27

6.1K 361 11
                                    

Creía que el mejor día de mi vida había sido conocer a Andrea, luego cuando aceptó mi condición y aceptó ser mi novia fue aún mejor pero definitivamente el que estaría en el número uno es este día, el día que cambiaría definitivamente mi vida con el nacimiento de mi primera hija.

Llegué al hospital en quince minutos seguramente rompí varias normas de tránsito pero lo que me importaba era estar en todo momento con mi amada Andrea.

—Buenas tardes la paciente Andrea Luján. —le pregunté a la recepcionista y me dijo que estaba en la habitación 112.

Recorri los pasillos del hospital casi corriendo para llegar y cabe recalcar que eran tantos mis nervios que me perdí en más de tres ocasiones, creo que tengo severos problemas con perderme.

—Amor ya estoy aquí. —fue lo primero que dije cuando finalmente encontré la habitación.

—Mejor no vengas. —eso me descolocó.

—No se preocupe es normal que se ponga un poco agresiva. —me susurró la enfermera.

—Gracias. —le dije y me acerque a Andrea que lo primero que hizo fue darme un fuerte golpe en el brazo que no me esperaba. —Yo también te amo.

Pasaron varias horas hasta que estuvo lo suficientemente dilatada para comenzar con el procedimiento, mientras preparaban a Andrea me pidieron colocarme una vestimenta para estar con ella.

—Te juro que al próximo lo tendrás tu. —dijo mientras me dejaba sin mano. Me quería reír pero eso solo iba a ocasionar otro posible golpe.

—Si amor los que quieras.

—¿Te estás burlando?. —ya no aguantaba las ganas de reír.

—Por supuesto que no... —dije lo más serias que pude.

Mientras Andrea pujaba yo rezaba para que acabará pronto ya no sentía mi mano, después de muchas maldiciones, varios insultos a mi persona e infinidad de no tendremos otro por fin logre escuchar el llanto de nuestra pequeña.

—¿Quiere hacer los honores?. —me pregunto la doctora dándome las tijeras para cortar el cordón umbilical.

—Será un placer. —me moví un poco para poder contar y de paso vi a mi niña que estaba más pequeña de lo que creí.

La limpiaron un poco antes de colocarla en el pecho de Andrea, solo nos la dejaron unos minutos ya que se la tuvieron que llevar para revisarla y que todo estuviera en orden. Después de que terminaron con Andrea la movilizaron nuevamente a la habitación donde ya nos esperaba Eliza, nos dijeron que la bebé ya estaba en los cuneros y llevaron a Eliza a conocerla. Luis y Ana llegaron justo cuando Eliza iba saliendo de la habitación entonces fueron juntos para conocerla, como aún no les hemos dicho el nombre tendrán que ubicarla solo por nuestros apellidos.

—¿Como te sientes princesa?. —me senté a su lado y comencé a acariciar su cabello.

—Lo siento. —contestó después de varios segundos. —Lamento todo lo que te dije no quiero lastimarte con mis palabras.

—Todo esta bien. No te preocupes entiendo perfectamente.

Minutos después se quedo completamente dormida me quedé observando lo hermosa que es, la tranquilidad que emana su rostro y sobre todo lo segura que me hace sentir con cada caricia o palabra de amor. En este momento de mi vida me siento completa y realizada tanto personalmente como de manera profesional y a pesar de esto espero seguir creciendo porque quiero ser una buena madre, mejor de lo que fue la mía pero también quiero ser una buena esposa para estar al lado de Andrea cuidándola, respetandola y sobre todo apoyándola en cualquier cosa que ella quiera hacer.

—Hola ¿como estás?. —era Luis desde el marco de la puerta. Me levante y salí al pasillo con él, no quería despertar a Andrea que necesitaba descansar después de traer al mundo a mi princesa.

—Bien aunque muy nerviosa y con muchos miedos.

—Tranquila las dos aprenderán juntas a como ser buenas madres. —me acerque y lo abrace lo más fuerte que pude ahora más que nunca lo necesitaba.

Un par de horas después Andrea finalmente despertó y con ello nuestra pequeña llegó para su primera comida.

—¿Y como se llama?. —pregunto Ana que se encontraba junto a Eliza que estaban sentadas en el sofá.

—Les presentamos a Alexandra. —dijo con tanta alegría Andrea.

—Nuestra pequeña Lexie. —dije acariciando su cabecita.

—Es hermosa. —mencionó Eliza tomando su manita.

Alexandra, debo reconocer que al principio no me encantaba este nombre pero después de mucho analizarlo y ver la ilusión en los ojos de Andrea al mencionar que quería que ese fuera su nombre no pude decirle que no, y ahora puedo reconocer que no existe otro nombre mejor que este para mi primera hija me encanta y no hay palabras para describir la alegría que desborda mi corazón al ver el amor con el que Andrea la ve, la llama y la trata. Lexie come con ganas del pecho de su madre parace que lo ha hecho cientos de veces y ver algo tan natural que hacemos como humanos, me fascina.

Los primero días fueron muy tranquilos la verdad esperaba que fuera un torbellino de cambios pero no fue así, casi no llora a menos que quiera comer o necesite un cambio de pañal y después de ser atendida vuelve a dormir tranquilamente. Nuestro despacho de abogados va viento en popa asisto un par de horas o tres si es necesario ya que Andrea también quiere trabajar cuando deje de amamantar algo con lo que estoy de acuerdo, no quiero que se quede en casa atendiendo exclusivamente a Lexie o a mi, ella es una madre y una profesionista que quiere ejercer, que quiere hacer lo que le gusta, que no estudió para quedarse en casa encerrada. Y eso es algo que me encanta de ella, lucha por sus sueños y lo que es aún mejor esta dispuesta a cumplirlos.

Hoy puedo decir que soy una mujer que encontró la felicidad cuando lo único que buscaba era encontrar la tranquilidad y la estabilidad emocional, yo que creía que nunca tendría lo que ahora tengo una mujer que me ama en igual de proporciones que yo a ella y me dio el mejor regalo del mundo una hija, una hija que está haciendo mi vida aún más feliz.

Encontré todo lo que nunca creí tener, empezando por una mujer que puedo decir en poco tiempo tendré el honor de decir que es mi esposa y a la cual voy a dedicarme a cuidarla y protegerla. Una hija que me hace sumamente feliz y que cuidare, protegeré y guíare el resto de mi vida. Un hermano que desde el primer instante y sin conocerme me ofreció un hogar, una familia donde también encontré una madre, Ana que desde el momento uno se convierto en esa madre que nunca tuve pero que siempre necesite, una madre que estuvo en mis momentos más tristes, más bajos, más humillantes pero que a pesar de todo también estuvo en los más alegres, los más importantes y en mis éxitos. Y mi otra madre, Eliza que a su modo me ha demostrado que también me quiere como una segunda hija, me ha apoyado y sobre todo me ha aconsejado aún cuando no debería de hacerlo.

Y gracias a todos ellos es que logre salir de esa enorme espiral en la que sabía que estaba desde mucho tiempo atrás y que con el apoyo, el amor y la comprensión estoy con la mujer que amo, aquella que encontré ese magnífico día, cuando ambas estábamos rotas pero logramos pegarnos y es así como logramos amarnos más porque las piezas reconstruidas son a las que le ponemos más amor por el esfuerzo, el tiempo y la dedicación que empeñamos para finalmente encontrar una hermosa pieza. Una pieza que complementa tu día a día.

Lo mío no fue amor a primera vista. Fue algo mejor que eso, yo me enamoré de su personalidad, sus pensamientos, su sentido del humor, su mirada, su sabiduría, su voz, todo de Andrea, fue algo lento pero maravilloso.

Y un Te amo es una frase demasiado grande para mi, pero demasiado pequeña para lo que siento por ti. Mi hermoso destino.

FIN.

R.

Mi Hermoso Destino.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora