XXI

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El niño comenzó a ser valiente, camino lo suficiente bajando su baculo, su cuerpo temblaba, aún así no se detuvo, aquellos seres a menos los que estaba protegiendo el cuerpo, se pusieron listos, sujetando sus espadas a manera de combate, se dieron cuenta que ese pequeño niño, solo se limita a caminar seguir hasta enfrente. Ese niño fue valiente, no cambio su semblante las primeras sombras rotundamente se desvanecieron como si se tratara de un espeso humo oscuro.

Finalmente enfrente de ese último, quien seguía aferrado a ese cuerpo, solo para verle alzar la vista, de como sus ojos blanco, tan profundos demostraban gruesas lágrimas, que caían en el rostro de ese rubio, que de manera rápida parecían desvanecerse en humo. 

— Yo... Yo puedo revivirlo.

Solo dijo, a principio el ser no quería alejarlo de él, pero al darse cuenta de aquello, termino por dejarle el espacio libre, el ser dejo el espacio, haciendo que ese niño pudiera hincarse al lado del rubio, movió su baculo y con un suave conjuro y energía más pura, logro brindarle energía.

La mujer miro con enojo, mal herida dispuesta a detener a ese niño, pero aquello rápidamente fue detenido, el monarca había logrado atacarla acorrolarla entre la pared y su gran mano, apretando cada momento ese cuerpo podía sentir como los huesos de esa mujer se iban quebrando.

No pasó mucho, cuando el niño grito un "Eureka" solo para quedar en el suelo débil por su poca energía. La mujer quedó un tanto preocupada y a la vez molesta, sus planes se habían destruido.

Finalmente la última sombra se desvaneció en una especie de humo, el paisaje regreso a ser lo mismo, no se veían marchitas como hace unos momentos, sin embargo el niño estaba cansando, el ministro se acercó un poco, logrando ayudar al pequeño niño con una pequeña sonrisa.

— ¿Que rayos está pasando?

Espresso no entendía que estaba pasando, el había sabido que la familia real no había más familiares, incluso el ministro demostro una sonrisa mientras en brazos sostenía al pequeño niño que había caído inconciente.

— Un gracias estaría encantado de escuchar.

Dijo el ministro, aunque poco después le daría explicaciones a ambos, por el momento esperaba que con el tiempo la pequeña magia de control mental en Madeleine se desvaneciera.

El rubio abrió sus ojos, todo le daba vueltas, pero aquello, no le importo y de manera tranquila y suave tomo asiento, su vista fue dirigida hacia arriba, mirando esa gran sombra, a ese moreno.

La bestia logro hincarse lo suficiente, quedando tan cerca de ese rubio, pudiendo sentir la suave mano de este sobre su mejilla. Sintiéndose contento la irá que alguna vez lo estaba consumiendo le hizo irse, la mujer temrino por ser liberada aún con vida, sin embargo sus huesos estaban todos rotos.

— Vamos regresa a ser el mismo de siempre.

Las palabras de ese rubio en súplica, fueron escuchadas y es que de manera sutil, el moreno regreso a su aspecto humano, finalmente abrazando ese cuerpo tibio, seña de que estaba con vida.

— Creí que te había perdido.

Logro susurrar, mientras no se alejaba en ningún momento de el. En cambio, aquellos enviados miraron la escena, pudiendo sentirse aliviados, el ministro que sostenía al pequeño niño, se acercó hasta la mujer que de manera algo indiferente hablo.

— Lady Dark Enchantress, está revocada de su oficio como reina, el corte imperial de los ministros de esta nación, estarán enterados con mi informe.

Dicho aquello, termino con esa mujer. Dándole el tiro de gracia.

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Tras algunos días mas tarde, y de ver al pequeño niño andar correteando y dando órdenes, el ministro se reunió con los visitantes, pidiendo perdón por todo lo sucesos, explicando que la reina había logrado meter confusiones. Pero todo aquello ya estaba arreglado, con un tratada de entre ambas naciones.

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