VI

5K 795 114
                                    

Los caminos y la misma noche lucían como embrujados, sentía que entre los arbustos y entre los sauces llorones miles de ojos le veían, sentía su sombra siendo seguida por distintos corceles. Pero eso era algo que estaba en su cabeza, pues se encontraba solo en medio de la noche mientras se hacia un camino entre la hierba.

Mientras cabalgaba se fijaba que su lámpara no se apagara pues no quería caer y lastimar a su caballo, más allá de eso, no quería tener que dar explicaciones por su salida a mitad de la noche. Era mejor ser cuidadoso con su andar.

Fue moroso el llegar al lugar de reunión, la noche oscura lo hacía aún más difícil, pero después de muchos minutos pudo llegar. Descendió de su caballo tomándolo de la rienda para que caminara a su lado, atándolo a una varilla que lo esperaba. Se adentro a la carpa improvisada hecha de tela, igual a las que inundaban las trincheras. Los primeros que lo recibieron fueron sus dos grandes amigos: Mingyu y Jaehyun, a ellos los había conocido en sus días de cabo, pasó la mayor parte de su acuartelamiento junto a ellos; algo que había sido muy especial fue el hecho de que ellos tenían los mismos pensamientos que Jungkook, tenían aquella crítica a la sociedad en la que vivían, por eso es que pasaron de ser amigos de trinchera a compañeros de revolución.

—He aquí nuestra estrella de oro. —Dijo Mingyu tomándolo de los hombros para llevarlo a su lado. —Ya volvió de su lujosa vida en la mansión.

—Que lujosa, hasta el papel de ese lugar ha de ser hecho de oro. —Rio Jungkook.

—¿Cada cuanto salen a comprar joyas en París? ¿Cada dos días? —Preguntó Jaehyun.

—Cada dos semanas, creo yo. —Jungkook se encogió de hombros.

Jungkook caminó hacia la cabeza de todo el movimiento, el primero en despertar de la gran injusticia que se vivía día a día, el primero en levantarse. Lee Sangwoo, un hombre de cuarenta años que había vivido bastante para lograr crear un movimiento que lograría restablecer la vida de los de abajo.

—Sangwoo. —Saludo con un estrechón de manos.

—Kook, que grato volver a verte. —Sonrió, tomando la mano del alfa y apretándola contra la suya. —Espero que hayas podido terminar con tu informe.

—Claro que si, por las noches inspeccione cada centímetro del castillo, contabilice todas las puertas de escape y los túneles también. Me tome la molestia, aunque no me lo haya pedido, de buscar entre todo el terreno real las posibles entradas, para así el día del juicio tener un acceso más rápido. —Dijo sacando los papeles de su bolsa, entregándolos a Sangwoo.

El hombre los tomó entre sus manos, dándole una breve y rápida leída los guardó en un maletín, con una sonrisa satisfecha en el rostro. —Ah, Jungkook, eres de gran ayuda, la pieza más importante justo ahora.

—Es un placer serlo. —Asintió.

—Bien, ya que estamos aquí, ¿Por qué no nos tomamos un vaso de ron mientras conversamos sobre el futuro de nuestros planes? —Ofreció Sangwoo, a lo que todos estuvieron de acuerdo.

Eran ocho personas en aquella carpa, los únicos de máxima confianza se habían reunido para inspeccionar toda la corta trayectoria de Jungkook en el castillo de los Kim, eran solo ocho personas con las que se serviría un vaso de ron.

La plática comenzó por el punto más importante, el sabotaje de la emboscada militar que se efectuaría el día de mañana.

—Uno de los soldados me informó que mañana los emboscaran en una de sus reuniones, llevan a una gran escuadra de soldados y el rey también irá.

—¿Y cómo te aseguraste de que no te involucren con un posible soplón? —Preguntó Minkyung, otro de los hombres de confianza.

—Pues, pertenezco a la escolta del rey, a su caballeriza, ellos también son militares por lo que también estamos al pendiente de todos los movimientos militares que ejecute el rey. De todas formas, me enteré de la emboscada minutos después al revisar mis papeles.

Quien lo había cuestionado asintió satisfecho por su respuesta. Era imprescindible que Jungkook se mantenga lo más alejado a una posible acusación de ventilar los movimientos militares.

—Bueno, entonces vamos a dejarle algún regalo al rey, que su tiempo no sea desperdiciado. —Rio Sangwoo mientras bebía de su vaso de ron.

Jungkook sonrió de lado, satisfecho por aquel futuro. Tomo de su vaso de ron mientras que escuchaba lo que iban a hacer, primero cancelar la reunión, después dejar una grata nota, después dejarían un buen regalo que sería de consideración por el rey y para finalizar empapelarían la plaza principal y el cimiento de la corte real con la misma nota que le dejarían al monarca. Sonaba espléndido ante los oídos de Jungkook.

Después de terminar de planear lo que harían por la mañana, su conversación se dirigió a un plan que comenzarían pronto; el volar la casa de uno de los miembros de la corte real, aquel que había exigido que se aumenten los impuestos, así podría pagarse su viaje a las islas canarias, robando un poco más descaradamente como todos en aquella corte.

—Ja, aquel impuesto debió ser para pagar una de las alhajas del rey omega, Park Jimin, así mantendría aquella imagen de ángel que le han dado. —Rio Youngsoo.

—¿Y es cierto? —preguntó Danbi dirigiéndose hacia Jungkook.

—¿Qué?

—Que si Park Jimin es tan bello como un ángel y digno de la majestuosidad. —Ahogó una pequeña risotada con el trago que le dio a su vaso de ron.

Jungkook se tragó la risa que saldría de su boca, negó ligeramente con la cabeza y prosiguió. —No, ni se acerca al título de ángel que le han dado.

—Creí que sus fieles seguidores decían la verdad. —Dijo Mingyu.

—Tal vez lo dicen porque lo ven siempre de lejos.

—No, Park Jimin se ha caracterizado por tener una relación más cercana con sus súbditos. —Dijo Sangwoo. —Nunca lo he visto de cerca pero muy probable es que le hayan dado el título de ángel por cómo se porta y porque es de la realeza.

Jungkook asintió.

—Si, es muy probable que sea así. —Dijo, bebiendo de su vaso de ron.

La plática se había tornado a Park Jimin y luego a su matrimonio con el mayor de los Kim. Recordaban cómo es que aquel compromiso había sido anunciado y como este había dado una mínima esperanza, pues Park Jimin al ser lejano a los Kim podría iniciar un nuevo capítulo, más justo, más avanzado que el anterior; pero todo se torno a nada, al escaso pan y al poco dinero.

—Kim Seokjin y Park Jimin están enamorados hasta la médula. —Sonrió de lado. —Es muy claro que son destinados, incluso en su marca se nota.

—¿A si? Entonces es cierto que fueron los únicos en casarse enamorados. —Dijo Mingyu.

—¿Y por qué aún no tienen hijos? —Preguntó Daehyun.

—Ni idea. —Se encogió de hombros. —Mejor así. Tan solo nos podremos concentrar en los dos reyes.

—¿Qué planeas? —Preguntó Sangwoo.

—Pues, si son destinados y hasta tienen una marca, sería beneficioso si nos deshacemos de uno de ellos. Un destinado marcado sin su pareja llega a enfermar y después a morir. —Dijo calmado, como si estuviera contando una anécdota y no su plan para matar a alguien. —Solo nos ensuciaríamos la mano con la sangre de uno de ellos.

—¿Y cuál será? —Sonrió Sangwoo.

—Park Jimin, si lo matamos a él, el rey también morirá, pero de pena.

Todos aplaudieron el magnífico plan de Jungkook, felicitándolo por pensar tan bien, por darles lo que sería su triunfo en un futuro.

En aquella carpa, en aquella noche desolada, todos planearon como Jungkook haría que se gane la confianza del rey omega; para así llevarlo lejos del castillo, para adentrarlo dentro del bosque y así implantar una daga en su pecho, apagando con su vida.

Encendiendo el nuevo capítulo, tras la muerte del rey omega.

Dollie ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora