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Inicio de septiembre día 3 del mes, lo cual significa volver a las clases a la universidad, estoy por comenzar el 7° semestre en la carrera de Derecho el último año para poder graduarme.

Despierto temprano como todos los días, salgo a correr alrededor de una hora, regreso a casa me ducho y me alistó para salir. Me dirigió a la institución donde iniciaré con mis prácticas profesionales, mi gran acompañante mi moto.

Las horas pasan tranquilas, me prometí comportarme y no involucrarme con ninguna chica del trabajo o de la escuela y espero lograrlo. Las horas pasaron tranquilas, ya salí de la oficina y voy rumbo a la escuela, como pocas veces voy tarde en cuanto llegue me estacione en la entrada del plantel ingrese y en las escaleras choque con alguien.

—Lo siento, disculpa no te vi—dije. Cuando levantó la vista es una chica hermosa, ojos color verde, cabellos negros recogido en una coleta alta, llevaba un pantalón ajustado y una blusa también ajustada a su cuerpo.

—No te preocupes yo también iba distraída, ¿Estudias aquí?—me sonrió de una manera tan genuina que también le regrese el gesto.

—Si, tu ¿también?—creo que estaba perdida, el pretexto perfecto para acompañarla a su salón y saber que estudia.

—Soy nueva y estoy perdida no encuentro mi salón ¿podrías ayudarme?—el mundo conspira a mis favor para charlar con tan linda mujer.

—Por supuesto sabes ¿cual es el número del salón?—era realmente hermosa, ella no es una chica para una noche como con las que me he relacionado, será que es ella la que me haga acentar cabeza.

—Si aquí lo tengo—y me lo dio.

Todo esta de mi lado al parecer ella estudia lo mismo que yo, Derecho, esta en el mismo grupo que yo, la veré todos los días podré conocerla mas a fondo y hasta podríamos ser algo mas que amigas.

Tuvimos que caminar al otro plantel ya que estábamos en el incorrecto, en el camino el principio fue algo silencioso hasta que ella lo rompió.

—Me estas ayudando y ni siquiera se tu nombre, por que tienes uno ¿verdad?—tenía sentido del humor, me gusta.

—Por supuesto que tengo nombre. Soy Samantha, pero me puedes llamar Sam. Y usted señorita ¿Cuál es su nombre?—respondí extendiendo mi mano.

—Me llamo Andrea mucho gusto y gracias por la compañía—dijo entrechando nuestras manos.

En ese momento sentí algo extraño, algo que no había experimentado desde que tengo memoria, fue una sensación demasiado rara y creo que ella también lo noto por que su agarre se hizo más fuerte y asi nos quedamos por no se cuanto tiempo, no se si fueron segundos, minutos o incluso horas, pero esto me agradó mucho.

Llegamos al salón hablando de cualquier cosa, nada en particular después de aquel momento donde por primera vez hicimos contacto físico, ella se notaba tensa como si no le gustará, y me sentí mal tal vez por que a ella no le gustaba y yo habría sobrepasado algún límite. Ingresamos al salón 15 minutos tarde, nos sentamos justas al fondo del salón en completo silencio, a mi parecer algo incómodo.

Las clases transcurrieron de manera normal, al final del día estaba por irme a mi departamento pero ella volvió a aparecer.

—Hola, ¿ya te vas?—me pregunto, y creí que después de lo que sucedió en la tarde no volveríamos a cruzar palabra.

—S, i estaba por irme ¿necesitas algo?—pregunté amablemente, después de todo no fue grosera.

—Quería disculparme por cómo reaccione hace rato, se que no fue la manera, pero...—no deje que continuará, ella tendría sus motivos y no quería presionarla para hablar de algo que claramente no le gustaba.

—Todo está bien, tendrás tus motivos y si no quieres que me acerque esta bien, lo entiendo—bajo su cabeza y me sentí mal porque de alguna manera mi tono de voz no fue el mejor.

—Te invito una pizza para compensar el mal rato ¿te parece?—se me hizo muy tierno de su parte querer arreglar lo que pasó pero la tendría que llevar en la moto y no se está dispuesta a tocarme.

—Claro, pero ¿Tienes inconveniente con que te lleve en la moto?—respondí señalando con la mirada.

—No creo, pero solo traes un casco ¿Como iremos?—tenía razón el camino a la pizzeria no era largo pero no iba a permitir que ella se sintiera insegura.

—No se preocupe señorita, usted se pondrá el casco, ante todo su seguridad.

—Pero y tu...—estaba haciendo un lindo puchero, se veía tan tierna mientras le colocaba el casco.

—Listo subete—me subí y ella lo hizo despues—si quieres te puedes agarrar de atrás o si prefieres puedes abrazarme ¿Como te sientas más cómoda?—si lo se, lo estaba haciendo con toda la intención pero quería sentirla cerca.

Ella dijo que conocía un lugar donde las pizzas que hacían eran una delicia, la verdad no creí que ella comiera pizza, al contrario pensaba que cuidaba su alimentación, su hermosa figura de modelo por que ella es realmente bonita. Pero las apariencias engañan.

La pizza realmente era buena, después de eso me ofrecí a llevarla a su casa, ella aceptó muy contenta, al salir del local ella se estremecio por el frío de la noche y sin dudarlo le ofrecí mi chamarra.

—Gracias—sonrió y se me hizo la sonrisa más hermosa que me había regalado durante el día.

Simplemente le regrese el gesto, me indicó por donde hasta llegar a su casa.

—Gracias por la cena de verdad que ha sido la mejor pizza que he probado—quería quitarse la chamarra pero no lo permiti—quedatela ya mañana me la regresarás—no sabia como despedirme, no quería sobrepasar otro limite.

—Mañana te la entrego, gracias por traerme, hasta mañana—me regreso el casco y se metio a su casa sin ningún tipo de contacto.

Regrese a mi departamento algo triste por como se habían dado las cosas con ella, pero si quiero dejar atrás mi vida de "mujeriega" tenía al menos que intentarlo, y era ella con quien quería hacer las cosas bien.

R.

Mi Hermoso Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora