CAPÍTULO TREINTA Y CINCO:

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Adrien despidió a su hermano de su habitación después de jugar videojuegos por una hora. Se aseguró de cerrar la puerta con pestillo antes de apagar el televisor y avanzar hasta su cama, acostándose boca abajo mientras cerraba los ojos.

Estaba algo cansado e intentaba procesar todo lo que había ocurrido durante el día.

Le había confesado sinceramente sus sentimientos a Luka, Marinette había aceptado que ambos estuvieran saliendo, su padre intentaba recuperar su familia y sus actitudes menos severas y comprensivas eran una evidencia de ello, además, su hermano había regresado de Londres y estaba esforzándose por rehabilitarse.

Todo comenzaba a pintar bien.

Tenía buenos amigos, contando a la azabache y a los amigos de banda de Luka, que lo trataban bien sin llegar a incomodarlo.

Su padre estaba cambiando.

Su hermano estaba de regreso.

Y estaba saliendo con el chico del que comenzaba a enamorarse.

Quien diría que su vida podría cambiar en unos cuantos meses, que encontraría una razón para mejorar en la persona a la que todos decían y tachaban cómo su opuesto.

Tal vez era por eso que estaban destinados.

—¿Estás dormido?

La voz de Luka llegó a sus oídos en un susurro dulce, pero también le causó cosquillas en su oreja izquierda.

Giro sobre su espalda para quedar boca arriba en la cama, sorprendiendose momentáneamente por encontrar a Luka peligrosamente cerca de él, con su típica sonrisa ladina.

—No, te estaba esperando.

Confesó el rubio, sentándose en la cama cuando Luka retrocedió un poco, permitiéndole respirar con normalidad.

—Genial, lamento llegar tan tarde pero mi hermana salió más tarde del trabajo y tuve que quedarme más tiempo en la tienda.

—Está bien Luka, de hecho llegas justo a tiempo, mi hermano acaba de irse de mi habitación.

—Cierto, ¿cómo estás?

Luka se puso de cuclillas frente a él, entrelazando sus dedos con los del rubio pero sin levantar la vista de esa unión.

—Se siente todo muy extraño, mi padre queriendo cambiar y Félix siendo el mismo de siempre, no sé, creo que estoy feliz.

—¿Estás seguro de que tu padre quiere cambiar?

—Eso creo, digo, nunca me lo había prometido cómo tal.

—Solo no quiero que vuelva a lastimarte —confesó Luka, soltando una de las manos del rubio para pasar sus dedos por el cuello del rubio hasta su nuca. —No quiero volver a verte triste Adrien, y mucho menos con algún golpe.

—Estaré bien Luka, creo que mi padre hablaba muy enserio esta vez.

—Te creo, pero no dudes en decirme si algo ocurre.

—Gracias por preocuparte por mi.

Respondió Adrien, terminando con la distancia que los separaba para poder darle un casto beso a Luka.

—Ya te lo dije, no me importa nada siempre y cuando tu estés bien, eres importante para mí.

En esta ocasión fue Luka quien terminó con la distancia, tomando el rostro del rubio entre sus manos para besarlo por más tiempo.

Y como sus dos besos anteriores que comenzaron de manera dulce y gentil, terminaron siendo demandantes y necesitados, dejando atrás los roces cálidos y suaves para dejarle paso a mordidas de labios y toqueteos sobre la ropa que carecían de inocencia.

OPUESTOS//FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora