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Espresso se encontraba haciendo su trabajo, Eclair hacia lo mismo aunque para ese momento el erudito solamente dió un suspiro.

No comprendía nada.

— Eclair, quieres encargarte de esto. Iré hablar con Black Raisin.

— Claro.

El joven de ojos verdosos oscuros, miro a su maestro irse. Espresso estaba muy confundido, cuando llegó al pueblo y miro con cautela el lugar busco con la mirada a la dueña. Los soldados del cacao estaban siguiendo al erudito.

Y sin mucho asunto camino hasta un pequeño grupo de tres personas, guerreros del mismo estilo que Raisin, solo para informarle que quería ver a su líder.

Si a principio el trío no acepto, pero debido a la amenaza optaron por hacerlo.

No tardó más de 10 minutos cuando Raisin llegó. Algo malhumorada por la situación.

— Solo porque estás aquí no tienes derecho a destruir el pueblo.

— No pensaba en hacerlo, pero lo que es necesario saber es de que me cuentes más acerca de tu pueblo.

— ¿Eh? Ya sabes todo, no se que más contarte, nuestro pueblo es la sombra del reino de los cielos.

— Entonces ¿no sabes cómo funciona las tierras de aquí?

— No lo sé,  no conozco demasiado. Solo que de un momento a otro el paisaje se hizo algo lúgubre.

— Entiendo, entonces tendré que buscarlo por otro lado.

— No estarás pensando en subir ahí.

— Supongo que tendre que hacerlo, si ustedes se ponen en peligro no habra mucho que defender en el futuro. Y seriamos nosotros cruelmente castigados por el emperador. 

— ¿Por qué haces eso?

— No voy a mentirte, pero hay algo familiar en estas tierras. Es como si algo de energía estuviera aquí.

Black Raisin quedó en silencio, todo lo que había mencionado el arudito hacían eco en su mente, acaso había más que no se daba cuenta.

Black Raisin lo siguio y manera sutil hablo. 

— Puedo ayudarte, puedo.... 

Su frase no fue concluida, cuando una serie de maquinarias descendieron y dieron sus primeros ataques, esto alarmo a los soldados del cacao, mientras que los guerreros se reunian listo para el ataque, pero una vez que todos se reunieron y los habitantes civiles fueron escondidos, un hombre de hebras doradas y una piel algo palida, descendio en una plataforma, usaba una elegante armadura, mientras demotraba con orgullo la victoria que iba a conseguir, la espada de aquel hombre se encontraba enfrente de él, sus manos estaban sobre el mango. 

— Ahora entiendo porque algunas maquinas habian enviado señales de intrusos ajenos. 

La voz sono arrogante, su semablente era de una sonrisa, sin contar que sus ojos no quitaban la mirada de los soldados del cacao, incluso de uno que sobresalia de armadura plateada. 

— Bueno, supongo que buscan guerra para que haya tanto soldados en esta tierra aridas pertenecientes a nuestro reino. ¿No es asi? 

Black Raisin miraba con enojo desde las lineas traseras, mientras que Espresso miro con cautela y una idea surgio su cabeza, Eclair logro notar la pequeña sonrisa de su maestro. 

— ¿Maestro? ¿Que piensa hacer? 

— Algo que nos beneficiara a todos, Eclair. 

Aquel erudito camino hasta enfrente de las tropas, ambas manos las tenia enfrente, mientras su atuendo lo hace verse como si fuera una mujer, una vez enfrente, la mirada del caballero fue directa hacia él, mirando con cierto toque de curiosidad. No paso mucho cuando aquel erudito levito hasta quedar enfrente de ese hombre, los guerreros miraron con suma sorpresa, mientras Eclair y Tea, miraban algo preocupados.

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