VII

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Volvió al castillo antes del amanecer, cuando todos dormían y sus cortinas cubrían sus ventanas, se escabulló con mucha facilidad, siendo visto por nadie; descansando unas pocas horas hasta que sus labores una vez más comenzará. Las pocas horas que durmió las hizo en paz, despertándose cuando los pájaros comenzaban a cantar sobre las ramas que estaban cerca a su ventana. Frotándose sus ojos abrió sus cortinas, dejando que la luz del día nublado entrase por su ventana, viendo a los dos pájaros que estaban en la rama cerca de su ventana.

Dos pájaros que lucían enamorados, acurrucados uno con el otro mientras cantaban una melodía mañanera.

Era, de cierta forma, algo muy lindo.

Dejó a aquellos animales en paz y comenzó a ponerse su traje militar, el de siempre, unas cuantas medallas y unas cuantas bandas en su brazo derecho, condecoraciones dadas en la gran guerra del territorio. Se vio al espejo abrochando sus botones y peinando sus cabellos, luciendo impecable como un soldado, un coronel, debería lucir.

Al abrochar el último botón de sus mangas escucho muchísimo ruido, venía de afuera, se asomó por la ventana y vio a una escuadra de soldados junto al corcel del rey. Jungkook creyó que el rey Seokjin había sido herido, no pudo evitar esbozar una sonrisa ante aquel pensamiento.

Salió de su habitación en busca de alguna respuesta, después de todo, debía hacerlo, preocuparse por su majestad, como un buen siervo que sirve en el castillo.

En cuanto puso un pie en los pasillos escuchó los gritos del rey, claramente desfogándose con los soldados que habían ido con él, hablando con un capitán general mientras quitaba su ira con personas que no tenían nada que ver. Déspota.

Al llegar a las escaleras Jungkook vio como el rey Seokjin dejó el primer piso, subiendo con pasos firmes y pesados por las escaleras, yendo hacia su alcoba. Jungkook miró a los soldados que se encontraban ahí, todos con la moral baja, manteniendo la cabeza firme mientras el capitán general los regañaba. Como si fuese su culpa.

—Debimos de ir más temprano, debimos ser más ágil y solo rodear el área. —Dijo el capitán. —Es como si alguien nos hubiese filtrado la información.

Jungkook dentro del castillo tenía más jerarquía que los capitanes militares, por lo que antes que el capitán comience a meter ideas de que había alguien filtrando la información, se apareció en su campo de vista. Logrando que el hombre mayor le haga el saludo correspondiente para los del alto rango.

—Caballero Jeon. —Dijo.

—Capitán. —Asintió. —¿Podría decirme qué es lo que pasa? Hay todo un escándalo en el pasillo principal, no le gustara al rey Jimin, o a los príncipes.

El capitán le hizo una señal de descanso a su tropa y comenzó a caminar al lado de Jungkook.

—Claro, señor. —El poder era embriagante, de cierta forma, sobre todo cuando alguien que se supone está un escalón antes que ti, agacha su cabeza por ti. —Como usted ya sabrá, hoy por la mañana se tenía una misión; dar con una emboscada a las cabecillas del movimiento denominado revolución. Para nuestra mala suerte, cuando arribamos al lugar solo estaba esto. —Extendió su mano y le concedió un pedazo de papel a Jungkook.

Él conocía de qué se trataba, aún así, como el gran actor que era, fingió sorpresa al ver en letras grandes y rojas simulando sangre 'que muera el rey'.

—Inconcebible ¿verdad? —El capitán negó con la cabeza, muy decepcionado por lo que tenía que ver su monarca. —Y eso no es todo.

—¿Hay más?

—Junto a la nota dejaron...dejaron la mano del tío quinto lejano del rey, aquel que habían asesinado en su viaje a las islas.

—Oh...—Él no sabía de eso, sin embargo, no le movió ni un pelo. —Son unos monstruos.

—Usted lo dijo, señor. Y bueno para rematar la corte real amaneció empapelada por el mismo papel, está por todos lados.

Aquellos pequeños carteles volaban y se pegaban como el polen que se pegaba a la ropa de las personas.

—Es muy lamentable todo esto, ¿no es así?

—Lo es, señor. El rey está perdiendo los cabales ahora mismo, me platico que cree que está perdiendo la lealtad de sus súbditos, porque esta clase de ataques no pasaba de unas cuantas notas, ¿ahora cómo lograron empapelar toda la corte? Es porque ya son más. Cada vez son más.

—¿El rey piensa que está perdiendo a sus súbditos?

—Si, él piensa eso. Por eso escucho todos esos gritos. Aquí entre nosotros, creo que el rey teme que su familia, su mandato se termine como algunos por el este, derrocados.

—No creo que eso pase, sinceramente, el rey tiene mucha autoridad y sabrá cómo salir de este pequeño bache. La familia Kim no pasará por lo mismo que otras familias reales.

—Dios lo escuche. —Suspiro. —Bueno, señor, tenemos que dirigirnos hacia los cuarteles, fue un placer volver a verlo.

—El placer fue mío. —Sonrió, siendo fríamente amable, estrechando la mano del capitán. Haciéndole creer que tenía un amigo dentro del castillo.

Mientras más confianza recolectara de todos los que lo rodeaban avanzaría aún más rápido. Daría zancadas en lugar de pasos.

Vio como la tropa se fue, alejándose en sus caballos y saliendo del castillo, lo vio todo desde su oficina. Con una sonrisa en el rostro tras saber que el rey perdía cada vez más súbditos, si aquello continuaba de esa forma, no tendría que ganarse la confianza del rey omega pues serían los demás quienes lo hicieran.

Se sentó a escribir su informe del día, colocando la fecha y recordando cada detalle de lo que había pasado. Contando con detalles fijos el cómo creía que la monarquía comenzaba a ver sus primeros flaquees tras años de una falsa estabilidad. Que se iban cayendo a pedazos, rajándose por los costados y desvaneciéndose por el frente. Solo era cuestión de tiempo hasta que todo se desmorone y que una nueva era comenzara. Finalizó su informe guardándolo en su escritorio, cerrándolo con llave y escondiendo está en su uniforme.

Lo que resto del día se hizo cargo de papeles militares, no salió de su oficina más que para comer, el rey Jimin no había salido de su alcoba todo el día, supuso que el omega quiso pasar el día consolando a su alfa y alejando toda esa rabia que el rey Seokjin experimentaba en el momento.

Consolando a su amado entre besos y caricias mientras le susurraba una mentira a futuro; que todo estaba bien.

Que todo estaría bien.

Dollie ; km omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora