CAPÍTULO VEINTIUNO:

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No era una cita, era una reunión de amigos en un refugió para animales en adopción. No tenía nada de romántico o especial eso, pero, ¿porque el ambiente entre ambos era tan incómodo?

—Haces esto una vez al mes entonces.

Repitió Luka la respuesta que el rubio le había dado hace tan solo unos segundos.

Ambos estaban sentados en una banca, les habían pedido esperar ahí y no sabían de qué hablar.

O sí lo sabían, pero Adrien no quería ser el primero en hablar y Luka solo buscaba algún momento apropiado.

—Sí.

—¿Y tu padre no te deja adoptar?

—No le gustan mucho los animales, si pudiera adoptaría un gato o un hamster.

—A Marinette le gustan los hámster también.

—Ya para con eso, ¿quieres?

El tono molestó de Adrien sorprendió al peliazul, quien levantó la mirada pero no encontró la mirada del rubio.

—¿De qué hablas?

—Todo el tiempo, desde que nos conocimos, haces comentarios sobre Marinette sobre cualquier cosa, si le gusto solo dilo.

Adrien estaba de mal humor, y no ayudaba que Luka intentara hacerle de cupido con su amiga.

—Yo no soy el indicado para decirte eso.

—Parece que solo quieres que consiga novia.

Adrien se puso de pie cuando una de las encargadas del lugar se acercó a ellos, pero Luka se quedó sentado.

Era cierto, se había esforzado en incluir a su amiga en todas sus conversaciones porque a ella le gustaba el modelo, pero también se dió cuenta que pasó de ser casual a verse forzado, y lamentablemente Adrien también se había dado cuenta de ello.

Cuando salieron del refugio, la incomodidad entre ambos era aún pero, Adrien estaba molesto y Luka no sabía que decir al respecto.

—Adrien, lo que dijiste hace un rato—

—No quiero hablar de eso —le interrumpió el rubio con las manos en los bolsillos, apresurando el paso.

—¿Por qué no?

Luka caminaba detrás de él, intentando darle alcance.

—¿Quieres que salga con Marinette cómo tu salías con Chloé?

Adrien detuvo su andar en medio de la acera, y su voz cargada de enfado puso nervioso a Luka.

—¿Ella te lo dijo?

—Sí, porque tu no tuviste la decencia de decirmelo.

—No tenía porqué hacerlo.

La realidad golpeó el rostro de Adrien, quien recordó donde estaba y a quien le estaba reprochando.

—Tienes razón, me voy a casa.

Pasó por un lado del peliazul, andando por la acera y arrepintiéndose de no pedirle a su chofer que pasara a recogerlo.

—Adrien, espera carajo.

La voz de Luka a su espalda lo hacía enfurecer un poco más, pero no detuvo su andar en ningún momento.

—¡Adrien!

Luka tuvo que correr para alcanzarlo, poniendo una de sus manos en el hombro del rubio. Sin embargo Adrien rechazó ese contacto, golpeando su mano para que la alejara.

OPUESTOS//FINALIZADA Donde viven las historias. Descúbrelo ahora