días a su lado; conversando, riendo y estando en silencio. Con Jungkook.

Pero no era posible, porque la cadena en el cuello de Jimin lo jalaba a que volviera al castillo, donde una vez más era metido a una jaula.

Su paseo terminó en cuanto las murallas del castillo se asomaron a su vista, pero había algo extraño, había un montón de guardias protegiendo cada perímetro del castillo.

—¿Sabes qué es lo que pasa? —Pregunto en dirección a Jungkook.

—Nadie me dijo nada. Pero supongo que es por la marcha.

—Cierto...—Susurro Jimin.

El omega no dijo nada, tomó la correa de su caballo y le ordenó que empezara a correr, necesitaba hablar con Seokjin, no podía cometer una estupidez con toda aquella protección, las cosas saldrían muy mal. Estando frente a las puertas del castillo le cedió su caballo a uno de los soldados que pasaba por ahí, pidiéndole que lo dejara en su corral.

Dollie ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora