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Paso poco más de un mes en el que prácticamente parecíamos ya una pareja, sin embargo aún no se lo pedía de manera oficial. Los abrazos y los besos por el rostro eran inesperados, no me atrevía a dar ese paso, de besarla en los labios, además ella se veía muy cómoda con la relación que estamos teniendo. Durante este mes perfeccione la manera en la que le voy a pedir que sea mi novia, ir a buscarla a su casa para llevarla a la universidad es el primer paso. Y aquí estoy esperando a que salga para cumplir mi cometido. Tardo más de lo esperado, pero valió la pena la espera por ver esa linda sonrisa al encontrarse conmigo en la acera esperándola.

—Hola. —le dije como pude estaba demasiado nerviosa. —¿Quiere usted bella dama un carruaje para llegar a su destino?. —hice una reverencia, porque estaba frente a mi princesa. Extendí mi mano para que la tomará y así ayudarla a subir al auto.

—Hola. —estaba tratando de contenerse, pero le fue imposible y explotó en una risa, tomo mi mano pero seguía riendo y me abrazo escondiendo su rostro en mi cuello. —¿Que es todo esto? Creí que nos veríamos en la universidad. —y eso era lo que le había hecho creer.

—Bueno cambié de opinión. —la abrace más fuerte. —Además quería verte. Estas muy hermosa a ¿quien vas a ver?. —hace unos días que descubrí que si le hago este tipo de preguntas se sonroja y su respuesta siempre queda incompleta, otro motivo por el cual quiero hacer esto oficial.

—A mi... —pronto podrá decir a mi novia. Solo tendremos que esperar unas horas más. —A ti ¿a quien más?. —y otra vez se sonrojo.

Le ayude a subir al auto y como en las últimas ocasiones que vamos en auto ella se encarga de la música desde mi celular, y en la lista salió una canción muy bonita. Andrea estaba viendo por la ventana, yo al instante reconocí la canción, lo que hice a continuación fue magnífico porque se la estaba dedicando a ella.

Te cuento que me encuentro enamorado. —justo en ese momento estábamos en un semaforo en rojo. Le cante viéndola a los ojos. —Y siento que esta vez en la correcta. Te cuento para mi ella es perfecta con todos sus defectos y pecados. Sé que con otras yo me he equivocado. —esa última frase era muy cierta, creo que ella también lo notó. —Sé que he dado contra el mundo y he perdido la esperanza. Porque aunque llevo cargas del pasado. Cuando ella está a mi lado se equilibra la balanza. Y nada me cansa. —Andrea estaba muy roja, estaba entendiendo absolutamente toda la canción, decidí seguir solo por verla como su sonrisa se hacía cada vez más grande. —No pienso dar ni un paso atrás. En el camino que me lleve hacia tus besos. No pienso en eso, se los confieso. Hoy me arriesgo a todo sin mirar atrás. —el semáforo cambio, pero yo no quería romper nuestra burbuja, por lo que solo avance un poco para orillarme. —Si tú te vas, ya volverás. Porque el destino sabe bien qué es lo correcto. Y no habrá pretextos de espacio ni tiempo. Solo formas nuevas de poder amar. Te cuento que me encuentro ilusionado. Y no puedo olvidarme ya de ella. Te cuento que pasé mi vida entera. Buscando lo que por fin he encontrado. —esto era una declaración de lo que ella me estaba haciendo sentir en tan solo unos meses. —Si tú te vas.
Serías la culpable de mis besos desterrados.
Yo habría sido un rey que ahora se viste de soldado.
Será porque mi suerte me condenó a perderte, y te arrancó de mí. —tomé su mano, porque está frase quería desde lo más profundo de mi corazón que no aplicará para ella y para mi. —Serias la correcta y yo seria el equivocado. —deje que la canción siguiera su curso sin mi voz, ella entendió del porque lo hice y me abrazo.

—Gracias nunca nadie me había dedicado, ni mucho menos cantado una canción como esa y con ese significado. —me dio un beso en la mejilla, para alejarse y ver directo a los ojos. —Y si yo soy la correcta, tu no eres la equivocada. —de pronto sentí sus labios sobre los míos, al principio no reaccione por la sorpresa, después todo fue mágico. Nuestro labios danzaron a la par, como si se conocieran de toda la vida, tomo mi rostro entre sus manos para que no me alejara, yo solo pude posar mis manos sobre su cintura. Nos separamos para tomar aire, juntamos nuestras frentes y viendo sus ojos confirme lo que acababa de decir era cierto. Tenía un brillo en ellos que no había visto antes y seguramente yo tenía el mismo brillo porque ella sonrió y me volvió a besar.

Mi Hermoso Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora